Nada más despertar noté el vacío en aquella, nuestra habitación.
Mats se había ido hacía unas horas y, pese a que le pedí que me despertara para despedirme de él, el moreno no lo había hecho, tal y como lo temía tras confesarle que estaba cansada y necesitaba dormir varias horas.
Tras comprobar que el moreno no había enviado ningún mensaje a mi móvil, me levanté, algo molesta y enfadada. El día no había comenzado de la mejor manera, y es que sin ese hombre cerca de mí, no podía ser de otra manera. Le necesitaba como de oxígeno para respirar, y se me venía el mundo encima si no tenía noticias suyas, ni un simple mensaje esperándome. Y lo peor de todo es que aquello solo era el comienzo de la que sería mi vida junto a un futbolista de élite como lo era él.
Encendí la puerta del baño dispuesta a darme una ducha y, nada más entrar, pude leer una frase que me esperaba escrita en el enorme espejo que el baño poseía.
"Incluso estando lejos te siento cerca...
Te quiero"Tapé mi boca, totalmente sorprendida y con los ojos algo mojados. Un labial de color rojo que apenas había utilizado nunca descansaba sobre el lavabo, justo al lado de uno de mis neceseres.
Frente al espejo, imaginé a Mats escribiendo aquello, con una sonrisa de lado e imaginando mi reacción al verlo. Sacando el labial rojo, sabiendo que aquel no era mi estilo y que apenas lo utilizaría y escribiendo aquello, apoyado sobre el lavabo y sabiendo la inyección de felicidad que ese detalle me concedería.
Tras tomar una ducha, decidí no borrar aquello, e incluso tomar unas fotografías de ello, subirlas a mis redes sociales y una vez más, sentirme orgullosa de tener a semejante hombre a mi lado.
* * * *
Tras tomar el vuelo hacia Madrid, en poco más de tres horas aterrizamos en la capital de España. Para mi sorpresa, el ambiente era mucho más cálido de lo que me esperaba, pero tal y como Mats me advirtió, lo normal.
Pocos minutos después, llegamos al hotel donde nos alojaríamos, a solo unos pocos metros del que hospedaba a los chicos. Una vez allí, llamé a Mats.
-¡Hemos llegado! -Dije nada más contestó-
El moreno rió, y acto seguido noté su voz algo más grave de lo normal.
-Me has pillado durmiendo, lo siento si no estoy tan emocionado como tú...
Al instante, sentí lástima por él, pero pronto comencé a reír.
-Lo siento, -me disculpé- no lo sabía, quería darte una sorpresa y llamarte.
Pude sentir la sonrisa de Mats al otro lado, tumbado sobre la cama del hotel.
-Entonces, ¿todo bien?
-Sí, el vuelo ha durado un poco más de tres horas, pero se ha hecho rápido.
Mats asintió al otro lado, añadiendo que su vuelo también había sufrido un poco de retraso, y pronto continuó hablando.
-Creo que... hoy no podremos vernos.
-¿Por qué? -Pregunté de lo más alterada-
-El entrenador no quiere... distracciones y tampoco tenemos mucho tiempo. Ya sabes, entrenar, cenar y dormir.
Me quedé callada unos segundos. ¿Y qué se suponía que haría yo durante las próximas veinticuatro horas, sin Mats y sin Anna cerca de mí?
-¿Ni siquiera un rato?
-No lo creo. -Respondió- Te llamaré después de cenar, ¿vale? Voy a intentar dormir un rato antes de salir a entrenar.
Asentí con la cabeza y posteriormente respondí a Mats. Aquella conversación por teléfono estaba siendo de lo más fría, fruto del notable cansancio de Mats y mis ánimos.
-Vale, sí, luego hablamos.
-Te veo mañana. Te quiero, Kate.
-Y yo. Nos vemos mañana.
Colgué la llamada y, tras unos minutos de reflexión, mirando a la nada y pensando en todo lo que sucedía, procedí a deshacer la maleta y, como Mats, dormir durante un rato.
Mientras guardaba mis zapatos, una llamada me interrumpió. Deseosa de que fuera Mats la voz que escuchara tras el teléfono, Anna y su característica manera de alegrarte el día con sus palabras, me devolvieron a la realidad.
* * * *
Tras rechazar la compañía de varias parejas y familiares de los compañeros de Mats, decidí dar una vuelta por la ciudad, tal y como tenía pensado. Visité un par de tiendas y compré algunas cosas que complementarían el armario del hotel durante esos dos días.
El día estaba siendo de lo más extraño. Me encontraba sola, gracias a mi poca relación con las chicas de los futbolistas debido a los últimos acontecimientos con Mats y Joshua, y aquello no hacía más que hacerme pensar y sentirme algo apagada.
Mientras me encontraba saliendo de una de las lujosas tiendas que la capital poseía, recibí un mensaje que, una vez más, no fue de Mats y que borró la sonrisa de dos segundos que se formó en mi rostro.
"Pequeña, habéis llegado a Madrid?"
Algún día debería hablar con Josh sobre aquel apodo por el que todavía me llamaba. Respondí al chico, pese a mis pocas ganas de hablar.
"Sí, hemos llegado a las cuatro"
Josh contestó en cuestión de segundos.
"Verás, supongo que Mats te habra informado sobre las normas del míster y el tema de las visitas de familiares al hotel, pero creo que con esto le estoy haciendo un favor a Hummels"
Fruncí el ceño y releí aquello varias veces más, mientras el chico escribía otro mensaje.
"Le noto mal. No sé si habeis discutido o algo por el estilo, pero te necesita. Ha empezado entrenando con nosotros hoy, pero se ha tenido que marchar por unas molestias en su tobillo"
"No sé si esto que voy a decir es lo correcto, pero sé de algunas ocasiones anteriores en las que ha sucedido. Ven al hotel, sobre las once o doce, cuando la mayoria estan en las habitaciones y el resto fuera, y habla con él"
Leía aquello ajena a lo que sucedía a mi al rededor, pero las palabras de Joshua me tenían completamente enganchada.
"Te necesita, y mucho. Y nosotros necesitamos que esté en condiciones para mañana. Puedes hacerme caso o pasar de mi, pero Kate"
"Creo que Mats no esta pasando por un buen momento y creo que tú eres la unica que le puede ayudar ahora"