28. ¿Dónde está el pony?

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Tres días más tarde

Narra Ángel

Como habíamos acordado nada más salir del edificio, prendimos fuego al lugar. Una medida muy cruel y desconsiderada para con aquellos que habían perecido en batalla, e incluso demasiado cruel para Fiorella, la mujer que había acabando sacrificando su vida por la de otro, pero era la única forma de no dejar pruebas.
La verdad es que Elisabeth se tomó mejor de lo que esperaba el hecho de que el almacén se prendiera fuego con los hermanos Baggio dentro, quizá porque había sido más rápido para ella que su plan y había perdido menos hombres. Y dado que en la mansión había perdido a todos los que la acompañaron... Fue un gran éxito por nuestra parte.

Descubrimos también que Fiorella llevaba un marcapasos conectado a una máquina que el supuesto Marc llevaba junto al corazón. Si ella moría, la máquina daba una descarga brutal al corazón del tipo, que viene siendo lo que pasó aquél día. También averiguamos que estaban unidos porque el hombre había jurado proteger a Fiorella a cambio de un tratamiento para su madre y a cambio también de dejarles la vida solucionada a sus hijos a su muerte. 

Al parecer, Baggio le había dado órdenes de que nos matara a todos si no aparecía a media noche, y al no hacerlo, él lo intentó. Salvo que no contaba con el sacrificio de Fiorella. Para ser sincero, creo que nadie podría imaginar eso.

Por otro lado, estaba el funeral de Julio. Cuando me enteré se me partió el alma en mil pedazos...era demasiado joven y bueno...no merecía ese final. Pero por suerte o por desgracia Stefano tuvo el mismo o incluso un final peor. Mis amigos lo dejaron con vida unas horas para que se consumiera del dolor y finalmente, como última tortura, lo lanzaron al fuego que aún ardía en el almacén. Siendo así el final pactado desde un principio, más o menos.

Ahora, solo me vienen a la cabeza momentos pasados con Julio, como aquella vez que le regalé un pony porque decía que nunca había tenido uno. Recuerdo su risa resonar por toda la casa cuando le entregué el pony. 

Un muñeco a tamaño real que incluso relinchaba y se movía, hecho exclusivamente para él.

Recuerdo también el golpe que me dio con él cuando se cansó de reírse y la foto que nos hicimos "subidos" en él.

Fue el día del primer cumpleaños que pasó conmigo, y creo que fue en ese momento en el que decidí que era uno más de mi familia.

La vida es una mierda, cómo podéis ver. 

Ahora, un día después del funeral de mi hermano me encuentro en su habitación, con mi hijo, el cual no había vuelto a mostrar ningún sentimiento acerca de todo lo que pasó. Estamos sentados en su cama contemplando aquella foto con tristeza.

-Papá, ¿dónde está el pony?-Dijo señalando la foto que yo mismo le había prestado.

Sonreí con tristeza.

-Se lo regaló al primer niño que vio por la calle, decía que con eso espantaría a las chicas.-Reí sin una pizca de alegría en el cuerpo, pero a Luca pareció hacerle gracia, porque sonrió y me abrazó.

-Todo pasará, papá. Si estamos juntos todo irá bien.-Le revolví el pelo, lo abracé y besé su cabeza.

¿Cómo podía ser tan positivo después de todo lo que había pasado? ¿o quizás simplemente quería parecer fuerte para no decepcionarme? Si era así me negaba a que lo hiciera. Tenía que aprender que los niños también lloran, y no por ello hay que sentir vergüenza. 

Así que lo dejé salir. Todo el dolor salió de mi cuerpo a través de las lágrimas.

Y por fin, mi hijo también lo dejó salir.

~Mi Lucifer~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora