58. Batalla de los Niños.

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-Les pedí que me soltasen, estaba embarazada.- Hace un pequeña pausa y gira su cabeza, como su tratase de escuchar algo. –Aún puedo oír mis propios gritos revotando en esos pasillos interminables. Ultrajaron mi cuerpo, una y otra vez.- Sostiene su vientre con ambas manos, su cabello comienza a pegarse en sus sienes producto del sudor. –Les rogué, y sentí tanta rabia ¡No sabía siquiera usar mi dotes maldición!... Dos vidas entraron en esas catatumbas, una sola salió.

El incesante tronar de las llamas al quemar los escombros crea una melodía serena, completamente contraria a la imagen que proveen. Cuerpos chamuscados, muros calcinados, al igual que el piso a nuestro alrededor, el calor es sofocante, puedo sentirlo a través de mis botas y al respirar.

Una chispa se aloja en el pañuelo que envuelve mi nariz y boca, la aparto con la mano y vuela hasta consumirse a sí mismas. Solo el canto de las llamas y el grito de los sobrevivientes envuelven el ambiente, ésta que solía ser una de las ciudades más abarrotadas de Windland, ha sido acallada. Por lo menos un tercio de la ciudad ha sido consumida, reflejo de un ataque brutal, llevado adelante por un rey brutal, cobarde y brutal.

-¿Hace cuánto dices que sucedió?- Mally sale de su ensimismamiento y me mira confundida.

-Lo siento majestad, sucedió hace menos de un día.- Su habilidad para leer mentes le permita rastrear este tipo de sucesos en todos lados, una maldición según ella, una maldición que me es muy útil. -Fue la orden que dio Edward antes de zarpar... Es horrible.

Freehouse, el último bastión que mantenía a las fuerzas del sur controladas, a través de la diplomacia y el sentido común. Su rey les castigó de esta manera por adherirse al llamado de la fe, quemando el corcho que contiene un mar de lava. Una de las pocas ciudades sin muralla, en su filosofía de un hogar libre, para los hombres y mujeres libres. Y que ahora está por los suelos, al menos su parte norte.

-Debieron ser miles, con trabucos, explosivos, y quién sabe qué cosas más.

-En efecto majestad, había una unidad preparada desde hace meses, solo bastaba dar la orden... Siento que en parte esto es una advertencia dirigida a usted, majestad.

-De verdad cree que soy una bruja. No lo comprendo, su mente es demasiado volátil, pasa de creer en una cosa y luego otra.

-Ese es un factor muy influyente, pero la verdad es que si el.- Roda los ojos.-Ya sabe, no se mantiene el contacto sexual...

-Comprendo.

-Sí no se sostiene en el tiempo, se debilita, y tarde o temprano desaparece. El propio delirio de Edward hizo que se sostuviera por tanto.

-¿Sabes que fue Natasha?

-Sí, lo averigüe apenas miré a Jim.

-Le culparía por dejarle entrar en mi mundo, por exponer mi hogar a esa zorra, por confiar en ella. Pero no puedo, ha sabido amarle mejor de lo que yo sería capaz.

-Pero él le ama a usted.

El eco de los tambores llega a nosotras, los soldados se acercan para lanzar otro ataque, sin duda esto tendrá consecuencias para Edward, las ciudades del sur ahora tienen otra razón para cruzar los puentes de Valleyhigh y despedazar la capital. Pero también tienen otra razón para temer, una advertencia, eso ha sido, pero no solo para mí, es para todo aquel que se atreva a desafiarle.

-¿A cuánto están de Bloodytree?- El tronar de los tambores es cada vez más fuerte, no van a lanzar otro ataque, van a invadir. Los gritos confirman mis sospechas, tomo a Mally de la muñeca e ingresamos en la cámara, una que nos lleva a otra vivienda, más cercana a la entrada, los soldados se encuentran a menos de doscientos metros, caminan raudos, disciplinados. Una verdadera máquina de guerra.

Una Corona de Sangre I: Reina del Cielo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora