Narra Oustin...
Habíamos llegado a Vancouver la noche de ayer. Exhausto. Había sido un viaje tortuoso. Aún no podía creer que estuviera aquí. Era curioso. La mayoría de mis viajes siempre fueron en auto por el miedo a las alturas. O quizá porque nunca había necesitado tanto estar en un lugar.
Nos hospedamos en uno de los mejores hoteles de todo el centro. Por el ventanal de mi habitación se divisaba un corredor vial. Personas saludándose entre sí. Parecían conocerse unos con otros. El lugar era bastante acogedor. Sábanas blancas y sedosas, televisor pantalla plana de muchas pulgadas. El decír un número no le haría justicia a ésta maravilla. Una tina increíblemente apetitosa. Sin contar que el resto del lugar, también lucía fantástico.
Había quedado con Mike en vernos en recepción a las ocho de la noche. Iríamos a conocer un poco más el lugar antes de la flamante y esperada exposición. Él estaba realmente nervioso y aunque no lo demostrara, sabía que lo estaba. ¿Quién no lo estaría?
El pánico de no saber cómo van a catalogar un trabajo por el cual te esforzaste tanto, es más que abrumador.
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Tardé un poco más de lo debido en salir de la ducha. Tomé lo primero que vi y un buen abrigo. La noche estaba muy fría. Por suerte, en éste mismo lugar, tenía la disponibilidad de hacerme café cuando y cuanto quisiera. Estaba amando esto.
Salí de la habitación para ir a la recepción. Tomé el ascensor y seis pisos después, se abrió.
—Pensé tardarías más — mencionó Mike mientras se acercaba a mi. —¿Estás listo? Será una gran noche. — el entusiasmo que tenía me resultaba curioso. Se veía relajado y sin rastros de nervios. Me preguntó un par de cosas más a cerca de la habitación y luego nos fuimos en el coche que había alquilado ésta mañana.
El resto del camino sólo se basó en silencios cortos y música de fondo. Mike no habló en ningún momento. Mientras conducía, sacó un cigarrillo de su pantalón y lo encendió.
—¿Quieres uno? — preguntó refiriéndose al cigarrillo.
—No, así estoy bien. — respondí sereno. Bajé el cristal de la ventana para que saliera el humo que se impregnaba en el resto del auto. Detallé el resto del coche. Era un vehículo muy lujoso. —¿Por cuántos días alquilaste ésta máquina? — pregunté mientras Mike seguía con su mirada al volante.
—Solo por ésta noche — contestó. — mañana es la exposición y los mismos encargados buscarán un transporte para llevarnos hasta el sitio. ¿No te parece genial?
—Mucho, de hecho. ¿No estás nervioso?
—¿Por qué tendría que estarlo, Ous? — preguntó — llevo días sin poder dormir bien por los mismos nervios. La angustia de no saber si les gustará mi trabajo o no, me está comiendo. Y créeme amigo, no es nada simpático.
—Eres un gran artista Mike, no sé por qué te angustias tanto por ello. — respondí sin ningún interés. Él era un gran artista. Podría conseguir cualquier cosa que se propusiera.
—No sabes lo que es estar en mis zapatos, amigo.
—Y si lo estuviera, estaría orgulloso de mi mismo. El llegar aquí, es un logro también. ¿Sabes cuántas personas desearían estar en tu lugar justo ahora? — él negó— es una gran oportunidad y así no ganes, lograste mucho llegando hasta aquí.
—Espero tengas razón en todo lo que dices. De verdad deseo esto. Es... Es lo más grande para mi. — respondió pensativo. Decidí no decír nada más. No se le puede pedír a alguien más que confíe en si mismo. Es erróneo. Él tendría que aprender a creer en él, a pesar de todo. Algunas veces se gana más perdiendo, que ganando.
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Encontrándome
Romance¿Qué pasaría si la vida te pone entre la espada y la pared, y tienes que elegir lo más pronto posible, si quieres salvar o ser salvado? ¿Podrá Oustin soportar tanto? ¿En qué juego macabro lo está metiendo la vida? A veces es necesario golpear hast...