-Capitulo 30-

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-Ezequiel-

Empezaba a incomodarse al verme todos los días sin hacer nada. Ni siquiera lo ayudaba en el taller y sabía que no la necesitaba porque ya tenía a su gente. Lo había decepcionado, lo admito, también asumo la responsabilidad de todo lo que había pasado. Yo nunca quise darle el beso a Micaela, ella se abalanzó hacia mí. Pero los dos estábamos en problemas.

_ ¿Vas a estar así todo el día? _ pasando por la puerta de mi cuarto.

_ ¿Tengo otra cosa para hacer? _dándome vuelta en la cama.

_Voy al taller_ comenta. _No sé a qué hora voy a volver hoy_.

_Está bien_.

_Solo un favor Ezequiel_ antes de irse. _No te vayas de la casa_.

(CHAT DE MICAELA)

En línea

-Nunca me volviste a hablar-

-Qué raro-

-Todo es distinto desde que nos echaron-

-¿Qué te dijeron?-

-Mis papás no están muy contentos-

-Nunca me imaginé que nos iban a ver-

-¿Queres venir a casa?-

-No Mica, gracias. No me quiero meter en problemas-

-Para hablar, te prometo que no va a pasar nada-

-Voy a invitar a más personas-

-Bueno, está bien-

-Te espero-

Desconectado

Me pego una ducha rápida. Prendo el agua y me relajo un rato. Cuando termino, me cambio, me preparo, tomo mis llaves y salgo de la casa. Sentía algo raro dentro de mí, desconfiaba un poco de lo que me había dicho. En el colectivo tomo el teléfono y entro al chat.

(CHAT DE LAUTARO)

En línea

-Lau, ¿Vas a lo de Mica?-

-No, ¿Por qué?-

-Sabía que me estaba mintiendo-

-¿Pero qué pasó?-

-Nada-

-No pasa nada-

-Despejate Eze, lo necesitas-

-Le prometí a mi papá que me iba a quedar en casa-

-Confia en mí, necesitas un respiro-

Desconectado

Las calles de Córdoba iluminaban todo mi cuerpo, las tardes eran tranquilas, no eran ruidosas. La gente te saludaba sin conocerte, era un poco más amable. Más servicial de lo que conocía en Buenos Aires.

Llego a la parada y me bajo. Leo la dirección en el teléfono y camino hasta que una cuadra después veo a Micaela en la puerta, sentada sobre su reja.

_Hola_ sonriente.

_Te estaba esperando_ comenta, dándome un beso.

_ ¿Estás sola? _tenso.

_Mis papás trabajan_ cuenta. _Toda la tarde_.

_El mío también_.

_ ¿Queres que vayamos a mi cuarto? _pregunta.

Su casa tenía dos pisos. Subimos las escaleras y en la primera puerta estaba su cuarto, decorado con luces blancas como las de un árbol de navidad, sus cortinas eran blancas con decorados violetas. Tenía dos repisas colgadas en la pared, con fotos y recuerdos, un escritorio con libros y útiles escolares.

_Lindo_ suelto.

_Las luces las puse hace poco_ me cuenta. _Le da un lindo toque_.

_Me gustan_ observándolas.

Nos sentamos en su cama, tenía un acolchado cómodo, suave. Empezaba a mirarme con otros ojos, algo diferente que en el colegio. Me siento un poco incomodo, sabía que era lo que estaba por venir. Y no podía no ponerme nervioso.

_No va a venir nadie_ suelta. _No te quería mentir_.

_Lo sabía desde el principio_ sacándole la sorpresa. _Pero necesitaba un respiro_.

_ ¿Un respiro? _acercándose más. _ ¿Dónde nos habíamos quedado la última vez? _.

Más cerca que nunca y sin pensalo me besa, lo disfrutaba, no podía despegar sus labios de los míos. Las pulsaciones de mi corazón estaban aceleradas, mi estomago hacia un sonido que solo yo podía escuchar, todo se movía por dentro.

Apoya su mano en mi pierna y cada vez la acercaba más al centro.

_No Mica_ tomándole la mano. _No puedo_.

_Relajate_ dándome su confianza.

_Nunca lo había hecho_ sincero.

Sonríe, no podía evitar hacer lo mismo, no podía resistirme. Nuestros besos se vuelven más apasionados a cada segundo. Ella se saca las zapatillas al igual que yo. Toma mi remera y me la saca. Las sabanas rodeaban nuestro cuerpo, de un segundo a otro podíamos vernos en uno al otro sin tener vergüenza de nuestros cuerpos.

Era hermosa, no iba a negarlo, su sonrisa me dejaba sin palabras. Con sus manos acariciaba mi abdomen. Le beso el cuello porque sabía que le gustaba y era su debilidad, me preparo. Estaba listo para hacerlo pero los nervios nunca podían faltar.

_Confio en vos_ sonriente.

_Te amo_ besándola nuevamente.

Nunca me hubiese imaginado mi primera vez, no así. No con ella.

SIN SALIDA 3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora