Narra Hélade
Quince días. Habían pasado quince días desde el suceso del hospital y parecía que a Baggio se lo había tragado la tierra. A los dos hermanos, en realidad.
Giorgio no había intentado contactar con nosotros, principalmente porque nos habíamos deshecho de los móviles al salir del hospital, y seguramente porque no sabía dónde estábamos. Lo que era bastante conveniente.
Elisabeth había arreglado todo con la policía y el hospital para que aquello quedara en el olvido. Había sobornado a unas cuantas personas y arreglado los desperfectos, dejando el suceso frente a los medios de comunicación como una broma sin importancia que habían hecho unos idiotas con pistolas de fogueo. Así que nadie sabía qué había pasado realmente, salvo Baggio y nuestro equipo, obviamente.
Mi reaparecida madre nos había acogido en su base secreta, como Ángel denominaba a su casa, la cual realmente contaba con unas instalaciones dignas de un lugar como ese. Mi novio estaba en una especie de enfermería con todo el equipamiento necesario y un doctor y dos enfermeras pendientes de él las veinticuatro horas del día. Además, tenía un almacén lleno de coches y armas, y una sala adyacente a este en la que se encontraba el control de seguridad y vigilancia, además de ordenadores de alta tecnología para rastrear.
Como si se tratara de la maldita guarida de un agente secreto. Lo cual no era mentira, ya que mi amada madre era una agente del FBI que llevaba infiltrada 7 años en la familia Baggio para destapar sus negocios. Pero cuando mi padre apareció fue cuestión de tiempo que las cosas se torcieran. Giorgio averiguó la verdad tres años después de mi nacimiento, y ha intentado acabar con ella, salvo que no lo ha conseguido.
¿Cómo lo sé? Fácil: quince días dan para muchas preguntas y muchas explicaciones.
Y a pesar de que me dolía no haber crecido con ella, aunque amaba a Esther, no podía reprocharle nada. Si me hubiera mantenido junto a ella quizás ninguna estaría viva.La de Elisabeth no fue la única explicación que recibimos, Alex se sinceró respecto a Fiorella y la masacre de su familia. Así que ahora todos estábamos a favor de acabar con ella también, salvo Ángel, que seguía pensando que meterla en la cárcel sería lo mejor para Luca.
Lo que aún no puedo explicarme es por qué, si Ángel había estado viendo a Luca las primeras semanas de nuestra llegada, Fiorella no lo había descubierto con su hermano. A menos que lo viera desde la distancia, lo cual tendría mucho más sentido.
En fin.
Estaba junto a Ángel en la enfermería, viendo la serie de juego de tronos, cuando Elisabeth entró.
La verdad es que sí resultó ser una buena persona, aparte del hecho de que había amenazado con matar a Marcos, nos había ayudado en todo. Así que se había ganado mi respeto, no tanto como mi confianza, pero por algo se empieza.
-Chicos, tenemos un plan. Pero yo no puedo tomar parte en él porque mi deber es arrestarlos, no matarlos. Así que llegará un punto en el que estarán solos.-Ante la retahíla de palabras que acababa de decir lo único que se me ocurrió fue cerrar el portátil y fruncir el ceño.
-¿Podrías ser un poquito más precisa? Y por favor, empieza desde el principio.- Me dedicó una sonrisa avergonzada y le devolví mi mejor cara de niña buena.
- Está bien, perdón.- Tomó aire y lo soltó despacio.- Hemos pensado en algo que podría funcionar para acabar con toda la familia de un solo golpe. El problema es que yo no podré ayudaros, bastante me está costando mantener mi situación en secreto.-Es comprensible, pero ¿cuál es el plan?- La voz de Ángel sonaba un poco ansiosa, seguramente en su interior estaba aún peor, pero lo disimulaba.
-No hay indicios de que Giorgio sepa la verdad sobre ti, Hélade, así que usaremos eso en su contra.
-¿Pero y si sí lo sabe?- Pregunté.
-Si fuera ese el caso tenemos un plan b. Pero no creo que sea así, al fin y al cabo tengo hombres infiltrados en sus filas y no me han contado nada, tan solo que os está buscando porque Ángel y Marcos aún no han cumplido con el trato.
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~Mi Lucifer~
Romance¿Acaso pensaba de verdad que esto había acabado? Es decir, matamos al malo, claro. Pero el problema está en que todo malo tiene un padre que la mayoría de las veces le enseñó todo lo que sabe. Y esta, para mi desgracia, no es la excepción. Si, es...