5- Capítulo

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Siempre me ha gustado observar la ciudad por las noches. Es allí donde te das cuenta de los pequeños detalles que están a simple vista y que muchas veces son ignorados por falta de apreciación y de identidad. Me gusta pensar que no todo tiene justificación alguna, como el hecho de que tu madre te haya abandonado cuando eras un chiquillo.

Nunca he sido rencoroso. Creo que nadie es lo suficientemente importante como para guardarle algo como el odio. Te lastiman, y sigues allí. Es impresionante ver cuán  masoquitas podemos resultar a veces. Te convences que si alguien te lastima es porque de cierta forma lo tienes merecido y por favor, seamos honestos. ¿A quién carajos le gusta que lo lastimen? A nadie. Sí, a nadie. Puedes cometer los miles y miles de errores y aún así nadie, nadie, puede tratarte como si fueras un insecto.

Nunca he sido parte de esos grupos universitarios que buscan problemas por doquier con personas recién ingresados. Hay algo que se llama «respeto» y hay que tatuarlo en la frente cada vez que salgas de casa. Son fases, que a la final terminan siendo recuerdos.  Todos pasamos por allí. Con momentos buenos, no tan buenos, malos, no tan malos; y al final, estamos y seguimos estando.

Hemos llegado.- avisé a Alex que tecleaba detenidamente su teléfono móvil. Como cuando intentas escribir bien un mensaje, si ningún error para que la otra persona no vaya a pensar que eres un completo idiota. Sube la vista mirándome, la dirige para ver el lugar por la ventana y asiente.

_ No había visto este lugar antes. Espero sea tan bueno como se ve.

_ Seguro te gustará. Me lo ha enseñado Mila. - sonrío automáticamente al recordarla. No he sabido nada de ella desde esa conversación que tuvimos en mi casa. La echo de menos. Debería escribirle un mensaje ¿no? Somos amigos, y los amigos se preocupan los unos por los otros.

_ Mila, Mila, Mila. La pequeña Mila. - dice Alex en un tono pensativo. Sabes, esa chiquilla siempre me ha resultado, mm. No sé cómo decirlo, algo, rara. - dijo finalmente. ¿Rara? Por Dios. Sé que Camila tiene sus momentos de locura, pero tampoco es para tanto.

_ ¿Rara? Pero de qué hablas. Mila es la mejor persona que conozco.

_Y no digo que no lo sea, es que simplemente, no lo sé. Es muy linda. Pero jamás me fijaría en una persona como ella. Está muy pequeña. - dijo riendo. Quizás qué cosas se le han pasado por esa cabeza al mencionarla.

_ Qué suerte que sea así. Te mataría si le hicieras daño.

_ No me digas que te gusta la chiquilla. - dice riendo y yo me limito a responder. ¡Santo cielos! Te gusta, te he pillado- dice en un tono burlón.

_ No me gusta, ¿de acuerdo?. Mila solo es mí amiga. Es como mi hermana por Dios. - trato de sonar lo más convincente posible, cosa que a Alex no parece convencerle del todo. No sé por qué tanto interés en ella, porque es cierto. Solo somos amigos.

_ Venga ya. No trates de engañarme Oustin.

_ ¿Podríamos salir ya del auto? No sé si te has fijado pero llevamos al rededor de diez minutos hablando aquí y realmente comienzo a molestarme

_ ¿Por qué te molestas? Si estamos hablando de tu amor. - dice riendo. No pude pronunciar palabra alguna cuando ya Alex se encontraba fuera del auto. Agradecí por ello, por no tener que seguir hablando de Camila porque me estaba incomodando de cierta manera. Salí del auto y pude percibir a lo lejos a un grupo de personas haciendo fila para entrar al club. Este quedaba como justo en el casco central de la ciudad, y eso lo hacía más llamativo a parte de ser uno de los mejores de Londres. Era como un sitio turístico. Recuerdo que la primera vez que vine, fue con Camila y habían dos alemanes forcejeando por ver quién se quedaba con una española. ¡Fue épico, una de las mejores peleas que he visto en mi vida!

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