Recorrí los pasillos del Allianz Arena como si fuera mi propia casa hasta que me topé con aquella puerta, la del vestuario y aquella otra, la del gimnasio. Frente a estas, las escaleras que conducían al campo, las cuales estaban custodiadas por la seguridad.
Señalé la puerta y Jonas, sin pensárselo dos veces, la abrió.
Mats, sentado delante de su taquilla, miraba su tobillo con rosto serio mientras dos médicos del club masajeaban y aplicaban todo tipo de cosas a este.
Al escuchar la puerta abrirse, nos miró. Su rostro cambió de seriedad a una sonrisa algo forzada para luego tapar su rostro.
Jonas y yo nos acercamos y fui la primera en sentarme, a su lado y frente a la taquilla de Thiago Alcántara. Puse mi mano en su hombro y lo miré. Jonas se me adelantó.
-¿Qué tal estás?
Mats negó con la cabeza y miró a los médicos, Jonas y yo hicimos lo mismo, expectantes a escuchar las palabras de aquel hombre de mediana edad que volvía a cubrir ahora el tobillo del jugador.
-Hasta mañana... nada. -Dijo, por fin-
-Pero parece que no es grave. -Añadió el segundo médico-
Los tres respiramos hondo al escuchar aquello. Besé la mejilla de Mats y el chico chocó la mano con su hermano.
-El gol ha sido mi culpa. -Se culpó el defensa-
Sin saber qué decir, me quedé callada y miré a Jonas, quien asintió con la cabeza. Miré al suelo y bufé. Mats y su hermano hicieron lo mismo.
Tras las palabras del moreno, el vestuario se quedó en silencio unos minutos. Justo cuando los médicos acababan aquel tratamiento exprés a Mats, el sonido del estadio se coló en el vestuario. Había gol en el Allianz Arena, y no era de Vidal, ni de Lewandowski, ni de Robben, sino de Cristiano Ronaldo.
-¡Joder! -Gritó Mats golpeando la puerta de su taquilla sonoramente-
Jonas bufó y caminó por el vestuario mientras que yo acariciaba la espalda de Mats, en silencio.
-Toda la semana esperando esta noche y... mira cómo acaba. -Susurró enfadado-
Volví a acariciarlo y besé su mejilla.
-A veces no todo sale como uno piensa, pero hay que seguir adelante. -Susurré yo-
Mats asintió a mis palabras y pronto pudo levantarse por su propio pie.
-Quedan diez minutos. -Informó un tercer médico que se encargó de recoger los utensilios utilizados-
-Diez minutos. -Repitió Mats decepcionado-
Bufé tras escucharle hablar así. Nunca había visto a Mats tan decepcionado, enfadado y triste, y tenía que ser en uno de los partidos más importantes del defensa cuando ocurriera todo eso. Impotente, volví a aguantar mis ganas de venirme abajo.
¿Cómo debía sentirme al ver a Mats devastado tras lesionarse en un partido de Champions? Ver al moreno cabizbajo, dolorido y con rostro de notable enfado era la imagen más dolorosa que había visto nunca.
-Mats, ¿te esperamos fuera? -Preguntó su hermano-
El moreno, tratando de caminar hacia lo que supuse que serían las duchas, ignoró a su hermano durante unos segundos, para más tarde responder.
-Esperadme en el coche, o en la entrada.
* * * *
Horas más tarde y acompañado de Jonas, llegamos a casa. El chico ayudó a su hermano a salir del coche, incluso aparcó el coche de Mats, y pronto nos despedimos de él.
Había sido una noche completamente... asquerosa. Pese a que todo al principio había comenzado bien con la visita a Mats y la previa del partido junto a Anna, todo se torció en el instante en que el tobillo de Mats también lo hizo. Enfados, decepciones y tristeza por todos lados hasta terminar saliendo antes de allí, sin ni siquiera despedirme de Anna y las chicas y con un uno a dos en el marcador que nos perjudicaba notablemente.
Mats, tumbado en la cama, observaba la televisión, con su pie en alto y al lado de mi. Sin saber qué decir, me quedé callada toda la noche hasta que Mats, ya mucho más calmado, habló.
-Quitando la lesión... ¿te ha gustado la noche?
Asentí y fingí una sonrisa.
-Lo he pasado muy bien con Anna y tu hermano. -Dije con un hilo de voz-
El moreno asintió y se incorporó para abrazarme.
-No te preocupes por esto. Mañana me dirán el alcance de la lesión, mientras tanto no podemos lamentarnos por nada.
Su voz, con mis ojos cerrados y sintiendo sus manos sobre mi espalda, me tranquilizaron. En esos momentos, parecía ser yo quien hubiera sufrido la lesión y no Mats.
-Lo he pasado mal viéndote así. -Confesé-
El moreno besó mi hombro y respiró hondo.
-No podía dejar de pensar en ti. Solo pensaba en no decepcionarte, no salir del campo y que siguieras disfrutando de la noche pese al dolor que llevaba encima.
Repetí aquellas palabras en mi cabeza y con el sonido de la respiración de Mats y la mía como si fueran una sola.
-Prometo ir a verte a todos los partidos. Voy a estar ahí cuando más lo necesites, al principio, al final... me vas a tener siempre.
El chico soltó una pequeña risa y me abrazó con más ganas.
-Es justo lo que necesito escuchar ahora. -Susurró en mi oído-
-Me vas a tener siempre, de verdad. Voy a estar a tu lado en las buenas y en las malas, Mats.
Con toda sinceridad, dejé que las palabras salieran de mí después de haber estado encerradas toda la noche.
-Te quiero muchísimo. -Respondió Mats-
-Eres lo mejor que tengo, y no voy a permitir que nada te arruine la noche, ni el día, ni nada.
Mats se separo de mí para besarme, lenta y apasionadamente.
-Vamos a superarlo. -Exclamé- Esto y todo lo que se nos ponga por delante.
Y es que, por imposible que pareciera, por mucho que fueran futbolistas, famosos y tuvieran todo lo que quisieran, no siempre todo les salía como esperaban. No siempre acababan sus días sonrientes y alegres.
Ellos también pasaban malos momentos, y ver a Mats pasando por uno de ellos era algo que no quería volver a ver jamás.
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