8- Capítulo

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El olor del café se propagaba por todo el lugar inundado mi olfato, era exquisito. La suave melodía que se escuchaba de fondo acariciaba mi tímpano después de haber oído tantas cosas negativas. El manjar de doña Marta era uno de los mejores de toda la ciudad y era mi postre favorito. Adoraba venir aquí cuando era pequeño. Cada vez que lloraba porque algo me dolía mi papá me decía que el manjar lo solucionaría todo... Y es verdad. Hasta ahora ha solucionado todas mis tristezas.

El sol caía en la ciudad de Londres, los niños corrían y los autos se estacionaban. El llanto de un bebé llamó mi atención. Era de una pareja que estaba del otro lado del ventanal donde me encontraba esperando a Camila que no tardaba en llegar. Se veían feliz uno al lado del otro. Me hubiese encantado que mis pensamientos de la vida es bonita no se vieran afectados por mi gran verdad: estaba enfermo, estaba muriendo. A lo lejos vi como Camila bajaba de su auto para entrar al lugar. Miró a su alrededor y cruzó la calle. Nuestras miradas hicieron contacto y yo no alcanzaba más que a pensar en lo que estaba a punto de decirle; sé que iba a afectarle tanto como a mi.

Somos amigos de toda la vida, por Dios.

_Hola._ Se limitó a decir, sonrió y se sentó en la mesa donde estaba yo.

_Mila._ Fue lo único que pude decir. _ Su cara denotaba una gran preocupación e incertidumbre por lo que tuviera que decirle. No quería hacerlo, no ahora. No después de haberla besado. ¡Fue algo que siempre quise hacer!_ Reproché para mis adentro.

_ Sé que tienes que decirme algo importante. _ dijo mientras acomodaba sus brazos sobre la mesa apoyando su cabeza en ambas manos. _ Vamos, suéltalo ahora. ¿Qué es eso que tienes que decirme?

_ ¿Conoces a Drew, no? _ asintió y continúe._ Bien... estuve hace rato con él, charlando. Ya sabes._ Decirle a Camila que me estoy muriendo es una de las cosas más difíciles por las que he tenido que atravesar. _ Mila... _ fijó su mirada de reproche esperando a que dijera de una buena vez lo que tenía que decirle, sin más rodeos Oustin, Joder. _ Estoy muriendo...

No dijo nada, ni pestañeaba. Esto le había caído como un balde de agua fría. Sentí un dolor punzante dentro de mi, cada vez era más fuerte y sentía como desgarraban parte de mi piel. Fingí no tener nada y esperé una respuesta. Seguía sin hablar. Su mirada estaba perdida y mi corazón ya no soportaba verla así.

_Di algo, por favor._ Pedí

Solté un suspiro. Sabía que tenía que darle su espacio para asimilar la noticia. Me recosté en mi asiento poniéndome más cómodo. El dolor cada vez era más fuerte y no podía seguir soportándolo. Camila hizo lo mismo y finalmente habló.

_Esto... _ Vi como de sus ojos salían lágrimas mientras intentaba hablar.

No llores, Mila. Odio verla así.

_Esto es realmente fuerte._ Soltó un suspiro._ ¿Qué es lo que tienes?_ preguntó mientras pasaba la punta de sus dedos para secar la humedad de sus mejillas.

_Es mi corazón... De hecho, no lo sé bien._ Recordé que no dejé que Drew terminara de hablar cuando ya yo me estaba marchando. Él intentó explicarme y yo no le dejé. _ Fue lo único que Jhonson pudo decirme, Mila. _ Frunció el ceño y claro que lo haría. Yo estaba perfectamente bien. _ Dice que no está funcionando como antes, y que hay que operarme cuanto antes._ Finiquité mi explicación.

Su mirada aún seguía perdida, convenciéndose a ella misma que esto era verdad. Que esto estaba pasando y ninguno podía evitarlo.

_¿Te ha dicho solo eso?

Asentí

_ Solo eso._ Vi como se levantaba de su asiento y estiró su mano invitándome a tomarla. _ Vamos._ dijo mientras apretada mi mano con fuerza.

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