26. Tú vienes conmigo.

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Narra Julio

No podía creerme lo que acababa de pasar. Había visto cómo se llevaban hacía unos 10 minutos a Marcos, Alex y Ángel y no había podido evitarlo. ¿La razón?

Tenía a un Stefano Baggio muy vivo delante de mi.

-¿Dónde está la chica?-Su voz, firme y fría resonó en mi cabeza unos segundos. Solo podía pensar en que mis amigos,que no habían sido capturados, pudieran llegar a ella antes que él.-¿No vas a hablar?

-¿Tú no deberías estar chamuscado junto a tu hermano?-Respondí de vuelta. Una sonrisa se formó en rostro. Era la pura maldad hecha persona. En ese momento lo entendí todo.-¿Le has tendido una trampa a tu propio hermano? ¿Y qué hay de "no se toca a la familia"?-Pregunté realmente horrorizado.

-No es de tu incumbencia. Pero solo te diré que nadie pensará que yo lo planeé. Tan solo que mi hermano estaba en mi lugar por desafortunados acontecimientos.-La sonrisa macabra volvió. Este hombre estaba peor de lo que yo había imaginado.

-Él no iba a matarte.

-Yo no soy él. Si me traicionas mueres. Tarde o temprano, pero lo haces.-Tragué saliva.-¿Tienes miedo?-No respondí. Su sonora carcajada se me grabó en la mente.-Pues deberías. Dime donde está la chica.

No dije nada. Ni lo haría aunque muriera allí mismo. Salvo que por un milagro del destino ese no era mi final.

-Suelta el arma o mueres tú, Baggio.-La voz de Xavier me hizo el hombre más feliz del mundo. Estaba justo detrás de Stefano, apuntándolo con un arma directamente a la cabeza. Al lado de mi amigo, estaba Damián, con otra pistola apuntando hacia el mismo lado que la primera. Esto se había puesto interesante.

-¿Creéis que he venido solo?-Dijo con sarcasmo sin girarse hacia ellos. Yo si los vi, estaban sonriendo.

-Contábamos con ello. Si quieres podemos traerte sus cabezas, aunque tardaríamos un poco, ya sabes.

Vi como la expresión seria del italiano flaqueaba unos instantes y en mi imaginación brincaba de alegría frente a él.

-Este es tu final, Stefano. ¿Tienes algo que decir?-Pregunté, aún sabiendo que estaba bailando con la muerte.

-Que si muero, tú vienes conmigo.

Y entonces un arma se disparó, seguida al segundo de otra. Sentí el impacto certero en mi pecho, tan ardiente como ninguna otra herida que hubiera tenido. Y entonces lo supe. Este no solo era el final de Stefano, sino también el mío.

Sentí unos brazos agarrarme para no caer al suelo, pero no podía ver con claridad. La boca me sabía a sangre y sabía que no había vuelta atrás.

-Gracias por todo, chicos. Me alegro de haberos conocido.-Dije como pude, intentando no ahogarme con mi propia sangre.-Decidles a los demás que os quie...ro.

~Mi Lucifer~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora