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Quiero matarlo. Quiero ahorcarlo, cortarlo y echar sus pedazos en una bolsa de basura. Él no puede hacerme esto, ¿o si?. Tiene que estar jugando, es porque está borracho, si, pero su expresión se mantiene seria y eso no ayuda para nada si no quiero que esto sea verdad, ¿Qué estoy diciendo?

-¿Ah? -Digo tragando saliva. -¡Deja de mirarme así! ¡¿Estás haciéndome una maldita broma o qué?! -Siento que mi garganta se desgarra y Damian tiene su boca levemente abierta. Niega con la cabeza lentamente, su nariz está roja y cabello despeinado.

-¡¿Cómo pudiste?! -Grito con rabia y me levanto para caminar hasta la salida. Percibo que me sigue tambaleándose detrás de mi. Siento rabia e impotencia recorrer todo mi cuerpo, mi cara aún está seca porque estoy tensa y mi cuerpo no reacciona aún. Sólo siento mi corazón latir mil veces más rápido de lo normal. Mis pies tocan el suelo, comienzo a caminar de un lugar a otro en cortos pasos inquietantes sin saber qué hacer.

-¡No te vayas! -Grita recién saliendo del camión. Apoya su cuerpo en este estabilizando su cuerpo aún bajo los efectos del alcohol, no me importa en absoluto en estos momentos. La oscuridad es cegadora, sin embargo, los postes de la carretera me permiten mirarlo a la perfección. Me está observando pero a la vez su mirada está perdida en otro lugar.

-¿Todo este tiempo...fue todo una mentira? -Pregunto dolida, ahora con mi voz apagada.

-Lía yo

-¡Dime la verdad de una puta vez!

Asiente sin hablar y desvía la mirada sin poder mantenerla, seguro de vergüenza.

-¡¿Qué clase de enfermo hace eso?! -Grito acercándome a él y me detengo a centímetros.

-¡Lo hice porque te quiero! -Grita sosteniendo mis manos pero yo las saco de inmediato para que no me toque. La palma de mi mano golpea su rostro con fuerza y sus ojos se cierran. Un silencio absoluto invade el lugar.

Me volteo caminando hacia la calle, no sé porqué lo hago pero no puedo sólo golpearlo y quedarme mirándolo, sería demasiado cruel, no podría con eso. No escucho, de vez en cuando un viento violento sacude mi cuerpo a medida que los autos van pasando, sigo caminando pero algo hace que me detenga y gire sobre mis talones, la bencinera se ve apagada a lo lejos junto al gran camión a su lado con las puertas traseras abiertas, ningún rastro de Damian. Me quedo un momento de pie con un debate interno dentro de mi cabeza, ir o no ir. Puedo estar muy enfadada con él, pero tengo que saber que está a salvo y es difícil que lo esté si está tan borracho. Ahora es cuando me pregunto si me lo hubiera dicho sobrio.

Comienzo a caminar de vuelta, sólo para ver si tiene todas sus extremidades, sinceramente creí que me seguiría como en las novelas y tomara mi brazo para rogarme y llorar o algo así, supongo. Pero no, tengo que devolverme.

Llego y no hay rastro, ningún movimiento. La oscuridad no me permite ver mucho asi que me acerco más a la parte trasera del camión y es cuando siento que piso algo grande que cruje y grito alejándome de un salto. Era Damian. Acabo de pisar su rostro, literal. La suela de mi zapato está marcada en su cara de manera vertical desde la barbilla hasta la cien. Su nariz está sangrando. Mierda pero que mala suerte la de él. Está acostado en el suelo boca arriba con ambas manos a los costados y ojos cerrados. Me acerco aún más y noto que tiene los ojos blancos. Casi cerrados.

-Muy buena broma. -Comento cruzándome de brazos. Siempre hace bromas y no voy a caer en esta. Arrastro la mirada hacia su pecho y abro los ojos cuando no veo que sube y baja como una persona que está respirando.

DemianDonde viven las historias. Descúbrelo ahora