Capítulo 64 -Una parte de nosotros

269 34 1
                                    

Aproveché para llamar a Joshua una vez más aún mientras bajaba en el ascensor con aquel chico.

-Está abajo. -Exclamó tras ver que mi llamada no recibía respuesta-

Lo miré y aquel chico, Coman, lo volvió a repetir.

-Kimmich está abajo, en el patio.

Lo miré a los ojos, tal y como él hacía, pero pronto miró hacia otro lado.

-Gracias.

El chico asintió y pronto el ascensor llegó a la planta que ambos buscábamos. Para mi sorpresa, ambos entramos en el restaurante, aún abierto y completamente vacío, pedimos lo mismo. Al parecer, no era la única que sufría dolores de cabeza esa noche, y por la reacción del camarero, no iba a ser la última en pedir aquello.

Salí de allí y, antes de subir, decidí pasarme por donde aquel chico, Coman, me había informado que estaba Joshua.

Al entrar al patio, lo vi. Estaba sentado en un pequeño sillón y completamente solo, mirando hacia la enorme piscina del hotel. Entré y abroché mi sudadera al notar una ráfaga de viento que movió mi pelo. En ese momento, Joshua me vio.

Me acerqué a él y simplemente, lo abracé. Al principio, pareció negarse, pero pronto pasó sus brazos por mi al rededor y puso sus manos sobre mi espalda. Me separé un poco para mirarle a los ojos.

-No llores... -Dije, con cierta ternura al mirarlo-

Secó las pocas lágrimas que salieron de sus ojos y se separó de mí para volver a mirar al frente.

-Te quedan muchos años por delante. -Exclamé, en voz baja- No te desesperes, porque pronto la ganarás.

Joshua asintió y se cruzó de brazos. Conocía aquel estado en el que el chico se encontraba, y lo único que necesitaba Josh era tiempo. Tiempo para conseguir desahogarse y que todos los sentimientos que en él se albergaban salieran por su boca.

-Quizás no sea aquí, con el Bayern, quizás sea vestido con una equipación de color blanco, o blaugrana.

Josh ahora esbozó una sonrisa. Aquello era lo que siempre le decía, lo segura que estaba de que en unos años, ese chico daría un salto enorme, pero no a un club más grande que el Bayern, porque eso aún no existía.

Puse mi mano en su hombro y, pese a que él no me miraba, yo sí lo hacía.

-Lo has hecho muy bien. -Exclamé- Ojalá hubieras salido titular.

Joshua asintió y chasqueó la lengua. Estaba reprimiendo algo, y no podía ocultarlo.

-¿Qué se te pasa por la cabeza?

Negó al momento, como respuesta, y segundos después habló.

-¿Por qué no estás con Mats?

Lo miré extrañado.

-Quería hablar contigo un rato.

Ahora, asintió con la cabeza y miró al suelo, pensativo.

-Ya lo has hecho, así que ya puedes irte con él.

Me quedé callada, sin saber qué decir. No estaba consiguiendo que Joshua hablara, que se desahogara como siempre lo había hecho. Pero ya no. Ahora nada funcionaba con él.

-¿Estás enfadado con el mundo por perder un partido?

El chico me miró de repente, a los ojos y con el ceño fruncido. Como tantas veces había hecho.

-¿Un partido? ¿Lo de hoy te ha parecido "un partido"?

Me levanté del sillón, llena de rabia.

-No quiero volver a vivir una de nuestras discusiones. Aquí te quedas.

Con un dolor punzante en la zona del pecho, caminé hacia la puerta por la que había entrado. Estaba segura de que Joshua no me llamaría o viniera detrás de mí. Y así fue.

Me planté delante del ascensor y pulsé el botón, pasé mis manos por mi pelo repetidas veces hasta que la puerta se abrió. De ella, apareció Mats.

Sin decir nada, arqueó sus cejas, expectante. Sin pensármelo dos veces, hablé.

-Estaba hablando con Joshua. -Dije, señalando la puerta que daba al patio-

Mats frunció el ceño y salió del ascensor para asomarse.

-¿Va todo bien?

-¡Sí, sí! Bueno, está un poquito enfadado y...

-Ya. -Me interrumpió- Ya le conozco.

Asentí y Mats se quedó ahí quieto, pensativo y mirando hacia donde Joshua estaba.

-¿Subimos? -Pregunté yo-

Tuve que repetir mi pregunta una segunda vez para que Mats reaccionara. Asintió con la cabeza y me pidió que entrara al ascensor para subir detrás.

Una vez se cerró la puerta, delante de nosotros, ambos nos cruzamos de brazos con la mirada perdida. Estaba segura de que el nombre de Joshua se estaba pasando también por la cabeza de Mats en ese momento.

-Lo pasa muy mal cuando... ocurren cosas como las de hoy.

Mats asintió, dándome la razón.

-Se enfada con todo el mundo, no quiere hablar con nadie...

-Estoy seguro de que hablar contigo le ha venido bien.

Asentí con la cabeza mientras que en mi interior, alguien decía: "sí, seguro...", pues la conversación que Joshua y yo acababamos de tener le había sido de todo menos de ayuda.

En el pasillo, las voces de varios jugadores se juntaban con las de algunas televisiones. ¿Había alguien durmiendo en ese momento? ¿Ni siquiera Robert? Seguro que el polaco se encontraba en alguna de esas habitaciones de las que provenían sonidos de televisiones y videojuegos.

Una vez entramos a la habitación, me percaté de que la ventana de esta daba directamente a la piscina y patio del hotel. Sin más, me asomé. Joshua seguía allí. Pronto, Mats se unió a mí.

-Será mejor que le dejemos. -Exclamé-

-Entiendo que esté así, pero... no es bueno para él.

Asentí con la cabeza y me separé de la ventana para tumbarme en la cama.

-¿Por qué no bajas a hablar con él?

Mats se giró para mirarme.

-¿Otra vez? Mats, acabo de hacerlo.

El moreno alternó sus ojos entre la ventana y los míos.

-Pero mírale... es el único que está ahí fuera, pensando en los errores del partido y lamentándose por ellos una y otra vez. -Exclamó- Y el resto... en las habitaciones, jugando o durmiendo los más suertudos.

-Mats, cariño...

-Vale. -Me cortó- Si no bajas a ayudarle, lo haré yo.

Antes de que pudiera decir nada, el moreno dejó un beso en mi frente y salió por la puerta.

Lo que necesitas (Mats Hummels)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora