La vi venir desde lejos, aún no estaba preparado para hacer todo el plan que me había sugerido el socio de mí padre. No podía creer aún que Alejandra, esa que conocí hace poco en un club y se veía inofensiva fuera parte de una mafia tan grande. ¡Una mafia conformada por mujeres!
Nunca estuve seguro del todo, tenía esa pequeña sensación de que algo no terminaba de encajar en todo éste asunto. Alejandra nunca conoció a mi padre, no tendría motivos para haber atentado en contra de él, pero aún así seguía siendo sospechoso por la confesión del señor Hamilton. Era un gran amigo y socio de la familia, podía confiar en él.
— Qué alegría verte, Oustin.
Decía Alejandra mientras caminaba hasta la mesa donde me encontraba yo. Para bajar la tensión me puse de pié con el propósito de que Alejandra no notara una actitud rara de mi parte, respiré lo más posible y fingí una sonrisa. Ella se mostraba feliz y entusiasta.
Es una buena actriz, enfócate en el objetivo principal.
— Alejandra, que grandioso verte de nuevo.
—¿Estás bien? cuando entré te noté algo nervioso.
—Oh, no no. Estoy de maravilla. Solo que debes entender, quedar con una mujer tan guapa como tú no se da todos los días. — Ella sonrió, punto para mi. —De verdad, gracias por aceptar venir a comer conmigo.
—Me sorprendió mucho tu llamada.
— ¿Por qué? yo había dicho que te llamaría. ¿Crees que lo había olvidado?
— No, simplemente me tomó por sorpresa.
Vi como trataba de forzar una sonrisa e hice lo mismo. Se notaba tensión en el ambiente y no debería ser así. Debía marchar todo a la perfección. La vi vacilar varias veces dando la impresión de que estaba buscando a alguien, ¿será que vino acompañada? ¿o acaso ya sabe para qué la cité hoy?
—¿Buscas a alguien?
Pregunté
— No, ¿a quién buscaría si mi cita está en frente? _ sonrió y se dirigió a la mesa donde estaba. Sacó la silla y se sentó. Cruzo piernas y brazos y su mirada era intensa, casi que podría decir que estaba tratando de adivinar qué estaba pensando. Su actitud era diferente a las veces que nos cruzamos en las fiestas. Esta vez era más firme y decidida, sin ningún temor. Esa actitud me hizo pensar en que quizás estaba equivocado y que estaba cometiendo un error en estar engañando a Alejandra. Caminé hacia la mesa y tomé mi lugar, firme también. Tomé la lista del menú y eché un vistazo fugaz a las sugerencias alimenticias que habían en él. Alcé la vista y me crucé con la mirada de Alejandra. Esta mujer podía doblegar a cualquier hombre, incluso a mi.
—¿Ordenarás por mi? —Preguntó una Alejandra sonriente.
— ¿Quiere que lo haga, señorita Smitch?
— Adelante, caballero. Sopréndame.
Sonreí ante su pequeño coqueteo y me limité a responder. Ordené para ambos filete mignon con salsa de espárragos, tostadas y un vino casero.
Atendieron nuestra orden y nos dejaron solos de nuevo, nada más con un silencio que se hacía presente. Cuando iba a preguntarle cómo había pasado el día el celular de Alejandra sonó y ésta se disculpo haciendo señas con la mano de que ya regresaría. La vi perderse por el área de los baños y sin pensarlos dos veces caminé hasta donde estaba ella. Su expresión facial irradiaba enojo y molestia mientras movía los labios de forma rápida sin poder entender nada de lo que decía. Decidí acercarme un poco más y se escuchaban susurro. Me acerqué más sin que notara mi presencia y podía oír claramente lo que decía.
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Encontrándome
Romance¿Qué pasaría si la vida te pone entre la espada y la pared, y tienes que elegir lo más pronto posible, si quieres salvar o ser salvado? ¿Podrá Oustin soportar tanto? ¿En qué juego macabro lo está metiendo la vida? A veces es necesario golpear hast...