31. Natasha.

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Jim.

-Debe haber ocurrido algo muy grave para que me llamaras.- dice Natacha con su particular acento, mientras se apoya en el umbral de mi puerta, con el cabello un poco revuelto, al igual que su vestido.
Desde pequeño he mantenido una relación cercana, pero discreta con ella, una joven prostituta de lujo en esta ciudad. Debido a las órdenes del “profeta Edward” su trabajo ha sido prohibido, por ello lo realiza ocultándose en la oscuridad y recorriendo los mismos pasillos que Frederick.
-La verdad, me gustaría comenzar, y así poder soltarme un poco.- Me sonríe e ingresa en mi habitación. Cierro la puerta mientras ella se acuesta tranquilamente en mi cama, sus mejillas están ligeramente sonrojadas, signos de que ha estado con un cliente hace poco y se ha dado un baño con esencia de vainilla, que le produce una leve irritación en sus mejillas.
-Una chica ha roto el corazón de mi bebé, eso pude sentirlo incluso antes de que me llamaras.- Estira sus brazos para que vaya a la cama con ella, le obedezco y me acurruco a su lado, y comienza a masajear  mi cabello.- Tus pedidos siempre han sido especiales, haces cosas que otros jamás.
-Suena como un reproche.- Digo con los ojos cerrados.
-No es eso cariño, quiero que veas lo especial que eres. Ninguna mujer merece destruir ese bello corazón.- Coloca mi cabeza en su regazo y acaricia mi cara, mientras una lágrima silenciosa cae por mi mejilla. Al notarlo comienza a tararear una canción relajada.
-Ginna, su nombre es Ginna Weynher.- Su voz por un momento se desafina.- ¿A qué viene eso?
-¿Qué cosa?
-Desafinaste, te conozco lo suficiente como para saber que su nombre te ha perturbado.- Detiene sus masajes y me sienta frente a ella, está seria.
-Helen, eso sucede.- Su nombre me produce un pequeño escalofrío, sobretodo porque tiene suficientes razones para seguirle a pista.
-Explícate.
-Ella me pidió que averiguase quién es, y  su relación en el desastre de la boda y el puente, además de su trato con brujas.
--¿Helen... la princesa atea? No sabía que tuviese tipo de creencias.- Desde hace mucho, Valleyhigh y Backmountayn, han tenido problemas por sus creencias, el primero defiende  e impone el credo e un dios, y el segundo niega cualquier tipo de deidad, a pesar de que respeta la libertad de culto, no permite que se edifique templo alguno en su territorio. Y el tema de los brujos, es algo que escapa a la lógica de los bakcmonitas.
-Debes tener cuidado con ella.- Aprieta suavemente mi mano.
-¿Con Ginna?
-No, con Helen.- Mira hacia todos lados, en un gesto inútil de asegurarse de que nadie nos ve. -Está dispuesta a conocer los secretos de su marido y de sus colaboradores. A estas alturas sabe del tipo de relación que lleva con Edward.- Bajo la mirada y miro sus manos sobre la mías. -¡Ey! no es nada sexual. Es más bien una especie de consejera no oficial, por ello la princesa tiene tanto interés en tu dama.
-No es mi dama.- Sonrío por su comentario.- Es complicado de definir.
-Is cimplicidi di difinir... A mí no me engañas corazón, te gusta, y es enserio.- Me conoce como nadie.
-De igual manera no sirve de mucho lo que sienta por ella. Dime ¿Alguna vez te has enamorado de alguien que no está dispuesto a hacer los mismos sacrificios que tú?- Acaricia mi mejilla y atrae hacia ella, me acuna en sus brazos como un niño pequeño. Me mira con ternura y deposita un casto beso en la comisura de mis labios.
-No, pero me he enamorado de alguien a quien jamás tendré.
-Jamás es mucho tiempo, pero tarde o temprano llega.
-Jim, yo te amo.- Maldición. -Pero tú me ves como a una hermana mayor, o una madre. Y aprecio esa forma de amar, eres como mi familia.- Le sonrío y dejo que siga acariciando mi cabello. Entonces lo recuerdo, el virus, debo salvarla.
-¿Trajiste abrigo?- Digo mientras brinco de la cama en busca del mío.
-¿A qué viene esa pregunta?- Cuestiona mientras me observa correr de un lado a otro de la habitación.
-Más te vale que sea bonito, vamos a otro palacio.
-Cariño, siempre traigo ropa bonita.

Alexia.

-Jim, el guardián del su excelencia el príncipe Edward y, Natasha Valkonov.- Responde Derek a mi pregunta.
-¿Qué rayos querrá Jim a estas horas, y con una mujer de Brogmat?- Derek se encoje de hombros, usualmente les mandaría a la mierda por interrumpir mi sueño, suerte para ellos que me hago más blanda con los años. -Bien, déjalos pasar.
Enciendo una vela, lavo mi rostro y me pongo  mi mejor bata. Se han ganado el castigo de verme desmaquillada por tan desvergonzada imprudencia. De la puerta ingresan dos siluetas con capuchas, al quitárselas reconozco a Jim y a su acompañante, demasiado sensual como para ser una empleada.
-Buenas noches Jim, es un placer que nos vistes a estas horas.- Mi sarcasmo es percibido por los receptores que se incomodan en el acto, al menos así serán más directos, y no extenderán la interrupción de mi sueño.
-Lamento el infortunio, pero es de urgencia.- Se disculpa Jim.
-No te disculpes, Derek traerá café en unos momentos.- Y espero que lo rechacen y vayan directo al grano. -Por favor tomen asiento.- Ambos se sientan en el sillón de visitas, la tal Natasha toma uno de los bocadillos. En su dedo índice puedo reconocer una pequeña marca “una línea y dos puntos”, una prostituta de segunda edad, es decir que comenzó con su oficio cuando rodeaba los doce años.
Bajo el cabello de su nuca, una marca de golpe reciente, revela que su último trabajo ha sido un tanto cansador. Y por su abrigo supongo que es una prostituta de lujo.
-Oh dios mío... ¿Qué es lo que tiene?- Su reacción es la esperada, no es una noble, sino una puta.
-Chocolate cariño, en realidad crema de chocolate.- Al parecer nunca ha complacido a un hombre lo suficiente, o le han tocado solo tacaños.
-Jamás lo había probado en mi vida.- Jim le mira desconcertado.
-Nunca me lo habías dicho.- Al parecer estos dos se tiene demasiada confianza, ¿Hasta qué punto llegará su relación?
-No pensé que fuese tan rico, a los nobles les gusta el caviar y es asqueroso, pensé que el chocolate sería algo parecido.
-Muy bien Jim.- Derek sirve las tazas de café y se retira con una leve reverencia. -Tú sabrás el motivo de esta reunión.
-Es un tema delicado.- Arruga la frente, Jim y su forma de complicarse la vida.
-Es tanto así que ni yo tengo idea de por qué estoy aquí.- El comentario de la pelirroja me hace gracia, y una de las empleadas no aguanta y deja escapar una carcajada.
-Me agradas Natasha. Pero ¿Qué es tan delicado como para secuestrar a esta señorita? No creo que sea solo por la crema de chocolate.
-Es del virus.- Dice casi en un susurro.
-¿Virus?- Repite su compañera repentinamente confundida.
-No tienes que susurrar en mi casa Jim, no hay lugar más seguro que éste. La lealtad de los míos no se puede comprar ni con oro.
-Bien, Ginna me... En su anuncio habló de un virus mortal que utilizarán.- Bravo, hablar de estos temas no es lo recomendable cuando una prostituta desconocida está a tu lado.
-Oh, ya entiendo.- Natasha nos mira preocupada.- Tranquila querida, quita esa cara, me pones nerviosa.
-Lo siento.- Desvía su mirada hacia los bizcochos rellenos.
-Es cierto, un virus será liberado para producir la huida de los monarcas, y en parte para emparejar las cosas por la caza de brujas que comenzó hace un par de días.
-He escuchado que ayer se contaban quinientos treinta arrestados, todos en camino a La Ciudad de los Comunes.- La información de Jim no es nueva, lamentablemente el número es mayor, son seiscientos arrestados y de seguro más de la mitad será declarado culpable y quemado, aunque no sean brujos realmente.
-Y supongo que has venido para que inmunicemos a tu amiga.- Natasha pone de nuevo esa expresión de preocupación, pero al verme la cambia por una sonrisa.
-Sí, Ginna ya se encargó de mí... Natasha es muy especial, es como mi hermana o mi madre. Desde hace mucho que hemos tenido una amistad muy especial, de verdad no me gustaría que algo le pase.
-Comprendo.- Esto no le agradará a mi hija, pero tampoco puedo negarme a una petición de Jim, después de todo desciende del último brujo con sangre real. Llamo a Rose con la mano, quien se acerca de inmediato.
-Mi señora.
-Trae lo que nuestro amigo busca.- Con sus ojos me pregunta si estoy segura, asiento con la cabeza, al igual que yo no está del todo convencida, pero no queda de otra.
-Sí señora.- Antes de retirarse se acerca a mi oído mi me dice lo que espero oír: Natasha Valkonov, prostituta de la nobleza e informante de la princesa Helen.
-Mientras esperamos el antídoto podemos hablar de ti Natasha.- Ella me mira consternada, un tanto incómoda.
-Yo creo...-Jim trata de desviar el asunto, es consciente de la labor de su amiga, eso es seguro, y si hay algo que detesto es el complot.
-Dime querida, ¿Desde hace cuánto trabajas para Helen?- Ataco rápidamente.
-Yo...- Se detiene en seco, y al igual que su amigo, su color huye de su rostro, sus dorados ojos solo me miran con pavor. Dos guardias cierran las puertas del salón y se quedan haciendo guardia.
-Esperamos que nuestra reunión no esté dentro de los informes a la princesa, eso no sería... cortés.
-Helen me pide información específica y me temo que su hija es parte de mi investigación, en cuanto a usted, puedo asegurarle que no está dentro de mi trabajo.- Sus palabras salen demasiado rápido y nerviosas.
-Estoy seguro de que Natasha jamás me traicionaría.-Salta Jim en su defensa. –La conozco desde pequeño y puedo asegurar que su lealtad es invaluable.- Rose llega con los instrumentos necesarios para inyectar el antídoto, tomo la pesa jeringa de acero y apunto a la pelirroja antes de hablar.
-Dime Natasha ¿Qué garantía tengo de que mantendrás nuestro secreto?
-Mi vida.-Dice sin titubear.
-Puedes estar segura de que así será querida.- Tomo su brazo y lo descubro. -Si llego a enterarme de que has revelado lo que aquí has escuchado.- Introduzco la aguja en su delgado brazo e inyecto e líquido. -Me encargaré de cobrar mi garantía.- Ambos me miran, Jim desconcertado y Natasha aturdida. –Tengo más ojos y oídos que tu princesa.
-Muchas gracias señora Weynher.- Jim se pone de pie y toma mi mano para besarla, Natasha le imita.- Estoy en deuda con usted.
-No te preocupes, y si no te importa, me gustaría verte uno de estos días.- Se toma un momento antes de responder.
-Así será.- Dice un tanto inseguro.
-Buenas noches Natacha, ha sido un placer.- Ambos se retiran con sus abrigos hacia la fría noche.
-Margareth...
-Mi señora.
-Que los sigan, en especial a la joven, quiero saber más de ella, y asegúrense de que mantenga la boca cerrada.
-Como usted ordene, mi señora.

Una Corona de Sangre I: Reina del Cielo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora