35- capítulo

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Había regresado a la ciudad, animado. El trayecto del viaje resultó tedioso. Pero estaba de vuelta.

¡En hora buena!

Sabía que en casa algo «no muy bueno» me esperaba. Esperé llegaran con mi equipaje y lo tomé. Caminé torpemente. Los niños se burlaban de mi. ¿Era comprensible aquellas risas?

Por supuesto que sí. No todo el tiempo ves a personas tropezando con su propio equipaje. Reí con ellos. Era innato en mi burlarme de mi también. Seguí el paso y vi el ventanal donde estaban todos los aviones. Agradecí internamente no tener que volver a ellos. O no en un muy buen tiempo. Conseguí lo que estaba buscando.

La parada de los taxis.

Como pude, tomé las dos valijas que había llevado conmigo y me apresuré. Habían muchas personas. Todo parecía un parque poblado por turistas. Casi corrí a la parada, acababa de llegar uno. Estire la mano y siguió. ¡Qué imbécil!

Esto era todo lo que le faltaba a mi día: taxistas incompetentes. Mi teléfono averiado, sin auto, sin Maik.

¿Algo más que añadir? — pregunté en voz alta mirando hacia el cielo. Un hombre de unos treinta me miraba, incrédulo.

Frunció el ceño y caminó hasta mi.

—Creo que no soy el único que habla solo — dijo el hombre mientras esperaba la respuesta de mi parte que nunca llegó — Soy Thomas — habló nuevamente. Quería ser cortés, pero estaba tan enrollado en mis líos mentales que aún no coordinaba ideas. Estiró la mano, sonriente. Lo miré, expectante.

Realmente era persistente.

Apenas pude, hablé. — Soy Oustin Hansed — Thomas sonrió.

—Pensé que eras sordomudo.

—¿sordomudo?

Ladeó la cabeza un par de veces. Lo miré ceñudo. ¡Qué manera tan patética de hacer mis en una parada de taxis!

—Perdona si te resulto incómodo. Sólo quería saber si puedo ayudarte en algo. — habló mirándome fijamente, de nuevo esperando mi respuesta. Arrugó las cejas, intrigado. — no soy un asesino en serie, si eso estás pensando.

—No — contesté con un tono de voz apenas audible.

¿Por qué querría ayudarme?

Seguramente vio cuando casi me desplomo al suelo con mi equipaje y piensa que soy un tonto. Me sonrío internamente. Entre abro los labios y nada. Las palabras no salen. Él me mira, indignado. Sé que está esperando una respuesta inteligente.

—Eres testarudo. — suelta una bocanada de aire mientras soba su nuca. Se dio la vuelta y siguió camino. Lo vi avanzar a pasos lentos y firmes. Me reprimo. Debería pedirle una llamada telefónica. Pero sigo inmóvil. Mis nervios son desconcertantes pero me finalmente.

—Espera... — Thomas voltea, sonríe abiertamente y se acerca nuevamente.

—¿Ya decidiste si necesitas de mi ayuda o no?

— Sólo necesito una llamada. Es importante.

Sacó su móvil, infragantil. Como si hubiese leído mis pensamientos. Lo desbloquea y me lo pasa. Marco el número torpemente. Él me mira sin ninguna expresión. Me llevo el celular a la oreja mientras me giro para hablar.

—¿Hola?  — contesta ella. Su voz... Siento que he vuelto a respirar con normalidad.

Camila, cariño. Soy Oustin.

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