Una vez que salgo del estudio -en condiciones gracias a las empleadas- noto las miradas de los miembros de la corte y empleados sobre mí. No puedo culparlos, una Weynher, saliendo del despacho personal del príncipe, es algo poco usual. Normalmente esta reunión la tendría mi padre, o en su defecto madre, pero como papá fue ejecutado por los padres de Edward, madre les guarda un profundo rencor, por lo que me corresponde a mí llevar a cabo esta tarea.
Por más que busco a Frederick y a Jim no logro ubicarlos, han de estar ocupados, después de todo, el palacio es su lugar de trabajo. Salgo acompañada de un guardia hasta mi carruaje, el chófer como siempre me saluda y le ordeno ir a casa.
Con el negocio sellado he abierto la empresa que nos dejó mi padre al mundo entero, seremos los primeros desde la caída de los brujos, en comerciar con aquellas tierras tan lejanas con gente de piel amarilla y trabajadora. Según los navegantes, el mundo es mucho más grande de lo que creemos, y que aún faltan muchos continentes, reinos, culturas por descubrir, y nuestra empresa será pionera en ello. El símbolo de la familia por fin tendrá valor real. Una mano que sostiene una esfera en cuyo centro hay un barco de guerra.
Esta inversión significará un aumento en nuestras arcas como nunca hemos visto, tengo la esperanza que junto con el arroz y muchos otros productos traídos de las lejanas tierras, no solo ayudemos a aplacar el hambre de la gente, sino hacerme lo suficientemente rica y poderosa, tanto como un rey.
Temo que mi apellido desestime mis esfuerzos o los argumentos que Edward pueda presentar a sus padres, suspiro mientras acaricio mi cuello, aún puedo sentir los suaves labios de Ed... ¡el colgante!.....lo he perdido, de seguro se me salió mientras yo....
El carruaje se detiene frente a la fachada color rojo con detalles en blanco. Sus altas ventanas permiten ver los salones interiores, con sus paredes de vivos colores pasteles y dorado. Las pesadas puertas cobrizas de mi hogar se abren, para dejar ver a mi madre en el recibidor, con aire expectante. Me acerco a ella, silenciosa, tratando de mantener la calma. Subo uno a uno los peldaños de mármol, sin atreverme a levantar la mirada una vez en el cobertizo.
-Madre, yo...
-Lo perdiste.-Dice, con tono serio y reprochador.
-Lo siento madre...Prometo recuperarlo.
-¡LO HARÁS! tu padre lo trajo desde las tierras de los que construyen pirámides de piedra.- hace una pausa y suspira.- Significa mucho para mí.-Levanta la ceja y me mira con la frente en alto.- Espero que las molestias hayan valido la pena.
-Por supuesto madre.
-Cuéntame lo que has conseguido...- Entramos en el palacio, y nos dirigimos a su despacho escoltados por Derek y Margaroth.
Jim.
Noto el despacho desordenado, y a las empleadas recogiendo y poniendo todo en su lugar.
-Hemos sellado un trato que beneficiará al reino.- Dice Edward.
-A tu permanencia en la monarquía querrás decir.
-Algo así. Pero nuestra gente muere de hambre, y un pueblo maltratado por los arrebatos de dios es un pueblo difícil de gobernar.
-Pensaba que la fe era tarea del Gran Pons, ¿o es que la señorita Ginna te ha vuelto un devoto?
-Búrlate cuanto quieras, pero hacer tratos con ella resulta placentero.- Se relame los labios, y por alguna razón eso me repugna, es más, me enfurece. La señorita Ginna no está casada, ni comprometida y puede hacer lo que quiera con quien se le apetezca, pero por alguna razón, el pensar que se acostó con un hombre que no soy yo me molesta. No creo estar celoso, jamás hemos cruzado palabras más allá de un saludo, pero ello basta para que mantener viva esa devoción que le guardo en secreto. Pero ella no hace lo mismo, al parecer sus miradas sonrojadas no significan nada...
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Una Corona de Sangre I: Reina del Cielo.
FantasyMuchas personas han nacido para estar bajo la sombra de un hombre. Pero ELLA no. Ginna Weynher, una joven con una ambición infinita, hará lo necesario para llegar a lo más alto del poder, aunque el amor pondrá a prueba continuamente su ambic...