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Yo.- ¿Qué...? ¿Qué es eso? — El brazo derecho, desde la muñeca hasta el hombro estaba de color negro — ¿Lo hizo Dragos? — Me miró a los ojos. Ahora me sentía tan mal.

Neulai.- ¿Qué te importa si lo hizo él o no?

Yo.- Me importa mucho, él podría saber dónde estoy.

Neulai - ¿Y qué? Ese no es mi problema... Espero que te encuentre y te mate.

Yo.- ¿Te daría igual si me mata? — Asintió — ¿No te  sentiría sola, vacía, triste? — negó —. Pues yo sí... Me sentiría solo, triste... — se acomodó la chamarra.

Neulai.- No te preocupes, a mi jamás me matarán.

Yo.- Me sentiría mal con el simple hecho de que estés lejos.

Neulai.- Pues que lástima por ti porque cuando Dragos te encuentre te obligará a volver a Rumania.

Yo.- ¿No me extrañarás?

Neulai.- No, en realidad seria mejor para mí. Ahora vete, quiero dormir.

Yo.- ¿Aquí?

Neulai.- ¡Sí, aquí! Y antes de preguntes, Razvan me echó de la casa.

Yo.- Si quieres puedes quedarte en el hotel en el que yo me quedó con Velkan.

Neulai.- No.

Yo.- ¿Entones porque no vas con tu novio? ¿No dices que son muy unidos?

Neulai.- A ti que te importa. Ya déjame en paz.

Yo.- ¿De verdad lo amas?

Neulai.- No te importa.

Yo.- Neulai... — la tomé de la cintura y la besé. Pensé que me correspondería el beso, pero no.

Neulai.- ¡Dejame! — sacó sus alas. Son grandes, tan grandes que las arrastra al caminar. Son como las de un ángel, la única diferencia es que son totalmente negras. Ella tiene dos tipos de alas, las segundas sólo yo y Dragos las hemos visto. Son como las de un murciélago, también son grandes, pero esas no las arrastra. En algunas partes parece que están rotas. Solo saca sus alas cuando de verdad se enoja, cuando saca las de murciélago ella sería capaz de matar a todo Europa, casi nadie logra que ella saqué las alas de murciélago.

Yo.- Yo no...

Neulai.- Ya te advertí. Lárgate de aquí, no quiero verte. Quiero estar sola.

Yo.- Sólo...

   Se fue volando. Entraba cada vez más al bosque.

Yo.- Lo siento...

Kyle

Caminé por el centro comercial. Estaba relajandome, me gustaba ir al centro comercial para intentar tranquilizarme. Todos me creen raro por eso, pero de alguna manera escuchar el murmuro de las personas, el ruido que hacen al caminar, el ruido de la fuente, me tranquilizan.

   Miré a Jennifer sentada cerca de la fuente, me iba acercar a saludarla, pero alguien más se le acercó. Era un chico, supongo que de su edad. Le dió un café y después la besó. Me dio curiosidad y me acerqué un poco. Cuando vi al tipo sentí que lo conocía de algún lado. Me acordé de la primera vez que entré a casa de Neulai

Estúpidos humanosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora