Luego de haber pasado la última hora que quedaba de aquella fiesta con Alejandra, por alguna razón me sentía feliz. Completo. Ella era increíble, en todo el sentido de la palabra. Detallé cada uno de sus gestos, grabé en mi memoria aquellos perfectos hoyuelos que se formaban en sus mejillas cada vez que sonreía, como se entre cerraban sus ojos cuando reía. Verla a ella era como leer el mejor poema de amor.
Me contó sobre su vida desde que se mudó a Inglaterra. Antes vivía con su familia en un pueblito de Kansas, muy lejos de la ciudad. Su padre murió cuando tan sólo tenía nuevo años, dejando una gran deuda que luego cayó sobre el resto de la familia. Su mamá era mesonera de un bar nocturno, ganaba bien pero no lo suficiente como para pagar todo. Por esa misma razón Alejandra a los doce años comenzó a trabajar en una panadería por las noches, no era mucho lo que ganaba pero de cierta forma liberaba un poco el peso económico que tenían. A los dieciséis entró a la mejor universidad de Oxford gracias a su promedio académico, y actualmente es la gerente general de las industrias Copacabana. Ella gerente y yo un patético terminando su tesis de grado.
Bueno, creo que ya debo irme. - habló mientras miraba en pasillo de salida.
Yo igual. De hecho, es algo tarde, pero vine acompañado y así mismo debo irme. - dije
¡Oh! Lamento mucho haberte distraído con mis tonterías. Espero tu cita no vaya a enfadarse contigo por mi culpa. No me lo perdonaría. - mencionó cabizbajo.
¿Cita? No no no no. No es mi cita. Sólo vine con mi mejor amiga. Prácticamente me arrastró hasta aquí y no me molesta en lo absoluto. De no ser así no te habría vuelto a ver. ¿Eran ideas mías o Alejandra acababa de sonrojarse? ¡Claro que no! ¡Alejandra se había sonrojado!
Entonces, deberé agradecerle a tu mejor amiga. - sonrió. ¿Qué quiso decir con eso? ¿A caso estaba feliz por haberme visto? - Por Dios, Oustin. Quién se va a poner feliz por verte, ni en sueños.
¿Nos volveremos a ver? - pregunté. Y esta vez no fue por impulso, realmente quería verla de nuevo.
Desde luego. - sacó una carpeta roja de su cartera, y de allí tomó una tarjeta dónde tenía su número celular.
¡Bien! Prometo llamarte, quizás y se te antoje ir a tomar un café conmigo.
¡Hasta luego, Oustin! - y se fue. Vi como poco a poco su silueta se iba perdiendo de mi vista hasta encontrarme de nuevo totalmente solo en aquella terraza que había sido testigo de todo lo que acababa de ocurrir. Espero y no haya sido un sueño, o alucinaciones. Esto realmente pasó y tengo su número celular.
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Encontrándome
Romance¿Qué pasaría si la vida te pone entre la espada y la pared, y tienes que elegir lo más pronto posible, si quieres salvar o ser salvado? ¿Podrá Oustin soportar tanto? ¿En qué juego macabro lo está metiendo la vida? A veces es necesario golpear hast...