IV

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Neulai

Alin.- ¡Despierta Neulai!

Yo.- ¿Otra vez esa maldita escuela llena de humanos inútiles?

Alin.- No... No todos son inútiles como tu los llamas.

Yo.- Todos son unos inútiles. Sé perfectamente que a ti te molestan sólo porque eres de transilvania. No puedo creer que te dejes de ellos. Sal de mi habitación.

   Ella salió sin decir nada. Cuando me levanté tomé la mochila y bajé las escaleras. Estuve a punto de salir.

— Neulai, ¿no vas a comer?

Yo.- ¡Claro que sí mamá, ahora mismo me siento a comer contigo como todos los días! — dije en tono infantil — ¿Enserio crees que quiero comer contigo? ¿Crees que soy feliz aquí? ¿Crees que yo pedí que me traigan a América con unos tontos humanos? De verdad que me das lástima, eres una idiota.

Razvan.- ¡Neulai! ¡¿Cómo te atreves a hablarle así a tu madre?!

Yo.- ¡De la misma manera que tú me sacaste de Transilvania sin siquiera preguntarme sólo para estar con esta pu...! — mi padre me dió una cachetada.

— No, mi amor...

Razvan.- ¡Así no le hablas a tu madre, a ella la respetas!

Yo.- ¡No puedo creer que seas tan idiota! ¡Mira como sonrie! ¡Es una cualquiera, seguramente está contigo sólo porque quiere ser una vampiro y ganar el poder! ¡Si ya te lo dije, es una pu...! — me volvió a pegar.

Razvan.- ¡Arrodíllate y pídele perdón! — sólo sonreí — ¡Ahora! — Nunca lo había visto tan enojado. Desearía que así fuera siempre.

Yo.- A veces dudo que seas mi padre por lo imbécil que eres, pero cuando haces algo así, estoy convencida de que sí eres mi padre... Bueno, adiós papá — le sonreí otra vez —, adiós tipa.

   Salí de la casa y caminé al bosque. Según Decebal me entregaría un paquete con algo importante.

Yo.- ...Si es una trampa, simplemente lo mataré — comencé hablar en voz alta.

Decebal.- Lo dudo mucho pequeña. ¿Cómo piensas matarme si de tantas veces que lo has intentado ninguna lo logras?

Yo.- Mejor cállate y no me hagas enojar. ¿Qué me vas a entregar?

Decebal.- Esto — me aventó un paquete a la cara —. Seguramente me lo agradecerás.

Yo.- ¿Qué es? — revisé el paquete. No me confiaba ni un poco de él.

Decebal.- Sólo ábrelo y no preguntes.

   Dudé en abrirlo, pero sé que él jamás me podría poner una trampa, es muy imbécil como para hacerlo. Lo abrí, era una caja de madera, dentro había varias cosas. Un collar, pulseras, aretes. Reconocía algunas cosas. Eran de mi madre.

Yo.- ¿De dónde sacaste esto?

Decebal.- Cuando tu madre murió yo fui por sus cosas. Pensaba dartelas hace mucho tiempo, pero... No me atrevía.

Yo.- ¿Y por qué me lo das ahora? — encontré una foto donde estaba mi madre y mi padre. Estaban justo en el castillo de la reina. Detrás de ellos estaban Vasile e Ileana, el rey y la reina — ¿Conocieron a la reina?

Decebal.- Y la conocieron más de lo que tú crees — me comenzó a doler mucho el estómago — ¿Qué te pasa?

Yo.- Que te importa — Dejé la caja en el suelo — no lo quiero — comencé a caminar a la escuela.

Estúpidos humanosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora