11- Capítulo

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_ ¿ Me hablas en serio?

_ Muy en serio. No sabes todas las mentiras que he tenido que decirle, pero sé que tú me hubieses dicho que no le dijera nada. 

_ Estás en lo cierto, y es mejor que no se entere aún. En tal caso quién tendría que hablarle de eso soy yo, nadie más. 

_ Tienes razón. ¿Cuándo tienes pensado decírselo?, tiene que ser lo más pronto posible, sabes que está corriendo un grave peligro. Todo es más complicado de lo que parece y temo por ello.

_ Lo sé, y yo también tengo miedo. No sabes lo difícil que es para mi y a veces siento que toda esta situación se me está saliendo de las manos. 

_ Estaremos bien, confía en mi. 

_ Lo hago, Dániel. Pero cada vez es más complicado y yo... No sé si podré soportarlo. 

_ Sí podrás, y lo seguirás soportando como todos estos años. Ahora por favor, concéntrate en lo que tenemos que hacer, ¿de acuerdo?

_ Está bien. Debo irme, te mantendré informado de todo. Cuídate, besos. 

_ A ti. 

Narra Camila...

Enterarme de la enfermedad de Oustin es una de las cosas que más he llorado hasta ahora. Siempre fue un chico sano y de repente se está muriendo. Sé que toda esta situación le ha desmoronado gran parte de su vida; siempre ha sido optimista, o en su gran mayoría, pero sé que esto no se lo esperaba y de hecho nadie lo llegó a pensar. Es difícil tener que ser fuerte por ti y por otra persona, sientes la responsabilidad de hacerle sentir bien y olvidar un rato el trago amargo; me necesita, tanto como yo a él. 

Esta mañana llamó todo eufórico gritando que no lo podía creer, yo no tenía idea de qué hablaba y cuando le pregunté dijo que era mejor que nos viéramos y lo habláramos personalmente. No dudé ni un segundo en aceptar y así fue: ¡Tendríamos una salida! quedó en pasar por mi a las siete y ya iban a hacer las seis. Decidí irme a duchar para luego tratar de arreglarme un poco y tapar estas horrorosas ojeras. Tengo días sin dormir bien y ya no puedo ocultarlas si no es con un poco de maquillaje. De cierta manera siempre trato de verme bien y arreglarme lo más que pueda; no importa con quien vaya a salir o vaya a verme. Cuido mucho mi apariencia. 

El reloj marcó las siete en punto y salí rápido de mi departamento.  Si algo tenía bien en claro es que a Oustin no le gustaba esperar ni un segundo. Bajé lo más rápido que pude y frené en toda la puerta del edificio justo a tiempo, ya estaba llegando. Aparcó en el frente y bajó el vidrio. Ahí estaba, con su flamante sonrisa y su ojos café que tanto adoraba. 

_ ¿No vienes?

_ Los caballeros siempre recogen a sus citas en toda la puerta, la toman de la mano, le dicen lo bien que luce y luego la acompañan hasta la puerta para cerrarla.

Sin nada que decir bajó sonriendo del auto y se acercó a mi

_ Qué guapa luces hoy, amor. ¿Es nuevo ese collar? porque si es así déjame decirte que te queda perfecto. 

Ambos sonreímos y tomó mi mano para luego caminar hasta llegar al auto, abrió la puerta del copiloto y esperó a que entrara para luego cerrarla con cuidado. Lo vi pasar por el frente del coche y luego entró él. Lucía tan bien: llevaba puesto una camisa azul que combinaba perfectamente con su piel, pantalones marrones y unos zapatos que hacían juego con el mismo. su cabello, ¡Mi Dios! su cabello lacio y brillante, y desde aquí podía oler el acondicionador que usó.  Su sonrisa era la gota que derramó tanta belleza. 

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