Miré la hora una vez más en mi móvil y respiré hondo cuando visualicé la entrada de aquel lujoso hotel a solo unos pasos de mí.
Me miré en el reflejo de la pantalla para luego encenderlo y comprobar la hora una vez más. Eran las nueve y cincuenta y ocho de la noche y quedaban dos minutos. ¿Estaría él allí ya, esperándome?
Miré a mi alrededor de nuevo en busca de cualquier cámara o móvil que pudiera grabarme o fotografiarme en ese momento. Y es que, era raro. ¿Para qué se estaba dirigiendo la famosa modelo Kate Kirch al mejor hotel de la ciudad, a las diez de la noche y veinticuatro horas después de haber roto con su novio?
Saludé al staff del hotel a las afueras de este y entonces entré. Fue nada más entrar cuando lo vi.
Mats Hummels, vestido de Armani y consultando su teléfono móvil de lo más interesado, me esperaba sentado en un elegante sillón de cuero.
Anduve varios pasos más pretendiendo que el ruido de mis tacones sobre la vacía recepción le llamara la atención. Y así fue. Aguanté la respiración cuando vi su reacción al escucharlo.
Levantó sus ojos de la pantalla y entonces repitió todos y cada uno de sus gestos de aquella maldita noche, en la cena de Navidad.
-Hola. -Saludé, nerviosa-
-Hola Kate, ¿qué tal estás?
Tragué saliva al oler aquel perfume de nuevo y dirigí mis ojos a los suyos. Pareció ocurrirle lo mismo a él, por lo que no pude evitar sonreír.
-¿Te parece si...? -Preguntó señalando el ascensor-
Asentí avergonzada por haberme quedado fija en su figura y entonces comenzamos a andar.
-Perdona que no te invite a un restaurante, pero creo que ambos preferimos que las cámaras se mantengan alejadas de nosotros en este momento, ¿me equivoco?
Negué con la cabeza.
-Mejor así. -Respondí-
Observé de reojo cómo el jugador hacía una seña a la chica de la recepción y cómo esta agarraba el teléfono para marcar unos números. Pulsó el botón del ascensor y ajustó el cuello de su camisa blanca mientras yo me mantenía firme, mirando al frente y evitando cualquier contacto con aquel hombre.
Subimos al ascensor, allí dentro casi podía escuchar los corazones de ambos latir. Nadie hablaba, ni siquiera nuestras respiraciones podíamos escuchar. Y es que, la última vez que ambos nos encerramos en un lugar tan estrecho, la cosa no acabó del todo bien. ¿O sí?
Lo seguí hasta la puerta número diez y ambos entramos. ¿Era esa la habitación donde Mats estaba viviendo después de romper con su mujer? Una maleta detrás de la puerta y sus pertenencias sobre el enorme escritorio lo confirmaron. Y es que aquella habitación, más que una habitación era una pequeña casa.
Me invitó a sentarme en una silla, frente a una pequeña mesa de cristal y frente a otra silla en la que más tarde se sentó él. Esbozó una sonrisa y entonces habló.
-Me gustaría haberte llevado a un restaurante, -repitió- y no tener que cenar aquí. -Añadió, mirando a su alrededor-
-No te preocupes, no nos conviene que nos vean juntos ahora. -Dije yo-
Mats asintió, aclaró su garganta y entonces se apoyó sobre la mesa para mirarme a los ojos. En ese momento, mirándome fijamente, con su brazos apoyado en la mesa y sus manos entrelazadas... Solo trataba de mantener mis ojos fijos en los suyos cuando un suspiro se me escapó.
-De eso quería hablar contigo.
Asentí con la cabeza y nerviosa aparté mi cabello de un lado a otro por incontable vez esa noche.
-Lo que pasó la otra noche...
Dos golpes en la puerta cortaron su discurso. Cerró los ojos molesto y se levantó tras disculparse. Pocos minutos después, la mesa se llenó con dos platos, copas y botellas. Ahora Mats, continuó.
-Decía, sobre la otra noche... -Retomó y cogió aire- No me arrepiento de nada.
Mojé mis labios al escucharlo y asentí con la cabeza. En ese momento y segundos antes de que siguiera hablando lo comencé a notar nervioso.
-No sé si para ti fue un error o realmente lo hiciste por...
-Yo tampoco me arrepiento de lo que hicimos. -Le corté-
Mats asintió con la cabeza ahora notablemente más relajado y no pude evitar sonreír de nuevo, contagiándole. Ambos reímos, nerviosos por unos cortos segundos.
-Supongo que habrás leído todo lo que ha salido hoy sobre mi matrimonio... -Dijo algo molesto-
Me mantuve seria, sin mover ni un músculo y deseando que siguiera hablando.
-La verdad es que fue ayer cuando le conté a Cathy lo sucedido, y esa misma noche lo dejamos. Rompimos un matrimonio de casi dos años, pero lo cierto es que aquello llevaba roto varios meses.
Entonces, decidí continuar yo. Todo aquello me resultaba familiar.
-Justo anoche fue cuando yo y Joshua lo dejamos. Él me pidió matrimonio y yo lo rechacé para luego contarle lo que ocurrió.
Mats se mostró sorprendido al escuchar la palabra "matrimonio". Alzó sus cejas y entonces yo asentí.
-Lo dejamos, he pasado la noche en un hotel cercano a este y no he vuelto a hablar con él desde la última vez que lo vi.
-Calle abajo y tras tirar el anillo a la carretera. -Añadió él-
Asentí con la cabeza.
-He visto las fotos.
¿Y bien? Las revistas no mentían, ambos asumíamos la culpa y nos mostrábamos, de manera indirecta, el uno al otro que nuestras relaciones no eran realmente lo que aparentaban.
¿Era la única que se moría de ganas por besarle... Otra vez?
-¿Qué te parece si cenamos mientras me cuentas un poco sobre ti?
Asentí con la cabeza, agarré mis cubiertos mientras él vertía la botella de vino en nuestras copas y se mostraba de lo más sonriente.
-La verdad es que la última vez que nos vimos no tuvimos oportunidad de hablar, solo nos dedicamos...
-A besarnos. -Completé yo llevando la copa a mis labios-
Mats asintió, con una sonrisa y se podría decir que algo nervioso.
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