21. Dulce Escarlata.

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El sol sale, pasa frente a mi ventana y se esconde. Y yo en mi biblioteca leyendo libros de brujos. Aún no sé nada de Jim.
El sol sale, pasa frente a mi ventana y se esconde. Las nubes son cada vez más gruesas. Y yo en mi biblioteca leyendo de estrategia militar.
El sol apenas se ve salir, creo que pasa por mi ventana y no lo veo esconderse, las nubes casi no dejan pasar su luz. Y yo leyendo de filosofía en mi biblioteca.

No veo el sol salir, el frío es casi insoportable. Y yo en mi biblioteca, no he sabido nada de Jim, y ya he esperado demasiado. Es hora de dejar la prudencia de lado y pasar a la acción, pido a Margoth un carro, pero una voz susurra en mi cabeza “idiota, puedes usar las cámaras”.
-Margoth, pensándolo bien, iré por las cámaras.
-Como guste, majestad.
Camino a la habitación de las cámaras un aroma familiar me distrae, chocolate de Pierce. Sigo el aroma que me lleva al despacho de madre.
-¡Eres una maldita, señor madre!
-Y tú una engreída, señorita zorra.-Dice con calma y completa indiferencia madre. -Me costó muy caro, así que vete
Siempre hemos discutido por ese chocolate, es muy especial. El fruto con que lo producen llega a Pierce por medio de navegantes extranjeros que no hablan nuestro idioma y llegan en botes de juncos, sin velas. Solo llega un cargamento cada tres años, lo procesan y lo convierten en una lustrosa barra oscura de sabor semi-amargo. Y como todo el mundo lo quiere su precio es exageradamente alto.
-¿Cómo osas tratar así a tu majestad?- Me mira fijamente, y despacio esconde la barra de chocolate, mi ojo comienza a hacer un tic.- Soy tu hija y reina....y estoy pasando por un momento complicado, no sé nada de Jim, que es tu príncipe por si lo olvidas, y debo forjar un imperio...
-¡YA!... Solo un cuadrito.- Me acerco y me señala que me detenga, corta un cuadro del chocolate sin despegar su mirada de la mía. Deja la porción sobre un platillo y esconde el resto en un cajón con llave. Lo tomo, huele exquisito, al acercarlo a mis labios puedo sentir su textura sedosa. Lo muerdo y un "clack" resuena en mi interior y me dejo seducir por su intenso sabor.
-No es el miembro de Jim, ¿Sabes?- El comentario de madre logra sacarme de mi breve visita a la gloria.
-Muchas gracias madre, posees un talento natural para arruinar las cosas.- Hace un gesto de “Hay, por favor me sonrojas”. -Ahora debo irme.
-¿A dónde?- Conoce la respuesta, pero así es ella.
-Al palacio, Frederick no me ha informado nada respecto a Jim, me tiene desesperada.
-Sí, algo pude notar.- Su sarcasmos es tan sutil que por poco no lo percibo.- Si te sirve de algo los cargamentos han llegado a tiempo, además el príncipe Muajg de Chuanj....Chuanj...Too rayos, no sé cómo se pronuncia. En fin, quiere conocer a la mujer que tanto arroz les compra y que está ayudando a prosperar a su nación.
-Bien, primero me encargaré de Jim. Luego de obtener la lealtad de las brujas y después de ese príncipe Miauj....
-Muajg.- Corrige madre haciendo un gesto exagerado con sus manos.
-No hagas eso, es raro.- Me retiro mientras madre sigue esforzándose por pronunciar bien el nombre y contengo una carcajada.

Una vez en el parque trato de decidir cual puerta usar, quizá debería probar con la habitación de Jim. No, no quiero ver algo inapropiado; podría ser la de Frederick, esa es una buena idea.- Habitaciones....-Busco entre los nombres de los caminos cuando algo llama mi atención, un mapa.- Extrañamente fantástico, esta gente pensaba en todo.
En él puedo ubicar la sección de las habitaciones ordenadas por orden alfabético. Me dirijo al camino escarlata después del arco de piedra calcinada, vaya ¿Quién decoró este lugar? “BINGO”, doy con mi objetivo.
Abro la puerta e ingreso en una habitación perfectamente ordenada. Los objetos están dispuestos en orden de tamaño y sus prendas por color. Todo encaja a la perfección, y un olor a vainilla hace que estar allí sea sumamente agradable.
-Bien, solo  queda esperar.- Pasan las horas y nada. Tomo un libro de su estantería "La Cúpula".  Logro leerlo casi completo, es una dura crítica hacia el sistema religioso y su relación con la corona, de alguna manera ha logrado hacerse con ese tipo de publicación sin terminar en una celda.
El sonido de la puerta al abrirse me pone en alerta. Es él, pasa por mi lado sin notar mi presencia. Se para frente a su cama y comienza a quitarse su chaqueta, seguida por su camisa, los deja perfectamente doblados sobre su cama, al momento de comenzar a quitarse sus pantalones decido llamar su atención.
-Frederick.- Mi amigo pega un salto sobre la cama apuntándome con un florero.
-¡Mierda!...eres tú, maldición mojé la alfombra...
-Sí, y no fue ni sangre ni orina.- Le sonrío, pero no parece contento.- Lo siento, necesitaba hablar contigo.
-Ni siquiera te vi.- Comienza a reír y me contagia al instante.- Lo lamento...- Es entonces que es consciente de su casi desnudez, rápidamente su pone una camisa gruesa. -Bien, creo saber porque estás aquí, y en verdad debo disculparme, pero la reina me tiene atado de pies y manos, se ha enterado de Alf...algo que no le gustó, ya sabes, cosas. Así que está pendiente de todos mis movimientos.
-Sabía que algo debía estar pasando.- Alfred, estoy segura que a eso se refería, la única persona que conozco con ese nombre es un capitán del ejército real, pero ¿Qué tipo de relación podría tener un metro sexual heterosexual con Frederick? A no ser que no sea tan “heterosexual”.
-Sí, y me he enterado de algo que te inmiscuye. La reina sospecha de que eres una bruja.-Dice en voz baja, al momento de que abre una puerta oculta y mira por el pasillo detrás de ella. Puedo notar una campanillas atadas a un hilo trasparente que funcionan como alarma.- Y quiere interrogarte.
-Lo que faltaba,  eso no es precisamente lo que me preocupa.- Hace un gesto para que me detenga.
-A Jim lo sacaron ayer, estaba en muy mal estado. El rey fue informado el mismo día en que nos enteramos, pero quiso esperar a que Edward lo entregase. Pero al pasar los días y con la reina insistiendo para que lo sacaran, ordenó a los soldados despejar toda el ala este del palacio, no quería testigos.
<<Al entrar los soldados se encontraron con Edward de espaldas en la alfombra, sucio, ebrio y drogado. Y Jim atado a una silla, con heridas en el rostro y marcas de golpes.
-No...-La imagen en mi cabeza resulta desgarradora...Es como la visión que tuve en Nonlife.
-El médico lo curó, dijo que tiene un brazo roto y varios hematomas, pero que se sanará pronto. Y en cuanto a Edward, está encerrado en una habitación tres pisos bajo tierra, según he podido constatar, lo están medicando, y la reina insiste en llevar al sacerdote para que acepte a dios otra vez. Y de su esposo de quien nada se espera, nada ha hecho.
-Quiero ver a Jim... ¿Puedes llevarme con él?- Le miro suplicante.
-Tienes suerte hace siete minutos.-Dice mientras mira uno de los relojes en su escritorio.- Terminó su trabajo, ya debe de estar en su habitación, ven.
Lo sigo por los pasillos secretos del palacio, dentro de éste no hablamos para no llamar la atención. Una vez que llegamos Frederick usa un gancho y abre la puerta, me indica que entre.
Me topo con la típica habitación de un miembro de la familia real, con cuadros, papel tapis con diseños vegetales, candelabros y una enorme cama, sobre la  cual yace dormido Jim, con el torso al descubierto y las sábanas tapando hasta un poco más abajo de su ombligo. Puedo ver las marcas en su cuerpo, el brazo vendado y un par de cortes en su labio. Me acerco con sigilo y me siento a su lado.
Jim.- Le llamo con voz baja.- Jim.
Éste se despierta de forma relajada, y al verme forma una sonrisa.
-Dime que no eres un sueño...-Toca mi mano con suavidad y la llevo hasta mi mejilla derecha.
-No lo soy, y es un honor que yo parezca en tus sueños.- Trata de sentarse y emite un quejido, le señalo que se quede tal como está. Se da cuenta de que puedo verle, y trata de taparse un poco con las sábanas.
-¿Qué haces aquí? te meterás en problemas.- Dice un tanto alarmado.
-Estaba muy preocupada, sin saber de ti... Me siento muy culpable, por favor perdóname.
-No es tu culpa, conozco los riesgos de desafiar a Edward y estoy dispuesto a enfrentarlos si ese es el precio para estar contigo.- Sus palabras me llegan al corazón, eso sumado al sonrojo de sus mejillas y su claro intento de luchar contra su timidez, lo hacen irresistible.
Me acerco a él y besos sus labios delicadamente, sin presionar demasiado para no lastimar sus heridas. Jim corresponde y lanza un suspiro cuando nos separamos.
-No sabes cuánto temí no volver a verte. Encerrado y con Edward tirado en el piso, hace mucho no le daba un ataque de esas proporciones... Ginna, debes alejarte de él.
-No puedo, no ahora... Lo necesito. Y puedo asegurarte de que jamás volverá a hacerte daño, lo prometo.- Su expresión muestra el disgusto que mis palabras le producen.
-Jamás vas a alejarte de él, ¿Cierto?...siempre estará allí, entre nosotros.
-Jim.- Reafirmo mi postura, levanto los hombros y le miro seria.- Edward es una herramienta, sin él no puedo cumplir mi objetivos, es necesario.
-Lo sé, pero aún así me disgusta. Además una parte de mí sigue sintiéndose mal por conspirar en contra de la corona, a pesar de todo, forman parte importante de mi vida.
-comprendo, solo es cuestión de tiempo...- Pero por algún motivo sus palabras me molestan, creo que mientras más aprendo, mayor es también mi odio hacia los Valleyhigh.
-Y es limitado.- Toma mi mano.- Y es por eso Señorita Ginna, que ya no quiero esperar más.- Me mira a los ojos, su labio tiembla ligeramente.- El tiempo que pasé pensando en que moriría me hizo darme cuenta de ello.
<< Así es que ¿Quieres darme el placer de convertirte en mi novia?

Una Corona de Sangre I: Reina del Cielo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora