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-Pía no está. -Informa Bruno cuando ambos son sentamos en nuestros respectivos sillones, acabo de llegar, intercambiamos miradas, no hacía falta que le dijera para que vengo. Me da una mirada corta y suspira. ¿Cómo que no está? ¿Estás bromeando que se murió? 

-Suéltalo. -Apresuro impaciente.

-Tranquila, acaba de entrar en rehabilitación. -Habla de inmediato, elevo mis cejas  y asiento.

-Eso es bueno. 

-Sí, es un descanso para nosotros. Sólo lleva cinco días, ayer me permitieron ir a verla, está bien pero débil. Estaba demasiado metida en la mierda, el problema fue que comenzó con las drogas duras de un tiro. -Dijo con frustración. 

-¿Puedo ir a verla?

-No, sólo permiten a familiares hasta ahora. Es un sistema muy estricto. -Hace una mueca.-No te imaginas lo que ha tenido que pagar mamá.

-Si hay algo en lo que puedo ayudar por favor dime. -Hablo con sintiéndome responsable en cierto modo.

Bruno está a punto de decir algo cuando tocan la puerta y se levanta a abrirla, entra un chico como de su edad, trigueño de ojos claros y pelo negro, bajo como de mi estatura. Vuelvo a dirigir la mirada a Bruno quién mueve sus cejas hacia mi dirección como si acabara de echarle ojo a su amigo.Si claro. No estoy para eso en estos momentos.

-Antonio. -Dice su nombre y me da un beso en la mejilla. -Pero me dicen Anton. -Sonríe haciendo un movimiento corto con su cabeza hacia arriba y subo y bajo las cejas para no ser grosera.

-¿Cómo has estado tú? -Pregunta Bruno volviendo a sentarse pero ahora en el sofá junto a su amigo. Me acomodo en mi lugar rascando mi cabeza. 

-Bien. -Respondo incómoda por la presencia del otro, obviamente estoy mintiendo. Han sido los días más llorones de mi vida.

-Nos juntaremos con unos amigos aquí, mi madre está trabajando así que la casa está sola. ¿Quieres pasar el rato? 

-Eeh, no lo creo, gracias de todas maneras.  

-¡Quédate! Distráete un momento, te hará bien. -Sonríe sin mostrar los dientes y me vuelve a sentar. 

-Bruno yo

-Lía, la pasarás bien. Mis amigos son agradables -Le da una mirada a Anton y este asiente riendo.-Estoy seguro que conoces a más de uno por el Instituto, no seas amargada.

¿Yo, amargada? ¡Pff! Estás hablando con el alma de las fiestas. 

-Bueno -Río por su insistencia- está bien. 

-Iré a comprar unas cervezas y vengo. -Dice Bruno dejándome con su amigo sola. Lo que faltaba. 

Como mujer siempre tiendo a imaginarme cosas y pensé que al momento de que se fuera, Anton se acercaría a hablarme, pero no. Fueron como los quince minutos más incómodos de mi vida y me causa mucha risa, no sé por qué pero comienzo a reírme de la nada, él sólo me mira de reojo serio, lo que me causa más risa.

El hermano de mi mejor amiga entra por la puerta y levanta una ceja al encontrarse una sonrisa en mi rostro. 

-Vaya, -dice dejando la puerta abierta a su espalda, con un pack de cervezas en su mano y una bolsa en la otra. -¿La pasaron bien? 

-Ufff, ni te imaginas. -Le guiño el ojo y este alza sus cejas. Ni siquiera quiero ver la cara de su amigo. Esto es tan estúpido que me da risa, lo único que hicimos fue respirar el mismo aire. 

-Miren a quien me encontré en el camino. -Anuncia saliendo, al momento  entra como con seis personas más, todos hombres. 

Saludo a todos agitando la mano porque me da pereza saludar en la mejilla uno por uno y se sientan en la mesa hablando entre ellos, no estoy pendiente así que me quedo viendo la televisión, comienzan a abrir las cervezas, un rubio alto se acerca hasta a mi ofreciéndome una.

DemianDonde viven las historias. Descúbrelo ahora