Capítulo 3 -Dolorosa espera

712 60 13
                                    

Fijé mis ojos directamente a los suyos y reí bajo su atenta mirada.

-Estás de coña, ¿verdad?

Anna negó con la cabeza y agarró mi mano, entonces miré a otro lado. No era ninguna broma.

-Kate, cariño... Si no quieres hacerlo, no lo hagas, pero...

Llamó mi atención agarrando ahora mi otra mano. La miré a los ojos y luché por no llorar.

-No le hagas daño, sabes que él no se lo merecería. Simplemente...

-Anna. -Exclamé cuando la primera lágrima salió de mis ojos- Él se merece el cielo entero. Joshua es la mejor persona que he conocido nunca.

Anna miró al suelo y asintió con la cabeza.

-No puedes aceptar si te vas a arrepentir más tarde.

-No voy a aceptar. -Respondí al instante- No puedo aceptar casarme con Joshua...

Y reprimí una vez más las ganas de contárselo todo a Anna. Pero entonces, ella me miró desconcertada sin entender bien mis palabras. Mi mirada debió decírselo todo.

-¿No puedes?

Negué con la cabeza con mis ojos completamente mojados. No había marcha atrás.

-No puedo casarme con él cuando anoche, con Hummels...

La polaca tapó su boca con las dos manos y abrió los ojos como platos.

-¿Erais vosotros? -Preguntó en voz baja-

Arqueé una ceja. ¿Cómo?

-Cathy escuchó, en el baño de hombres...

Escuché sus palabras y un sentimiento de culpa me recorrió. Cathy nos escuchó, ¿cómo no iba a hacerlo? Sólo estábamos a una pared de separación, ¿¡en qué estaba pensando!? Mejor dicho, ¿¡en qué estábamos pensando!?

Me quedé sin palabras, pero dejé de llorar. Me sentía culpable de haber ¿roto? un matrimonio actual y quién sabe si uno futuro, pero era responsable de mis actos y no, no cambiaría nada de lo que hice la noche anterior. Ahora la pregunta que me rondaba la cabeza era la siguiente: ¿lo haría Mats?

-No sé qué decir. -Exclamó Anna-

Negué con la cabeza. No hacía falta decir nada.

-Solo... No se lo cuentes a nadie, ¿vale?

Anna asintió para posteriormente, abrazarme. Esa chica era mi mayor apoyo desde el día en que llegué a Múnich, quien me había ayudado a subir en mi carrera y a quien tenía tanto que agradecer...

-¿Qué le dirás a Joshua? -Preguntó-

Me encogí de hombros. ¿Que qué iba a hacer? Ni siquiera me había planteado la forma en que le diría a Josh aquello.

-Supongo que no aceptaré el anillo y luego le contaré... lo de Mats.

A Anna pareció dolerle de sólo pronunciar esas palabras. Si era así de duro contárselo a Anna, no me quería imaginar cuando tuviera a Joshua delante de mí. Ni cuando le viera derrumbarse frente a mí.

-Y... ¿vas a hablar con...?

De nuevo, me encogí de hombros. Aquel nombre ya no salía ni de la boca de Anna. Mats, ¿debía hablar con él?

-No lo sé. -Dije tapando mi cara- No lo sé.

Sin decir nada más, me levanté del asiento y Anna hizo lo mismo. Nos despedimos con un abrazo y un beso, y unas palabras de despedida por su parte:

-Suerte esta noche. Si me necesitas, estaré aquí.

* * * *

Eran las cuatro y media de la tarde cuando busqué a Joshua para despedirme antes de salir por la puerta. Para mi sorpresa, la luz de gimnasio era la única que estaba encendida. Nada más me asomé, lo encontré sentado en una máquina que trabajaba su espalda. Concentrado y con la mirada perdida. Podía confirmar que Joshua estaba nervioso. Pocas veces visitaba aquel lugar de la casa: discusiones, problemas en el vestuario o nerviosismo. Y no, Joshua y yo no había discutido, y su posición en el vestuario no peligraba en absoluto.

-Josh, me voy a la sesión. -Exclamé, interrumpiéndole desde la puerta-

Él se quitó sus cascos, pasó su mano por su frente y asintió con la cabeza tras unos segundos.

-Genial, que se te de bien. -Me deseó con una sonrisa-

Esbocé una sonrisa y ambos nos quedamos mirándonos, el uno al otro.

-Acuérdate de que esta noche tenemos cena. -Recordó con una enorme sonrisa-

Y entonces, la mía se borró. Iba a ser esa misma noche cuando debía destruir sus sentimientos.

-Sí... esta noche. -Respondí-

Salí de allí para entrar en mi coche y conducir hacia la agencia de moda donde haría la sesión, a veinte minutos de mi casa. Pese a todo, tenía que mantenerme firme, sonriente y mostrar mi lado bueno durante toda la tarde. No pensar en Mats, Joshua y la noche que se me venía por delante iba a ser difícil. Muy difícil.

* * * *

Llegué a casa a las ocho y media de la noche. Cansada, la sonrisa se había borrado de mi cara hacía ya unas horas. Sólo tenía ganas de entrar a casa y tumbarme en la cama. Pero Josh me esperaba en el salón, jugando a la consola y comiéndose un sándwich.

Luché por poner una sonrisa en mi boca, pero ni deseándolo con todas mis fuerzas pude.

-Hola cariño, ¿qué tal? -Preguntó fijo en la enorme pantalla-

-Bien... -Respondí- Algo cansada, pero... bien, ha salido todo bien.

Josh asintió con la cabeza, alegre y yo subí las escaleras para dirigirme a mi habitación. Aún tenía que prepararme para la cena, diseñar un discurso perfecto para rechazar a Joshua y cómo hacer para que no se enteraran los medios y que, sobre todo, no saliera nada sobre mi lío con Mats.

Tras varios minutos, me metí dentro de un bonito vestido negro, me subí encima de unos tacones color plateado y agarré mi bolso del mismo estilo para salir de allí y pasar por el baño, donde Josh se encontraba peinándose. Como la mayoría de las veces, se quedó mirándome sin mediar palabra.

-Estás guapísima. -Susurró-

Y se acercó para besarme, acción que rechacé, también como la mayoría de las veces en ese último mes.

Sin decir nada, Joshua salió y yo le seguí varios minutos después. Aquella espera era peor que cualquier otra por la que haya tenido que pasar nunca. Íbamos directos a terminar con nuestra relación, romper su corazón en mil pedazos y comenzar a llorar durante toda la noche.

Lo que para él iba a ser la pedida de mano perfecta: en nuestro restaurante favorito, una noche tranquila, se convertiría en pocas horas en la peor noche de nuestras vidas desde que estamos juntos.

Lo que necesitas (Mats Hummels)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora