56. Espía.

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-Nunca lo conocí ¿Usted lo hizo, majestad?- Niego lentamente con la cabeza, el pequeño baja su mirada hacia sus dedos que entrelaza nervioso. Sus largas pestañas y pecas le dan un aire demasiado tierno. Louis Guilthen, tiene doce. –Mi mamá dice que los comunes le mataron, ¿Sabe qué más me dijo?- Vuelvo a negar y le invito a contarme. –Me dijo que no les odie, que ellos son así, son inferiores, y que debemos entenderlos… Pero no puedo, yo quiero un papá, a mi papá. Ellos me lo quitaron…

Helen Backmountayn.

El busto de su padre vuela por los aires, arruinando el delicado suelo de madera. Toma los cuadros y los lanza por todas partes. Grita como un demente. Trato de mantener la compostura sentada en el diván, observando cómo destruye todo, conteniendo las lágrimas para que no vea en mí debilidad. Llevo en mi vientre a su heredero, un varón, pero no le interesa, no hace amago de evitar que los escombros golpeen mi cuerpo.
En el suelo yace el hombre que nos ha traído la noticia, con la cabeza partida a la mitad, mirándome a los ojos. Edward toma una espada y da ataques al aire, las cortinas y muebles, como si luchase contra fantasmas, está totalmente fuera de sí. Y es que a pesar de ser un demente suele tener largos espacios de cordura, en las que llega a ser casi agradable. Pero no ahora.
-¡¿POR QUÉ?!... ¡¿QUÉ RAYOS HE HECHO PARA MERECER ESTO, SANTO PADRE?!
<<!¿ES QUE TE HAS OLVIDADO DE TU HIJO, EL QUE LEVANTO TEMPLOS PARA TI, EL QUE HA QUEMADO DESLEALES A TUS ENSEÑANZAS?... ¡¿ES QUE ACASO NO ME AMAS?!
Cae de rodillas sollozando como un niño a quien acaban de reprender, presiona su cabeza con sus manos, como intentando reventarla, un inútil intento por acallar las voces en su cabeza.
-Lo sé, no me has perdonado por haber quemado a esos hombres...- Mira hacia el cielo con los ojos hinchados. -No, no me has perdonado, ni por las mujeres a quienes violé.- Un nudo se ata en mi garganta, no escogí estar aquí. -O las que maté... O por no creer en tu existencia.
No escogí ser una reina subyugada a un rey loco, simplemente tuve la mala fortuna de nacer en una familia poderosa, y ser mujer, sin poder decidir mi futuro, atada a las decisiones de mi padre, y ahora a las de mi esposo. Respiro profundamente, me pongo de pie y camino hasta estar a su lado, estiro mi mano y me mira con expresión confusa.
-Tómala, eres el rey, no un loco de patio, debes estar en pie.
-No soy un rey, no estoy a la altura.- Me arrodillo junto a él y le abrazo por los hombros, no por cariño, por la simple razón de que es el padre de mi hijo, para bien o para mal. Además, si él cae, por correspondencia, sigo yo. Y no estoy dispuesta a poner en peligro al niño que llevo en mi vientre.
-Eres el rey Edward II Valleyhigh, amo y señor de Windland y las Tierras Bajo el Sol, protector de la fe, y padre del futuro rey.- Sonríe amargamente.
-Vaya título, si tan solo hiciera honor de ello... Espero que nuestro hijo se parezca más a ti que a mí, no sabes lo horribles que son las voces, nunca me dejan, no quiero eso para mi hijo.- Tomo su mano y la llevo a mi vientre. -Estoy hundiendo el imperio de mi familia, ¿Cierto?
-Solo es una crisis, no puedes ordenar a la tierra que haga o no terremotos, la gente debe entender eso.
-¿Crees que Ginna sea una bruja?- Dudo por un momento, no por mis convicciones, sino por la reacción que tendrá el contradecir sus ideas.
-Lo que crea o no, no es importante
-Solo responde, te lo ordena tu rey.
-Sí, creo que es una bruja.- Desvía su mirada con gesto dolido. -Pero como dije, lo que yo crea no importa.
-Todo este tiempo he creído que es un ángel enviada por nuestro dios, pero ya no estoy tan seguro.- Sus manos comienzan a temblar y se aparta de mí. -¡Bruja!... No, no puede serlo... ¡Bruja! ¡ES EL DEMONIO... no, es un ángel.- Su voz varía entre una rasposa cada vez que grita y aguda, lastimosa cuando se "calma".
-Edward, estás...
-¡POR FAVOR DESHACE EL HECHIZO QUE HA LANZADO EN MÍ, ES UN DEMONIO!.....- Su espalda se curva y comienza a reír desesperadamente, las lágrimas luchan por salir nuevamente, y ganan la batalla, Edward se queda mirándome con asombro, luego temor y finalmente ira.- ¡NO LLORES!, A LAS BRUJAS DEBEMOS QUEMARLAS, NO LLORAR POR ELLAS, ¡PECADORA! NO SIENTAS LÁSTIMA POR ELLAS.
-Calma, no lloro por ellas, lloro por lo que te han hecho. Hay algunas cosas que debes saber...
Le cuento todo lo que Natasha me ha informado, su posición como bruja, como lo ha usado a él y a su hermano para conseguir lo que quiere. Sin entender cómo, cree cada palabra. Se aparta bruscamente de mí y comienza a caminar en círculos, buscando entre las paredes la respuesta a su delirio. De un momento a otro se detiene y camina en dirección a la puerta, la abre y sale dando gritos a todo aquel que se le cruza.
-¡JIM! ¡¿DÓNDE MIERDAS ESTÁS BASTARDO?!

Jim.

-Dos batallones tomaron hoy el camino real desde Freehouse hasta Buba, las comunicaciones no se han podido establecer desde hace tres días.
La situación es cada vez más desesperante, la respuesta de los reinos a la guerra santa ha resultado mejor de lo que Ginna hubiese planeado, se presentan reclutas en las Captell cada día, sin importar el reino del que vengan, las unidades que custodian los puentes que unen Valleyhigh al continente no solo deben impedir el ingreso de enemigos, sino que ahora se les ha sumado la tarea de impedir la huída masiva de ciudadanos que viajan al sur para unirse a Barrac, Pierce, Talleyes o engrosar las hordas independentistas de Horsmen.
-El terremoto en el puerto oeste ha resultado sin duda desastroso, no pudo venir en peor momento... Nos enfrentamos a dos guerras.- Señala el comandante Demiann, fiel amigo de campañas.
-Una contra la fe.- Muevo las piezas que representan las fuerzas de los reinos que respondieron al llamado de la fe, ubicándolos en el centro de mapa: Freehouse. –Y otra guerra de independencia en Horsmen.
-Esta vez todas las tribus han respondido.- Galdeys mueve los caballos de bronce hacia el camino de Buba. –Y esperamos que se unan al ejército de la fe, suponemos que han llegado a algún acuerdo que les garantiza defender sus ambiciones de independencia.
Las puertas se abren de par en par, dejando ver a un Edward con el rostro desfigurado por la cólera, sus delicadas prendas derruidas dejan ver partes de su cuerpo que prefiero evitar, me señala con el dedo antes de gritar.
-¡GINNA!, QUIERO QUE ME TRAIGAS A GINNA.- Su pecho sube y baja producto de su agitación.
-Majestad, ¿Puedo saber la razón?
-¡ES – UNA - BRUJA!... La quiero en una prisión antes del día del tercer rostro. Si llegas a fallar, tomarás su lugar.
-Sí majestad, haré como usted ordene.
-Prepara una flota, atacaremos al amanecer, ahora entiendo todo, solo me usó para su conveniencia, a ti y a mí.- Asiento con la cabeza y se marcha, los oficiales se quedan mirándome, les ordeno que salgan del despacho, cierro con seguro y me dispongo a visitar a una vieja amiga, o quizá ya no tanto.
-Llegas tarde.- Natasha pega un salto por la sorpresa, y es que a pesar de que solía verla en el callejón de los dulces, han pasado años desde la última vez que estuve aquí. -¿No vas a saludarme?
-Oh, que tonta, es solo que estoy un tanto aturdida.- Acomoda su cabello, señal de nerviosismo. -Hace mucho que no, ya sabes, nos encontrábamos aquí.
-Es cierto, ¿Vienes de casa del señor Gill?
-Algo así, podríamos decir que de casa del señor Gill junior.- Alzo las cejas en señal de asombro. -Gill padre ya no requiere mis servicios, digamos que ni el rezo al dios común logra levantar el muerto de entre sus piernas.
-¿Así que ahora le prestas servicios a su hijo?
-Lo vengo haciendo desde que tiene dieciséis, pero ahora que es mayor y su mujer está embarazada, es un cliente frecuente.
-Siempre he admirado la manera en la que logras anteponerte a las crisis.
-¿A qué viene eso?- Podría decir que se lo ha tomado más como un insulto, en vez de un alago.
-Que a pesar de que la prostitución está prohibida, logras ejercerla aún en los altos círculos de nobles, bueno, debe ser por tu estrecha relación con la reina.- Y lo entiende, siempre lo ha hecho.
-No he dicho nada que pueda perjudicarte Jim, es más, le dije que eres solo una víctima de ella.
-Ese es el problema, la amo, y aún así la delataste.
-Yo solo quiero lo mejor para ti, ella no puede amarte como yo a ti.
-Eso no puedes saberlo.- Su gesto se endurece y se acerca a mí.
-Puedo saberlo, y con razón, la he espiado desde el incendio en la boda, sé como es, lo que quiere, lo que realmente le importa.- Desvío la mirada indignado, pretende saber más de ella que yo mismo. -¿Qué crees que hará una vez que conquiste Valleyhigh? ¿Crees que te dará una corona?... No, va a deshacerse de ti, porque solo eres un medio...
-Creo que ya tuvimos esta conversación.- Me acerco a ella de forma violenta, pero no se mueve de su lugar.
-Dime a que has venido, por favor.- Su voz sale más temblorosa de lo que ella hubiese querido.
-Quiero que dejes de ser espía de la reina.
-Lo siento Jim, pero no puedo hacer eso, si lo hago me ahorcará, quizá ella no, pero sí Edward.
-Entonces vete.- Sonríe amargamente.
-¿Qué? ¿Cómo planeas que haga eso?
-Yo te llevaré, si Edward no te mata, Ginna lo hará.-Su expresión se suaviza, y en su rostro el miedo comienza a florecer. -Puedo llevarte a Deathcrown, allí podrás formar una nueva vida, como una mujer libre.
-Es raro.- Ríe amargamente, otra vez. -He esperado años para escuchar esas palabras... Claro, que faltó el "huyamos juntos".
-Entonces huye por mí.- Me mira fijamente, medita un momento y asiente con la cabeza. -Bien.
-Sabes que haría lo que fuera por ti.
-Y yo no puedo estar más agradecido.- Aunque en estos momentos no puedo saber que tan reales sean sus palabras, quiero confiar. Es como una hermana, y por mucho que me duela su traición no puedo dejar que le maten.
-¿A qué hora zarpa el barco?
-No irás en barco.
-¿Y en qué si no?
-¿Sabes lo que es una cámara?

Una Corona de Sangre I: Reina del Cielo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora