Confesiones II
- ¿Que quieres decir con que todo se jodió? - dijo Ben acariciándome la mejilla.
Su tacto tenía la maravillosa habilidad de calmarme al instante.
- Cuando todo parecía que iba bien, entré en un agujero muy profundo y negro... Yo entré en depresión. - dije con mis ojos cerrados. Recordé todo lo que me pasó hace dos años. No se como me pude recuperar yo sola. - Y de repente deje de querer hacer muchas cosas. Deje de entusiasmarme por las cosas que antes me hacían feliz, como tocar el piano e incluso escuchar música. Los días se volvieron tristes y grises, hasta monótonos. Todo me daba igual. Las notas, las cuales me importaban mucho ya que quería entrar en una carrera con mucha nota, deje de estudiar. Dejé de dormir y empecé a pensar demasiado, más de lo que ya lo hacía, en el bus, en el instituto, en mi casa. Mi cerebro no descansaba. Deje de comer, no tenía nada de hambre. Deje de reír, no tenía razones para ello. Pero nadie se dio cuenta, y ¿Sabes qué? Eso es lo más triste de todo. Ni los que consideraba mis amigos se dieron cuenta. Deje de ser quien en realidad yo era. Mis sonrisas... Las cambié por sonrisas falsas. Estaba sola en el mundo. Mi padre y mi madre trabajaban demasiado y no quería molestarles con mis idioteces de adolescente con las hormonas locas. Y mi hermano no estaba conmigo, él estaba cumpliendo su sueño así se tampoco podía acudir a él. Solo estábamos yo y mi mente. Y nadie más. Y eso es lo peor que me pudo pasar. Empecé a hacer caso a lo que creía que era mi conciencia. Y deje de hacer caso a la lógica. Lo que pasaba es que eso no era mi conciencia. Era como una voz. Que decía cosas, que yo me creía. Solo hablaba con ella. Deje de salir con mis amigos. Estaba encerrada en casa todos los días. Solo salía para ir al instituto. Y volvía a mi habitación. Y allí me encerraba. Hasta que se me secaban las lágrimas. Hasta que me dormía. - recordé con tristeza los años pasados donde me odiaba a mi y a todo, profundamente. - Todo era una maldita mierda. Y todo empeoró cuando recurri a mi amiga la cuchilla.
Cerré los ojos. Las lágrimas se escaparon de ellos, y escurridizas como serpientes bajaron por mis mejillas.
- No se el porqué pero me apoye en los estudios. Cuando estudiaba no pensaba, ¿Sabes? Solo estudiaba. Y nada me molestaba. Igualmente seguí sin salir con mis supuestos amigos, estaba sola y deprimida. Iba al instituto como si fuera algo que vive pero que no vive a la vez, era la rutina. Respirar no es sinónimo de vivir, ¿Sabes? Puedes respirar pero sentirte morir. Y eso me pasaba a mi. Estaba encerrada en un cuerpo que luchaba por vivir con una mente que luchaba por morir. Cada vez que respiraba todo me dolía más. Todo era escozor. Nada me gustaba. Cuando llegue a segundo de bachillerato algo en mi interior cambió un poco. Intenté concentrarme en la música y los estudios. Y así conseguí salir a delante. Con mucho esfuerzo por delante, muchísimo esfuerzo pero lo conseguí. Llegue a mi meta. Conseguí una de las mejores medias de mi clase. Logré entrar en la carrera que quería hacer, y resultó que no habían plazas. Pero dado a mis notas dijeron que me tomase un año sabático, que ya me apuntaban la matrícula para el año que viene. Y aquí me tienes. - dije mirándole a los ojos. - Intentando no caer de vuelta. Intentando ser feliz. Intentando hacer que mi familia se sienta orgullosa de mi.
Ben estaba llorando. Sus preciosos ojos estaban rojos.
- No llores amor. - dije mientras le acariciaba la mejilla, limpiándole las mejillas. - El pasado es pasado, y el presente es un regalo. Del pasado se aprende, y del presente se disfruta. - dije sonriendole a medias.
Ben me miró fijamente.
- Todo lo que te ha pasado... Es demasiado. Simplemente no puedo ni si quiera imaginarme por el infierno que has aguantado, y tanto tiempo. - dijo con los ojos brillantes. - Las noches sin dormir. Los gritos callados, las lágrimas tragadas, los pensamientos... - dijo mientras negaba con la cabeza. - Yo de joven lo pase fatal, horrible, pero no se compara con lo tuyo.
- Eso depende del punto de vista cariño - dije sonríedole. - Además, ya todo pasó - dije intentando hacerle sentir mejor. - Ahora estoy aquí. Y tu estas conmigo. Mi hermano esta aquí conmigo. Sus amigos están aquí. Estoy bien. - dije sonriendole de verdad. - Ahora tengo toda la ayuda que nunca tuve. Y la voy a aprovechar.
- Si sientes cualquier cosa, cualquier indicio, dímelo. Voy a estar allí para ti. Si te sientes triste dímelo, simplemente hazlo. Quiero ser quien te consuele y quien te diga que va a estar todo bien, porque lo va a estar. Si ves que estas demasiado triste, dímelo, y yo intentaré remediarlo. - dijo Ben mientras me acariciaba la mejilla con suavidad.
Le cogí la mano y le besé en la palma.
- Te quiero. - dijo Ben apretandome la mano. - Te quiero muchísimo, Shey. Quiero que estés bien. Vamos a arreglarnos mutuamente. Tu me arregladas a mí. Y yo te arreglarle a ti.
Una sonrisa sincera se plantó en mi cara de repente.
- Te quiero - dije sonriendo. - Te quiero más que a nada en el mundo. Te necesito para vivir.
Ben se acercó a mi y me besó. Lentamente y tiernamente.
Y todo desapareció de golpe. Solo éramos él y yo. Y eso era lo único que necesitaba realmente en mi vida. Le necesitaba a él besandome, abrazandome y cantandome. Le necesitaba a él, y le necesitaba muchísimo.
Ben se había vuelto en una droga para mi. Una droga que necesitaba desesperadamente para ser feliz. Porque él me hacía feliz. Él me hacia sonreír y reír. Él me iluminaba el camino, que durante tantos años había estado oscuro.
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Ya lo se, es súper depresivo, pobre Shey que es una víctima y bla bla bla. CLICHÉ. pero bah. Espero que OS guste. Decidme que querías que pasara para orientar la novela. <3
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Hermana Sykes (Ben Bruce)
FanfictionSheila Sykes es la hermana pequeña de Oliver Sykes, famoso cantante de la banda Bring Me The Horizon. Sheila va a un Tour con el grupo de su hermano y unas bandas más, donde conocerá a sus bandas preferidas y por si fuera poco, al amor de su vida. ¿...