22. ¡Esto no es un juego! II

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Narra Ángel

No podía creer lo que mis oídos acababan de escuchar. Sentía mi sangre arder mientras mi corazón se agrietaba lenta y dolorosamente. No podía acabar así. No podía rendirse. La mujer de la que me había enamorado no se rendiría tan fácilmente. No podía simplemente dejarnos solos, no podía. 

Me había enamorado de una egoísta que solo pensaba en ella. ¿Qué sería de nuestra hija sin su madre? ¿Y de su madre? ¿Cómo se lo diría? Hey, mamá. Soy Hélade, tu estúpida hija que va a morir sin luchar. 

No. Me negaba a aceptarlo. 

¿Qué sería de mi sin ella? Yo, que antes de conocerla era una bala perdida, una persona sin rumbo ni ánimo por algo que no fuera venganza o diversión. Yo, que hasta que ella no llegó a mi vida no supe lo que era el amor de verdad. El que duele, pero porque es real. Porque te complementa. No podía perder esa parte de mí.

Tú eres el egoísta, no ella. ¿No lo ves?

Mi subconsciente, el cual llevaba sin aparecer demasiado tiempo, había decidido que era hora de hacer su estelar aparición. Y realmente no quería saber nada de él, pero no tenía otra opción.

Ella tan solo quiere dejar de luchar. Lleva tiempo luchando por tu culpa. Por tu vida y por haberla metido en ella. Tus actos tienen consecuencias y ella también las paga.

Ella aceptó mi vida con lo bueno y lo malo.

Por ti.

Si. Por mi.

¿Y tú no puedes aceptar su decisión? ¿Por ella? Ella sufre por tus actos, deja que decida cuándo debe morir.

Su familia biológica también le ha ocasionado problemas, no me eches la culpa de todo a mi.

¿Y sabiendo eso sigues sin poder aceptar su decisión? ¿Sabiendo que lleva una vida de mentiras con gente que quiere matarla sin que ella haya hecho nada? 

Pero ella no es culpable, no debe morir por mi.

Ni tampoco vivir por ti. Tiene que vivir porque ella quiera hacerlo, ¿Es que no lo ves?

Silencio. Tanto dentro como fuera de mi cabeza. Mi subconsciente tenía razón, yo no podía obligarla a seguir luchando contra algo de lo que no tenía culpa. No podía forzarla a vivir una vida de huidas, muerte y dolor. Tenía que aceptar su decisión.

Pero, ¿cómo aceptar que la persona que amaba iba a morir?

Narra Marcos

Llevaba una semana sin ir a ver a Hélade, pero no porque no quisiera, sino porque las cosas con Baggio se habían complicado bastante. En teoría, para cuando ella despertara los Baggio debían estar muertos, pero habían localizado el lugar en el que estábamos escondidos y habíamos tenido que irnos y empezar de cero con las medidas de seguridad.

¿Que cómo nos habían encontrado? Muy fácil. La mujer que iba a hacer la limpieza había sido chippeada, ¿qué quiero decir con esto? Que habían puesto un chip de localización en su coche, así que habíamos tenido que empezar de cero justo cuándo íbamos a dar el gran golpe. Pero en fin, son cosas que pasan.

Caminé hasta el coche y tras cerciorarme de que no tenía nada que no debiera estar, conduje hasta el hospital, donde esperaba ver a Hélade dormida y a mi hermano tomado de su mano, como llevaba pasando desde que entró en coma.

Para mi sorpresa lo que me encontré no era lo que imaginaba, pues nada más llegar al parking me encontré con mi hermano dando vueltas de allá para acá en el desértico lugar. Tan solo había 9 coches de las 20 plazas que había disponibles así que no me resultó difícil aparcar. Una vez con el motor apagado y el coche cerrado me dirigí hacia él. 

Cuando estuve más cerca pude ver que sus ojos estaban rojos y pude notar como la vena de su cuello se hinchaba por la impotencia. Y pensé lo peor.

-¿Qué ha pasado, hermano?-Pregunté temiendo su respuesta.

-Ha despertado.-Y me reí, feliz. No salté porque no tenía edad ni parecía ser un buen momento, pero de haber estado solo lo habría hecho sin duda. Ella estaba despierta de nuevo.

-¿Entonces cuál es el problema? Es genial, hermano. Ella vuelve a estar con nosotros.-Dije con una gran sonrisa.

-No lo entiendes, hermano. Ella está ahora, pero no lo estará en un tiempo.-Mi sonrisa flaqueó.

-¿Qué quieres decir?

-Se muere, maldita sea. ¡Se muere!-Le dio un puñetazo a la columna del parking que tenía justo al lado y yo me quedé ahí parado sin saber qué hacer o decir.

La chica de la que estaba enamorado se iba a morir. O mejor dicho, la chica de mi hermano, de la cual no había dejado de estar enamorado, iba a dejarnos para siempre.

~Mi Lucifer~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora