1. El pizzero.

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Había pasado un mes desde que dejamos nuestro hogar, dos desde que murieron seres queridos y odiados, y seguíamos aquí, en la ciudad de la moda, en Milán.
No voy a mentir, estaba bastante bien a solas con Ángel, nos sirvió para unirnos más, pero ahora que Marcos había vuelto de su viaje a Roma...no estoy segura de que todo vaya a ir igual. Solo con recordar lo incómoda que me sentí la primera semana que pasamos los tres juntos, antes de saber que Marcos se iría tres semanas en busca de trabajos que no nos delataran...bueno, no me hace especial ilusión. Pero no puedo hacer nada, si Ángel sigue vivo es gracias a él, y considerando que posiblemente Giovani también nos hubiera matado a los demás, también estoy viva gracias a él.

-Hél, ¿sigues dormida?-La voz ronca de Ángel me indicó que ya estaba despierto, y su mano en mi cintura que no era un sueño. Porque digamos que últimamente he tenido sueños extraños en los que aparecen dos personas a parte de mí, y resulta que son rubios, hermanos y asesinos.

¿A que no adivináis quiénes son?

¡Anda, pues sí!

En efecto, llevo dos semanas soñando con mi novio y su hermano, y precisamente no contábamos ovejas...no sé qué está mal conmigo, sé que quiero a Ángel, pero no puedo sacarme a Marcos de la cabeza.

Se llama culpabilidad, nena.

Creí que te habías desconectado. Meh.

Nah, solo hasta que llegara Marquitos. ¿Adivinas quién está en la cocina...?

Mierda. Mierda. Y más Mierda. Ese idiota había llegado por la noche y me las había apañado para evitarlo durante la cena, pero ¿cómo lo haré ahora?

-Mmm.-Ángel besó mi cuello mientras atraía nuestros cuerpos entre sí. En otro momento, quizá hace unas horas, esto habría terminado genial, complaciendo el deseo que sabía que tenía. Pero en ese mismo instante en el que mi mente divagaba sobre qué mierda pasaba con su hermano...Nop, no era un buen momento en absoluto.

-Buenos días, Lucifer.-Me giré y besé fugazmente sus labios, viendo como arrugaba el gesto al darse cuenta de que no conseguiría lo que quería.

-Buenos días, Lilith.-Achiqué los ojos.-¿Me llamas Lucifer y no sabes quién es Lilith?

-Alguna vez tendrás que enseñarme cosas nuevas, ¿no?-Sonreí, pero él también sonrió de lado, lo que significaba que su lado pervertido estaba despierto.

-Ya te he enseñado muchas cosas nuevas, pero siempre podremos aprender más. -Se acercó para besarme pero no le dejé, posé un dedo en sus labios.

-No utilices tu boca sino es para hablar, sucio pervertido.-Bromee y él volvió a sonreír.

-Eso no es lo que dijiste ayer...-Su tono seductor y ronco me estremeció pero a la vez me hizo gracia.

-Va, calla y dime quién es Lilith.

-La versión femenina de Lucifer, su esposa...

-Ya, ya. Pero yo no soy esa. No estamos casados.-Bromee.

-Aún.-Lo miré dispuesta a pedirle una explicación. Digo, ¿quiere casarse en plena veintena? No, no. Demasiado pronto. Pero claro, iba a hablar cuando alguien, todos sabemos quién era ese alguien, llamó a la puerta.

-Vamos, arriba. Tenemos que hablar.-Marcos. Su voz me produjo un escalofrío y no sabía si de los buenos o de los malos, pero ahí estaba.

-¡Vete a la mierda!-Gritó Ángel notablemente irritado. Seguía enfadado con él.

~Mi Lucifer~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora