XII

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Yo.- Ali... — la tomé de las manos. — Me gusta Decebal...

Alin.- ¡Lo sabía! — gritó, llamando la atención de todos.

Yo.- Tranquila. De esto no le puedes decir a nadie... Yo no puedo estar con él.

Alin.- ¿Por qué? Si los dos se gustan, ¡no tiene nada de malo!

Yo.- Todos los demás lobos me odian, ¿cómo pretendes que esté con él? Además, es dos años mayor que yo.

Alin.- Eso no importa. Decebal te ama, está loco por ti, como dicen los humanos.

Yo.- No importa... — nos trajeron el café.

— También tengo rebanadas de pastel por si gustan.

Alin.- ¡Oh, yo, yo, quiero una, la más grande que tengan! — sonreí al verla tan emocionada.

— Traeré la más grande que hay — sonrió — ¿Y tú, Neulai? — negué — Sé que te va a gustar, es de cereza — entendí lo que me quiso decir.

Yo.- Está bien — sonrió y se fue —. Vamos a cambiar de tema. ¿Por qué te cambiaron de colegio?

Alin.- Me cambió mi mamá, pero no sé por que.

Yo.- ¿Y cómo te va?

Alin.- Pues... Equis, como cualquier otro colegio.

Yo.- ¿Equis? Que rápido te adaptas a los humanos... Dime la verdad, ¿alguien te molesta, te hicieron algo?

Alin.- No, ¿por qué?

Yo.- Vi lo que escribieron en tu Facebook, vi tus cuadernos y para asegurarme de todo, fui a tu escuela.

Alin.- ¿Qué? ¿Cuando?

Yo.- Eso no importa. ¿Ellos son quienes te hicieron los moretones en el brazo y las piernas?

Alin.- No... Fue mi mamá... Estábamos en la escalera, yo había dejado una playera en el suelo, ella pisó la playera y se resbaló. Sin querer me empujó y me caí de las escaleras. No fue muy grave porque pude reaccionaron rápido y agarrarme del barandal.

— Aquí están sus rebanadas de pastel. Que las disfruten — se retiró. Alin empezó a comerla.

Alin.- ¡Hace tanto tiempo que no comemos pastel!

Yo.- Ten más cuidado... — Aunque seguramente esa tipa lo hizo a propósito.

   Mientras comíamos aproveche para que hiciéramos la tarea. Al terminar pagamos y fuimos a comprar ropa, cosas y demás. La mayoría de cosas que compró Alin fueron vestidos, algunas playera y dos o tres pantalones.

   Yo me compré camisas, playeras de tirantes, pantalones, medias y algunas faldas.

   Pasamos un rato más las dos juntas. Cuando estuvo a punto de oscurecer volvimos a su casa.

Decebal.- Alin, te estaba... Esperando — se me quedó viendo — Neulai... ¿Ya volviste a...?

Yo.- No. 

Alin.- Yo mejor no los molesto — me miró — Fue genial — sonrió y me abrazo — muchas gracias — le entregué las bolsas con sus cosas — Espero que aceptes lo que te dije.

Yo.- Dile a Razvan que estoy aquí... Quiero hablar con él — ella asintió y fue.

Decebal.- Eh... ¿Cómo... Cómo has estado? 

Yo.- Mejor que nunca.

Decebal.- Me alegro — sonrió — Quería darte esto — me entregó una bolsa. Dejé las que tenía en el suelo y tomé la otra.

Estúpidos humanosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora