19.Sono qui II/II

842 81 0
                                    

Narra Hélade

Todo pasó muy rápido, y por mucho que había intentado retenerlos, Ángel tenía razón; no era suficiente.
En menos de media hora teníamos dos armas apuntando a la cabeza de Ángel, una de las cuales se movía también de Álex a mi para recordarnos que también íbamos a morir.
Escuchábamos las voces lejanas de los enfermeros pidiendo que desalojaran los pasillos y que los pacientes que pudieran salir también lo hicieran. ¿Y yo? Estaba temblando.
Las lágrimas amenazaban con salir, iba a perder una vida junto al hombre al que amaba, con nuestra hija y nuestros amigos a manos de dos sicarios. Me resistí a llorar, no podía dejar que me vieran débil.
Pero justo en el momento en el que los tipos iban a apretar el gatillo pasó algo realmente maravilloso.
Llegaron los refuerzos.
Detrás de los tipos enormes estaban nuestros amigos, todos armados con una pistola que apuntaban a las cabezas de los hombres que querían acabar con mi nonata felicidad. Nunca estuve más feliz de verlos que ahora.
-Lascia cadere le tue armi o muori.(Suelta las armas o muere)- Era Julio el que había hablado y los sicarios obedecieron. Dejaron las armas en el suelo suavemente y se dieron la vuelta para encontrarse con los chicos. Alex se apresuró a recoger las armas y a pasarme una.
-Tenéis que iros, chicos. Estoy seguro de que han llamado a más.-Ángel, desde la cama, seguía siendo la cabeza pensante. Pero seguíamos teniendo el mismo problema, no podía moverse.
-No vamos a dejarte aquí.-Afirmé al comprender lo que estaba diciendo.
-Soy un lastre, nena. No podéis morir todos por mí.
Estaba a punto de quejarme cuando los chicos se hicieron a un lado. Los hombres de Baggio no se atrevían a moverse a pesar de que ya no había un tiro limpio de mis amigos hacia ellos, así que temí lo peor. Si la policía había llegado íbamos a acabar todos presos.
Sólo que no era la policía.
Una mujer rubia entró en la habitación y se me quedó mirando fijamente. Su mirada penetró en mi hasta el punto de que se me hacía familiar, pero no podía reconocerla.
Marcos entró también y supe de quién se trataba. Aquella mujer era mi madre y los hombres de Baggio la temían. ¿Por qué?
-Tú debes de ser Hélade.- Dijo sin apartar su mirada de mí. Asentí. -Soy Elisabeth.
Hubo un silencio incómodo para todos. Yo no sabía qué decir ni qué hacer ahora. Y parecía que ninguno de los presentes estaba dispuesto a romper el silencio, hasta que Marcos lo hizo.
-No tenemos tiempo para esto. Si realmente quieres que confiemos en ti haz que Leo se lleve a mi hermano. Más hombres de Baggio no tardarán en venir.
-De hecho dudo mucho que se atreva a enviar a nadie más. El hospital ha sido desalojado, la policía está de camino, ha perdido su oportunidad y a dos hombres. No perderá más.- Elisabeth parecía ser la única consciente de todo lo que estaba pasando y la única capaz de entender la gravedad de la situación en su totalidad.- Debemos irnos, todos. Amenos que alguien quiera hacerle compañía a estos dos en la cárcel.
-No podemos irnos sin él.-Dije agarrando con firmeza la mano de mi novio. La mujer sonrió con ternura y un brillo en los ojos. Sí, era mi madre. Pero aún así esto no se sentía correcto. Al menos no para mí. No aún.
-No te preocupes, hija. Leo se encargará de eso.- Solo el hecho de utilizar ese término para referirse a mí me resultó extraño, irreal, incorrecto. Pero si lo que decía era verdad, como si quería llamarme koala.

Me alegró comprobar que era cierto. Un señor de aproximadamente su edad entró en la habitación vestido de enfermero y nos hizo salir a todos para poder llevarse a Ángel en su cama.
-Ya he dejado los papeles correspondientes en recepción, señora.-Le dijo. Ella asintió y el señor desapareció con mi novio por el pasillo que daba a la azotea.
-No entiendo nada. ¿Puedes explicarmelo?-Pedí, incrédula. Todo estaba pasando tan rápido que no podía comprender ni la mitad. Lo único que sabía es que habíamos salido de esta, nada más.
-Claro, pero primero tenemos que ponernos a salvo. Marcos y tú seguid a Leo hasta el helicóptero, ahora me reuniré con vosotros. Y los demás, bajad por las escaleras de emergencia y conducid hasta esta dirección. Que no os sigan.-Le entregó un papel a Álex, me cogió la llave del ascensor de la mano y tras ponerlo en funcionamiento desapareció.
Realmente mi mente no alcanzaba a comprender nada de lo que acababa de pasar, tan solo sabía que tenía que ir con Marcos si quería estar con Ángel, y eso haría.

***
Hey! He vuelto!
Aquí os dejo el capítulo. En el momento en el que tenga tan solo 5 visitas subiré el siguiente.
XOXO
💕😘

~Mi Lucifer~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora