Encontrándome

19- Capítulo

Las decisiones más importantes en la vida son aquellas que te hacen cuestionar más de tres veces aquella decisión. Ser completamente feliz depende de ti, de nadie más. Por eso, vive y formate de experiencias que alimenten tu vida y te hagan sentir pleno. No decaigas ante cualquier adversidad, lucha y sigue de pié. La tormenta a veces es fuerte y golpea sin pudor, pero mantente fuerte, y demuéstrale que también puedes salir de cualquier percance. Las tristezas, los desamores, los conflictos internos y externos, pasan, pero lo logras entender ya después de un tiempo cuando te das cuenta que no todo era tan malo como parecía. Ríe, porque es la única manera de salir ileso de todo.

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- Carajos, qué dolor de cabeza. - Dije sacudiendo mi cabeza de un lado a otro. No podía moverme, la incomodidad del piso había pasado facturas. Miré a mi lado izquierdo y se encontraba una Alejandra durmiendo plácidamente. Se veía tierna e indefensa. Me moví lo más lejos que pude para no despertarla y dejarla dormir otro rato más. Aún estábamos encerrados y no sabía en que momento nos iban a liberar de todo esto. Un ruido gruñente emanaba de mi estómago pidiendo con urgencias que ingiriera algo lo más pronto posible. Mi ansiedad crecía más de lo normal y ésta situación cada vez era más irritante.

¿Hasta cuándo vamos a estar aquí encerrados como animales?

Bufé y me puse de pié para detallar más de cerca el lugar. No había nada útil. Mis esperanzas de lograr escapar se fueron como vinieron, fugazmente. Visualice cada una de las cosas que habían, de cierto modo nadie podría vivir en circunstancias como éstas, éste lugar era una ruina. A lo lejos vi que entraba un destello del sol por una pequeña abertura, caminé hasta allí y miré todo a mi alrededor. Solo habían árboles y tierra húmeda. Era como una especie de cabaña, un lugar abandonado en la mitad de la nada. Volví mi mirada hacia la puerta que aún se encontraba cerrada con llave. Estos hombres trabajan mejor de lo que pensé, la puerta sólo tenía seguro por dentro, con la ventaja que solo podría ser abierta por el lado de afuera. Muy astutos.

Me di por vencido y me acerqué nuevamente a Alejandra. No sabía qué hora era, ni qué día. Llevaba dos días en éste lugar sin saber nada de mi padre y de Camila. Era preocupante. Mi celular ya no estaba conmigo y no sabía nada de ellos desde hace tres días. La espera me estaba carcomiendo, estaba exhausto de pensar y pensar y no acertar.

Alejandra se quejó aún dormida. Parecía ser que estaba teniendo alguna pesadilla y era lógico, dormir así, secuestrada, no es agradable para nadie. Acaricié lentamente su hombro para que despertara pero no fue así. Estaba sudando, y hacía expresiones con su rostro de mucho desagrado. Cada vez se quejaba más fuerte, y agarré suavemente sus manos para que supiera que estaba ahí.

Abrió los ojos lentamente y me miró asustada. Miró todo el lugar y luego se sentó a mi lado. Aún no había dicho nada, solo miraba espectante. Acaricié aún más su mano, y ella la apretó con delicadeza.

- ¿Lograste dormir? Parecía que estabas teniendo alguna pesadilla. - Dije y ella asintió tocándose el rostro con ambas manos.

- La tuve, solo que ya no recuerdo qué era.

-¿Estás mejor?

- Sí, lo estoy. - Sonrió y se levantó del suelo sacudiéndose el polvo que había en su ropa. Caminó hasta la puerta y la intentó abrir. Se dio cuenta que aún estaba cerrada y caminó hacia mi, deteniéndose a unos centímetros.

-¿No han venido aún? - Preguntó.

- No... Pero espero que lo hagan pronto, estoy harto de estar aquí. Además, tengo hambre. - Dije tocando mí estómago.

- Vendrán pronto, espero... - Resopló.

Su expresión irradiaba tristeza. La miré preocupado y ella solo se limitó a sonreír.