15. Estúpido, mentiroso e imbécil.

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Narra Ángel

Estaba viendo un estúpido anuncio de perfume cuando escuché la puerta abrirse. Sentí mi corazón acelerarse antes siquiera de ver a la persona que acababa de entrar, como si mi cuerpo pudiera reconocer a esa persona antes siquiera de verla.
Y eso sólo podía significar que ella estaba aquí.
-Mi Lucifer.-Su voz resonó en mi cabeza unos segundos, los que tardé en girarme para verla. Para ver a la mujer que había cambiado mi vida y a la que amaba más que a mi mismo.
Sabía que lo que iba a hacer era cruel. Pero sentía la necesidad de demostrarle a mi chica que el idiota de su novio estaba perfectamente.
Puse mi mejor cara de confusión y la miré directamente.

-¿Quién eres tú y por qué me llamas así? ¿Dónde está Katy?

En el mismo momento en el que pronuncié el nombre de Katy me arrepentí inmensamente de lo que estaba haciendo. Vi el mundo venirse abajo en los ojos de Hélade y me odié. Mucho. Quise levantarme e ir con ella, abrazarla y pedirle perdón. Pero no podía ni moverme para ir al baño sin que la máquina pitara descontroladamente.

-Hey. No llores, por favor.- Nada. Ni me miraba. Estaba metida en su dolor y no me escuchaba. Y me sentí el peor hombre del mundo. Qué digo hombre, el peor imbécil.- Hélade, por favor no llores.- Pero nada. No surtía efecto. - Lilith, por favor.-Mi último recurso pareció funcionar. Dejó caer sus manos, que habían estado tapando su rostro mientras lloraba, y me miró. Una última lágrima cayó por su mejilla y la limpió con la manga de la chaqueta que llevaba puesta.
-¿Cómo me has llamado?- Susurró y sonreí.
Sonreí a pesar de saber que me esperaba la peor bronca de la historia.
-¿Acaso has olvidado el nombre de la mujer de tu Lucifer?- Dije aún con la sonrisa en el rostro. Ella me imitó.
-Idiota.- Corrió hacia mí y me besó con una delicadeza que hasta se me olvidó lo mucho que me dolía todo el cuerpo.
-Perdóname. Por todo. No debí mentirte, ni ahora ni con lo de tu madre. Lo siento, Hel. Fui un estúpido y entiendo si quieres que desaparezca de tu vida para siempre.- Las palabras salieron aceleradas, como estaba mi corazón. Tenía miedo de que esté fuera nuestro último beso. Tenía miedo de perderla.
Su mano acarició mi mejilla y cerré los ojos para poder disfrutar del roce de su piel contra la mía.
-Eres un estúpido, un mentiroso y un imbécil. Pero eso no me importa lo más mínimo en este momento, ¿si? Sólo quiero que estés bien y que no olvides que te amo.

Volví a sonreír. Ella era tan buena como el primer día... debería haber echado a correr la primera vez que me vio, pero no lo hizo. Y la amo por ello. Abrí los ojos para encontrarme con aquellos ojos que me tenían loco y tomé la decisión de decirle toda la verdad. Ya era hora.
-Quiero explicarte por qué lo hice.-Las palabras empezaban a salir a trompicones de mi boca. Me costaba hablar, estaba cansado y dolorido. Pero debía explicarle todo.
-Shhh. No hables. No es necesario ahora, confío en ti. Tienes que descansar.-Besó mi frente, dispuesta a dejarlo estar. Pero yo no pensaba lo mismo.
-No. Escúchame.-Asintió y pude ver en su mirada cómo la curiosidad por saber y el dolor por verme así se debatían por dejarme hablar o no.
-Adelante.-La curiosidad había ganado esta vez.
-Tu padre nos contrató a Marcos y a mi para protegerte. Para evitar que entraras en nuestro mundo y para evitar que Giorgio o cualquiera pudiera hacerte daño. Estuvimos cuidando de ti en la distancia durante gran parte de tu adolescencia, y Marcos había prometido que no dejaría que entraras en nuestro mundo. Que no se acercaría a ti si no era estrictamente necesario. Pero yo no lo hice. Y realmente moría por acercarme. No sabes lo que sentía verte, querer acercarme a ti y no poder. No quiero decirte que ya estuviera enamorado desde el principio, pero sí sentía algo que me llamaba en ti. Así que me acerqué. O más bien tú permitiste que me acercara cuando fuiste a esa fiesta, y mil gracias por eso. Yo no había prometido no acercarme a ti, por lo que no estaba rompiendo ningún juramento o contrato. El resto de la historia ya la conoces, la has vivido conmigo. Y de verdad, gracias por haberlo hecho. Eres lo mejor de mi vida, Hel. No podría soportar perderte.-No me había dado cuenta pero estaba llorando, ambos estábamos haciéndolo.- Tu padre nos contó las razones por las que debíamos cuidarte el primer día en que entramos a trabajar para él, pero nos amenazó para que no te dijeramos nada, puesto que si sabías la verdad podrías hablar con alguien, hacer preguntas y que Giorgio te encontrara antes. El hecho de aceptar trabajar para él fue la  misma técnica que  utilizamos con su hermano. Nunca buscaría a su  hija entre la gente que trabaja para él. Lo siento mucho, nena.- Su rostro estaba bañado por un mar de lágrimas y me permití alzar la mano para secárselas. Ella no se movió, sólo cerró los ojos.- ¿Podrás perdonarme?-Dije en apenas un susurro. Ella abrió los ojos. Estaban rojos e hinchados, pero aún así seguía siendo la mujer más hermosa que había visto en mi vida. La amaba con todo mi ser y solo esperaba que ella pudiera decir lo mismo o mi vida realmente no valdría una mierda.
-No hay nada que perdonar. Ya lo hice en el momento en el que recibí la llamada del hospital y me di cuenta de lo injusta que había sido contigo. Estás aquí por mi culpa, Ángel.-La desesperación brotaba de sus palabras como brota el agua en un manantial.- No debí hablarte así, no debí decir tantas cosas...- Las lágrimas habían vuelto y con más intensidad, pero volví a limpiarlas. Miró al suelo y se rompió por completo.
-Escúchame bien.- Alcé su barbilla para que me mirara a los ojos y lo hizo. Se limpió las lágrimas mientras intentaba ocultar las que estaban por salir. Sus ojos brillantes me miraron con una intensidad tan hermosa como triste.- Tú no tienes la culpa de que tu novio sea un kamikaze y un imbécil.- Esto la hizo sonreír un poco, lo que me hizo sonreír a mi.-Si estoy aquí es por idiota, no te culpes.
Nuestros labios se juntaron y sentí la vida regresar a mi cuerpo. Sentí como si los dolores que tenía fueran una ilusión y lo único real fuera ella. Sus labios, y lo bien que me hacían sentir cuando se juntaban con los míos.
-Te amo, Ángel.-Susurró contra mis labios.
-Te amo.-Respondí. Y nunca estuve tan seguro de unas palabras en mi vida.

~Mi Lucifer~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora