Epílogo

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Años más tarde...

Narra Luca

El aire agitaba suavemente las ramas del enorme árbol plantado en el jardín, sacudiendo a su vez el columpio que colgaba de este, en el cual intentaba subirse mi hermana de 13 años, Abigail.

La verdad es que cuando mi padre se enteró de que realmente el bebé de Hélade era una niña quiso cambiarle el nombre y darle el de ella, pero la terca de su, ya por aquel entonces, mujer se negó. Habían pasado 11 años desde que nos había dejado para siempre y no podía olvidarme de aquél día.

Sus ojos me habían mirado con dulzura desde su camilla del hospital y me había pedido que cuidara de mi hermana, que cuidara de que mi padre no hiciera demasiadas tonterías y sobretodo que fuera feliz. Y es lo que estaba intentando. Me había costado muchos años poder entender todo lo que había pasado, y no os voy a engañar, aún no lo he superado. ¿Pero qué esperabais? ¿Que pasaran los años y me olvidara de mi madre y de mi madrastra cuando me dejaron de esas maneras...?

Cada vez que pienso en mi madre me la intento imaginar sonriendo, bailando o jugando conmigo, pero siempre acaba superponiéndose esa horrible imagen llena de sangre. Por ello intento no pensar demasiado.

A mis 16 años he pasado por cosas, y he visto otras, que no debería ver nadie, por lo que he tenido una infancia "de oca a oca y tiro por que me toca" de psicólogo en psicólogo. ¿Pero qué le voy a hacer? Perder a dos madres en menos de 3 años no es un palo fácil de llevar, y menos si cuando ocurrió no tenía la capacidad de entender bien las cosas.

En cuanto a mi padre...no ha querido volver a quedar con ninguna chica, dice que no quiere ocupar el sitio de Hélade. Lo que me parece una tontería teniendo en cuenta que a ella le hubiera gustado que fuera feliz.

Mi tío se fue dos meses después de que ella muriera y solo lo veo por navidad, al igual que a Elisabeth, la cual tuvo que quedarse ingresada unas semanas tras lo que vivieron el día en el que mi madre murió. O al menos eso es lo que me han contado.

No voy a negar que mi mente no está bien, es más, por las noches, muchas veces me despierto gritando porque sueño con aquella escena tan macabra. Pero no puedo dejar que eso me hunda, ni ella, ni Hélade ni nadie de las personas que me han importado alguna vez querrían que me viniera a bajo. Y es por ellos por los que sigo luchando.

Bueno, por ellos y por Abi, cuyo pelo moreno está bailando al compás del columpio. Sus ojos están clavados en mi, mientras sus piernas se balancean para mover el péndulo. Una sonrisa se forma en sus labios e instantáneamente en los míos.

A pesar de no haber tenido una madre como guía puedo decir que me siento orgulloso de ella. Con tan solo 13 años es tan amable y dulce como mi padre me ha jurado que era su madre. Es una niña muy risueña que siempre intenta hacer feliz a los demás. Y yo quiero que ella lo sea también, así que ese es mi ancla a este mundo. La razón por la que no abro un agujero en el suelo y me entierro ahí mismo. Por ella.

Y por mi padre. El cual me he propuesto que rehaga su vida. Mi madre lo hubiera querido, Hélade lo hubiera querido...Y yo solo quiero que todos sean felices. Incluso yo. Aunque quizá para eso tenga que pasar más tiempo, sé que puedo hacerlo. Tengo el apoyo de mi familia, de mi padre, de mis tíos, ya sean de sangre o de elección. Así que no me rendiré hasta lograrlo.

-¿Qué haces aquí?-La voz de mi padre hace que deje de mirar a Abi para mirarlo a él. Camina despacio hasta sentarse en el banco junto a mí.

-Nada.-Respondo mientras encojo mis hombros. Él pasa un brazo por estos y me acerca más a él.

-¿Sabes qué día es hoy?-Pregunta con una sonrisa traviesa en el rostro.

La verdad es que a pesar de los años que han pasado él sigue igual. Físicamente no ha cambiado mucho...sigue yendo al gimnasio dos veces por semana para mantener el cuerpo y le han salido unas pocas canas que le hacen ver incluso más interesante. Siendo sincero, no puedo quejarme del padre que me ha tocado. Ahora tiene un restaurante con Alex que se llena prácticamente todos los días. También tienen una discoteca que llevan Xavier y Damián. Con eso quiero decir que han conseguido salir de ese mundo que tanto sufrimiento nos ha causado.

-¿Me estás escuchando?-Insistió al ver que no respondía. Suelo hacerlo mucho, divagar, me refiero.

-Sí, papá. Sé qué día es hoy.-Sonreí sin sentirlo realmente, todo por hacerle feliz.

Hoy concretamente era el día en el que oficialmente cumplía 16. No esperaba regalos, nunca lo hacía. Con que nadie más se fuera de la mesa me conformaba. Pero siempre recibía alguno, así que supuse que sería el momento de recibir el de mi padre.

-¿Y sabes lo que tengo para ti?-Mi padre sonreía ampliamente, lo que consiguió hacerme pensar.

-¿Un coche?-Bromeé.

-No. Prueba otra vez. Tiene crín y cola.-Sonrió aún más.

-¿Me has comprado un caballo?-Pregunté sin estar muy seguro.

-Casi. Dame un segundo y cierra los ojos.-Obedecí. Sentí a Abi correr para sentarse a mi lado. Sentí sus labios en mi mejilla y escuché su risa de ardilla.

-Felicidades, hermanito.

-Gracias, pequeñaja.-Le saqué la lengua aún con los ojos cerrados.

Segundos después escuché los pasos de mi padre, ya estaba frente a mi.

-Ábrelos.-Dijo. Y de nuevo obedecí. La risa salió sola, sin poder controlarla y como llevaba tiempo sin reírme.

Era el maldito pony de Julio. Y lo sabía porque tenía pinta de estar bastante viejo, pero aun así estaba muy bien cuidado.

-Llevo buscándolo desde el día en el que te enseñé la foto. Me preguntaba si querías repetirla con tu viejo.-Sonreí con ternura y le entregué el móvil a mi hermana para que la sacara.

Una vez que tuvimos la foto lo abracé.

-Gracias por tanto, papá.-Susurré antes de soltarlo.-Pero espero que este no sea mi único regalo.-Bromeé.

Mi padre se rió, con esa carcajada tan llena de vida que resonaba en todas partes.

-No, hijo. El regalo real está esperando afuera y tiene dos ruedas y un motor.

Mi boca se abrió de una forma casi imposible.

-¿Me has regalado una moto?-La verdad es que había empezado a sacarme el teórico para el carnet de moto más bajo y no esperaba para nada que me regalara una mínimo hasta los 17. Pero aquí estaba él, sorprendiéndome como siempre.

Lo abracé. Él me entregó las llaves y yo solo quería hacer una cosa, la misma que hacía cada vez que me pasaba algo que me emocionaba.

Ir a contárselo a mis madres.

***
Hey! Pues este es el final!
Quizás no sea el esperado, y seguramente quede algo por ahí suelto... Pero después de tanto tiempo sin subir es lo máximo que mi cerebro me ha permitido escribir.
Espero que no me odieis por todas las muertes.
Como recompensa os dejo la imagen del que sería Luca con 16 años.
Espero que os haya gustado, o al menos que no odieis la historia.
Hasta la próxima vez que me digne a escribir algo y decidáis pasaros!
Adiosito😘💕😘💕
XOXO❤️

~Mi Lucifer~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora