Y aquí estábamos, en su habitación. Mi cuerpo rígido, sentado en la cama y el suyo tan relajado y tan cerca frente a mí.
Estaba costándome toda una vida no moverme para tocarle el pecho pero lo estaba consiguiendo.-¿Hélade?-Lo miré directo a los ojos y tragué saliva.
-¿Si?-Él sonrió de lado mientras daba un micropaso hacia adelante. Mi corazón empezaba a latir demasiado rápido. Esto no estaba bien.
-¿Por qué estás aquí?-Preguntó de nuevo.
-Vivo aquí. -Obvié nerviosa, él negó con la cabeza mientras sonreía.
-En mi habitación, Hél. ¿Qué haces en mi habitación?-Abrí la boca para esbozar un silencioso "ah" y me puse de pie, mal hecho, ya que nuestros cuerpos quedaron demasiado cerca.
-Yo he venido para decirte algo.-Dije con el poco valor que me quedaba. Asintió esperando más y tomé aire para decirlo lo más rápido posible y así largarme pronto de allí. -Quiero a Ángel y tú no tienes la mínima oportunidad conmigo, así que por favor deja de acosarme.-Lo dije tan rápido que no sé ni como pudo entenderme. Él rompió en carcajadas y dio un paso hacia atrás mientras se agarraba el estómago de tanto reír. Fruncí el ceño, estaba loco.-¿De qué te ríes?-Su risa cesó y volvió al lugar, demasiado cerca, en el que estaba.
-¿Estás segura de que soy yo el que acosa?-Puso su mano en mi cintura y me atrajo a él. Mi respiración se evaporó.-Porque no veo que yo sea el que está en tu habitación mientras te cambias.-Susurró en mi oído. En eso llevaba razón pero tenía una buena excusa.
-He venido para...
-Shhh.-Me interrumpió. -Dime que no sientes nada cuando hago esto.-Pasó su mano lentamente por mi brazo y un escalofrío recorrió mi espalda.-O esto.-Ladeó mi cabeza y besó mi cuello, el escalofrío volvió.
-Marcos...-Supliqué para que parara, pero sólo conseguí una sonrisa. Nuestros rostros estaban ahora uno frente al otro y nuestros ojos se encontraron.
-Hélade...-Me imitó y con su mano libre, la que no me agarraba la cintura, rozó mis labios.
-No. Para...-Susurré. Él me ignoró otra vez y se acercó lentamente para besarme pero en un arranque de voluntad visualicé a Ángel y empujé a Marcos para un segundo después dejarle mi mano marcada en su mejilla con un sonoro golpe. Él me soltó en el momento en el que le empujé y se llevó la mano a la zona afectada cuando se produjo el impacto.-¡Te dije que pararas, idiota!-Y con eso salí corriendo de allí para encerrarme en mi habitación.
Lo había hecho. Le había dejado las cosas claras.
Más o menos...
Pero a la vez que eufórica me sentía mal. Por una parte estaba orgullosa de haberle golpeado porque eso decía claramente que no quería nada con él, pero por otra parte...¡le he golpeado! Eso le ha tenido que doler...
-¡Hélade!-Su voz resonó por toda la casa pero me negaba a acudir. Oí como se acercaba a mi habitación y sus nudillos golpearon, más fuerte que suave, la puerta que nos separaba.-Vamos, Hél. Ábreme.
-No. Lárgate, no tengo nada más que decirte.-Sentencié mientras me dejaba caer en la cama con los brazos cruzados y la vista en la puerta.
-Genial. Me alegro mucho de ello, pero es que tienes visita.-Me levanté de golpe y fruncí el ceño.
-No me mientas o juro que te conrtaré las pelotas.
-No tengo porqué hacerlo. Además, ya tengo una mano grabada en mi cara, no quiero otra grabada en...bueno, ya sabes.
-Imbécil.-Mascullé
-Si, si. ¿Abres?-Resoplé y caminé resignada hacia la puerta, quité el seguro y la abrí para encontrarme con mi querido cuñado con la mejilla ligeramente roja, supongo que se le pasará en unos minutos.
-¿Quién ha venido?-Pregunté mirando por encima de su hombro para encontrarme con la pared, que inteligente soy.-Permiso.-Dije aportándole para poder pasar. Él esbozó una sonrisa divertida y se apartó.
Yo por mi parte medio corriendo medio caminando, equinamente llamado trotando, me dirigí hacia el salón para encontrarme con una cabeza de pelo castaño que miraba tranquilamente la televisión. Bob esponja, de hecho.
Estaba a punto de gritar de la emoción cuando el susodicho se giró con cara de pocos amigos.-¿Qué pasa?-Empezaba a asustarme. Nunca lo había visto tan serio.
-Esto es una mierda. ¡¿Por qué no ponen los dibujos en español?! ¡Quiero entender a Bob esponja!-Lo miré atónita unos segundos y después empecé a correr hacia él para terminar tumbada sobre su cuerpo mientras lo abrazaba como si se me fuera la vida en ello.
-¡Te extrañé tanto maldito idiota!-Sentí como su risa llenaba plenamente sus pulmones de lo pegados que estábamos gracias a mi repentina reacción, pero no me importó porque estaba aquí. Mi simio menos simio estaba aquí.-¿Por qué has tardado tanto en venir a verme, Julio?-Le recriminé mientras me sentaba a su lado.
-Eso no importa, hermana. Porque aquí nos tienes.-Me giré para mirar al simio que había hablado y no me equivocaba, mi Doraemon estaba aquí.
-¡Xavier!-Corrí de nuevo hacia él para abrazarlo y él me elevó mientras me abrazaba por la cintura.
-Eh...¿hola?, yo también existo, ¿sabes?.-Giré mi rostro para encontrarme con el pelirrojo, a quién no dude en abrazar también mientras sonreíamos .
Pasados unos minutos de saludos y risas mi mente hizo clic.
-¿Y Alex y Cristian?-Los miré y ninguno contestó, se limitaron a mirarse entre ellos, lo que no era para nada bueno.-Chicos...-Insistí.
-Alex se ha vuelto a teñir, tiene el pelo rojo.-Miré a Julio, quien tras decir eso sonrió sin mostrar los dientes.
Y creo recordar que Alex solo se tiñe el pelo cada vez que pasa algo importante, por lo que o ha pasado algo muy bueno o algo tremendamente malo. Y a juzgar por el comportamiento de todos y su repentina aparición sin aviso previo...me temo que será algo tremendamente horrible.
¿En qué estás metido maldito idiota?
***
Hello! Siento tardar tantísimo en actualizar pero tengo muchas cosas en la cabeza y al parecer la inspiración no es una de ellas, jum.Y por si no lo dije...FELIZ AÑO! Aunque con 11 días de retraso jajaja
Bueno, me vuelvo a esfumar.Adiosito!!
XOXO 😘💕
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~Mi Lucifer~
Romance¿Acaso pensaba de verdad que esto había acabado? Es decir, matamos al malo, claro. Pero el problema está en que todo malo tiene un padre que la mayoría de las veces le enseñó todo lo que sabe. Y esta, para mi desgracia, no es la excepción. Si, es...