21. Algo iba mal.

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Narra Hélade

De nada me había servido ocultar mi dolor durante estos días, ahora la enfermería no solo era para mi novio, sino que habían predispuesto una segunda camilla para examinarme a mi. El doctor auscultaba mi abdomen con cara imparcial, y yo solo podía ponerme más y más nerviosa. Mi madre tenía una de sus manos tomando la mía mientras Ángel nos miraba desde su propia cama.
-¿Qué ocurre, doctor? ¿Está todo bien?-Preguntó Ángel. Su voz casi tan preocupada como sonaría la mía de poder hablar.
-El pulso del bebé es débil. Esto se puede deber al constante estrés que ha sufrido, Hélade. Me temo que tendré que hacerte más pruebas en un hospital, de lo contrario podrías perder al bebé.
La sola idea de perder a la pequeña personita que crecía en mi interior, la cual llevaba parte de la persona que amaba, me preocupó tanto que casi pasé por alto el hecho de que nos estábamos escondiendo e ir a un hospital solo traería cosas malas.
-¿No pueden conseguir lo que haga falta y examinarme aquí?- Mi corazón se había agitado considerablemente. Por un lado sabía que no podía ser la culpable de que nos localizaran y mataran a todos, pero por otro era mi bebé, no quería arriesgarme hasta el punto de perderlo.
La expresión del médico no cambió.
-Me temo que no. Sería muy costoso y tardaríamos demasiado. La mejor opción es acudir a un hospital.
-Está bien, pero tengo condiciones.-Mi mente iba a mil por hora en ese momento. No permitiría que nada malo le pasara a la gente que me importaba. El médico asintió.
-Adelante.
-Iremos al hospital más alejado posible, me registraré con un nombre falso y usted será mi médico. No quiero que nadie al que no conozca se acerque a mi y se lo cuente a Baggio. Su equipo deberá ser de confianza, no podemos dejar que nos descubran.-El médico asintió, conforme.
-Prepárese, vendremos a por usted en media hora.- Asentí y vi como salía de la habitación. Miré a Ángel, quién me miraba con su expresión neutra, intentando ocultar la preocupación y el miedo que, sabía, estaba sintiendo.

Opté por ignorar su preocupación, bastante tenía con la mía.
Fui a mi habitación y metí ropa limpia en una mochila junto con un set de higiene personal para posteriormente regresar a la enfermería y encontrarme con Ángel vestido y sin cables.

-¿Qué crees que estás haciendo?-Pregunté, temiendome su respuesta.
-Voy contigo. He hablado con tu madre y está de acuerdo.
-¿De verdad?-Pregunté dudando seriamente la veracidad de sus palabras. Su encogimiento de hombros y su mirada hacia el techo me dieron la respuesta.-¿Qué Le has dicho?
-Nada malo. Sólo que si no me dejaba acompañarte tendría que buscarse a otro kamikaze que intentara matar a Baggio.
-Eres un idiota, Ángel. Aún no estás curado del todo, no puedes arriesgarte así.
-Tú eres la idiota si piensas que voy a dejar que vayas sola.
-No estará sola. - La voz de Marcos a mi espalda me hizo darme la vuelta. - Elisabeth me lo ha contado y no voy a dejar que vaya sola. La cuidare como si fueras tú, te lo prometo.-Miré a mi chico, el cual cambiaba su expresión por una mezcla entre derrota y confianza. Ya estaba hecho.
-Perfecto. Ahora vuelve a la cama y llama a la enfermera. Volveré pronto. - Me acerqué a él y besé sus labios. - Te quiero.
-Os amo. - Besó mi frente mientras acarició mi vientre. Sonreí y salí de la habitación seguida de Marcos.
Caminamos en silencio hasta que vimos aparecer al doctor frente a nosotros.
-Es la hora. Vamos. - Asentimos y lo seguimos hasta el garaje. Subimos a una ambulancia, que ni siquiera sabía que estaba ahí hasta ahora, y nos pusimos en marcha.
Miré a Marcos, quien no quitaba su mirada de mi.
-Gracias. - Es lo único que fui capaz de decir.
Sentía remordimientos por lo que había pasado tiempo atrás, pero a pesar de que yo, por fin, estaba completamente segura de que amaba a Ángel, no podía dejar de pensar en ese mismo instante si Marcos lo tenía claro. Podía notar su mirada hasta cuando ni siquiera podía verlo de reojo.
Era frustrante, por lo que el camino se me hizo más largo de lo que ya era.

El sonido del motor debería ayudarme a no pensar, pero no lo hacía, solo se sentía como un martillo eléctrico abriéndose paso en mi cerebro. La luz empezó a molestarme y me di cuenta de que no era el pensar si Marcos seguía teniendo esperanzas en lo nuestro lo que me estaba haciendo daño, sino que realmente algo iba mal en mi cuerpo.

***
Holuu! Como veis ahora si cumplo mi palabra y subo cuando digo que lo haré, jeje.
Llegamos a 12 visitas en este y subo el siguiente!
Espero que os esté gustando, si no es así...no sé, hacedmelo saber...
XOXO
😘💕😘💕😘

Pdta:adelanto que vienen cosas tochas... Y que el final quizá no sea el esperado. Pero como dije en la primera parte.. Quería cambiar un poquito todo el cliché de siempre. Aunque fuera un poquito 😬

~Mi Lucifer~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora