Me desperté al día siguiente y, nada más abrir los ojos, agarré mi móvil de la mesilla. Tal y como esperaba, un mensaje de Mats me esperaba.
"Buenos días, preciosa. Espero que hayas dormido bien en nuestra cama, pero sin acostumbrarte a despertarte sin mí. Te quiero!!"
Sonreí, como no podía ser de otra manera, y respondí a aquello con algo breve, pues ya sabía, gracias a Joshua, que el entrenador no les dejaba utilizar más de dos minutos cualquier cosa que no fuera un balón.
Mats ni siquiera lo recibió por el momento, por lo que comencé mi día levantándome de la cama y recibiendo una llamada de Anna que respondí encantada.
Tras una ducha, pude después de mucho tiempo, elegir la ropa que me pondría desde un armario, y en mi propia casa. ¿Estaba soñando? A decir verdad, el revolver la ropa de la maleta hasta dar con la prenda que buscabas y luego cerrarla dejándolo todo desordenado... tenía su punt... no, definitivamente, prefería un armario.
Me reuní con Anna en la cafetería ya denominada, "la de siempre" y sentí como su abrazo, tras unos días sin vernos, me llenó de energía y, sobre todo, alegría.
-¿Cómo va la pequeña? -Pregunté tocando su tripa-
-Mejor imposible. -Respondió con una sonrisa-
Volví a abrazar a la polaca y no pude evitar dedicarle unas palabras a la pequeña Klara, aún en la tripa de Anna, que fueron respondidas con unas leves pataditas que me alegraron aún más la mañana.
Mientras charlaba con Anna sobre los planes de esa noche, recibí un mensaje de Mats, solo segundos después de que Anna recibiera uno de Robert.
Mats me recordaba, una vez más, que me echaba de menos, que estaba deseando jugar el partido y volver a casa cuanto antes.
Robert, por su parte, le preguntaba a su mujer sobre el embarazo, le informaba sobre las tácticas para el partido de esa noche y cómo se encontraba el polaco antes de ese importante partido.
-¡Estoy nerviosa por esta noche! -Exclamó Anna emocionada-
Ambas reímos por su reacción y yo traté de entender aquel sentimiento que todos compartían, incluso Anna, por esos partidos de Champions League tan importantes.
-¿Que... nos jugamos exactamente? -Pregunté entre risas-
Anna, tras tapar su rostro avergonzada, respondió a mi pregunta entre risas.
-El pase a semifinales. -Respondió amable- Si ganamos el partido de esta noche, y el de la semana que viene, pasaremos a semifinales.
Asentí a su explicación.
-Y la semana que viene, el miércoles... ¿A España?
Ana asintió con rostro de preocupación.
-A Madrid, concretamente. -Respondió- Y lamentable, creo que yo no podré viajar.
Tocó su tripa para mirarla, y luego a mí. Torcí el gesto y asentí comprensiva.
-No puedo arriesgar...
-No debes viajar. Sólo te queda un mes, algo menos. Lo mejor será que te quedes.
La polaca asintió a mis palabras, apenada. Pero pronto recuperó la sonrisa al hablar del partido.
-¡Va a estar el estadio lleno! -Dijo emocionada- Van a estar la mayoría de las chicas, el hermano de Robert, unos amigos...
-Y el hermano de Mats. -Añadí yo-
-¿Ya le conoces?
Negué con la cabeza y Anna pareció sorprenderse.
-¿Lo vas a conocer hoy?
Asentí y Anna aplaudió de lo más emocionada.
-Creo que en el Signal Iduna Park coincidí con él un par de veces. -Recordó la polaca-
-Mats me ha explicado un poco como es... Además, vendrá con unos amigos.
-No tengas miedo, seguro que es igual de agradable que Mats. -Dijo sonriente-
-No lo dudo. Pero me da... vergüenza. -Dije tapandome el rostro- Además, le tengo que dar la camiseta que Mats le compró ayer, ¡ya le vale!
Anna comenzó a reír y yo no pude hacer más que reír también.
-¡Lo ha hecho a propósito! -Afirmó la polaca- Estoy segura.
Asentí, dándole la razón y me terminé mi desayuno.
Tras recibir la noticia por parte de los chicos de que podríamos ir a visitarlos unas horas antes del partido, Anna y yo hicimos nuestros planes.
-¿Cuánto dura un partido? -Fingí, esperando la reacción de Anna-
La polaca me miró con los ojos como platos.
-Oh no, esto sí que no. -Dijo sorprendida-
Reí y negué con la cabeza.
-Estás de broma, ¿no?
Asentí entre risas y la polaca y yo continuamos riendo y bromeando mientras caminabamos por la ciudad.
* * * *
Una vez me puse mi camiseta roja, sentí a Mats cerca. Suspiré hondo y me miré al espejo. Me encantaba.
Me encontré con Anna en la puerta del Allianz. Eran casi las siete de la tarde, y los chicos saldrían en diez minutos a hacer un último y breve entrenamiento antes del partido, aquel sería el tiempo que tendríamos para ver a los chicos.
Seguí las indicaciones de Anna y, en poco tiempo, nos encontramos con todos los jugadores, recibiendo las visitas de sus parejas y familiares y, como no, con Mats y Robert. Joshua, sentado en un sillón algo apartado del resto, me saludó con la mano con rostro serio. Saludo que respondí, cómo no.
Abracé al defensa por la espalda y rápidamente, él se dio la vuelta para saludarme con un sentido beso.
-¿Estás preparado? -Pregunté-
El moreno asintió, mirándome a los ojos y jugando con mi cabello.
-Voy a estar arriba, animándote, ya lo sabes.
Asintió con la cabeza. Sabía lo mucho que necesitaba mi apoyo, mis palabras y mi cariño apenas a dos horas de que todo aquello comenzara.
-Pase lo que pase, hay que seguir adelante y luchar, hacer todo lo posible por dejarlo todo a nuestro favor.
El moreno volvió a asentir y me besó una vez más.
-Te voy a estar esperando fuera. Recuerda que pase lo que pase, voy a estar ahí.
Ahora esbozó una sonrisa y me agradeció aquello. Había pensado durante mucho tiempo lo que le diría al moreno al verle, si es que finalmente le veía antes del partido. Y tenía que decir que mis palabras, por el momento, parecían haber surgido efecto.
Pocos minutos más tarde, el entrenador llamó a los chicos a entrenar y prácticamente, nos despachó a familiares y acompañantes a fuera de aquel lugar. Me reencontré con Anna y salimos fuera. El plan continuaba, y ahora tocaba dar una vuelta por los al rededores.
Anna y Mats lo había conseguido. Aquel sentimiento de amor por el club había llegado a mí, y los nervios por ver aquel partido y animar a Mats hasta que no pudiera más, también.
Solo quedaba poco más de una hora para que todo aquel espectáculo comenzara, y no podía negar que estaba deseando ver todo aquello, es estadio, los aficionados y a Mats disfrutando de hacer lo que más le gustaba.