Me desperté a la mañana siguiente. Casi no había abierto los ojos cuando ya me encontraba escribiendo el código de desbloqueo de mi móvil y en busca de algo.
Antes de mirar la pantalla, pensé. ¿Y si no había nada? ¿Y si Mats ni siquiera se había despertado y seguía durmiendo rodeado por los brazos de su mujer? Pero, ¿y si por el contrario, había un mensaje? Un buenos días, te echo de menos, estoy de camino... involuntariamente, sonreí. Convencida y con la imagen de su sonrisa en mi cabeza, miré la pantalla.
Nada. Absolutamente nada.
"Sigue durmiendo" pensé. "Durmiendo, solo, en su hotel" y ni yo misma me lo creí.
Decidí contenerme y, simplemente, salir de aquella aplicación.
Ese maldito momento en que decidí no bloquear el móvil, seguir mirando mis redes sociales y encontrarme con aquello.
Mats. Mats y Catherine, o Cathy, como la debería de estar llamando en ese preciso momento mientras despiertan uno al lado de otro.
Instagram me sorprendía una vez más.
"Mats Hummels y Cathy Fischer vuelven a estar juntos"
Leí y releí aquel maldito titular. Y sólo con ver la foto, la misma que evitaba mirar a la vez que leía aquello, tuve que respirar hondo. Mats y Cathy, abrazados a la salida de un restaurante y apoyados en su coche.
Negué con la cabeza y no pude evitar seguir leyendo. Hacía una hora de aquello, y ya parecía haberlo leído todo el mundo.
"Mats Hummels y Cathy Fischer cenaron anoche en un lujoso restaurante de Múnich para lo que, al parecer, fue una forma de pedirle disculpas del futbolista a su actual mujer. Tras casi tres horas, ambos salieron juntos del restaurante para, tras unos besos y abrazos, entrar en el coche del defensa"
Negué repetidas veces. Besos y abrazos.
-Debe ser una broma. -Susurré-
Deslicé mi dedo hacia arriba con el fin de encontrar más fotografías y entonces me encontré con el otro extremo de la situación.
Joshua Kimmich había subido una foto hacía unos minutos. Una foto durante su sesión de fotos con Nike la misma sesión a la que yo lo acompañé. La misma foto en la que yo, detrás de la cámara, reía por su rostro serio, segundos antes de que él estallara a reír y saliera del plano para abrazarme. Mi último fondo de pantalla y la que tantas veces le había definido como "mi favorita".
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No hacía falta ningún texto, ningún emoticono. La foto y su significado hablaban por sí solos.
La miré unos segundos y lo recordé. Fue durante nuestro primer año juntos, el mismo año en que yo me inicié en la moda y decidí acompañarlo a aquella sesión. Él serio, obedeciendo a las órdenes del fotógrafo y evitando mirarme para no desconcentrarse. Frente a él y detrás de la cámara, yo. Mirándolo embobada y riendo por su resto serio, de chico malo, y que no lo definía para nada.
"Kate, ¿puedes irte fuera?" Exclamó al ver el flash de la cámara. Entre risas y levantándose ahora para venir hacia mí y sostenerme con un abrazo yo continué riendo y me apoyaba ahora sobre su hombro mientras él se quejaba, entre risas.
Suspiré y sequé la lágrima que caía por mi mejilla. Nunca podría negar que ese primer año junto a Joshua fue lo mejor que viví nunca.
Él sabía bien lo que esa foto significaba para mí, para nosotros y la cantidad de sentimientos que removía en mí todo aquello.
Un poco más abajo, más fotos de Mats y su mujer, caminando juntos hacia el coche, hacia el restaurante... bufé y decidí volver a la aplicación de mensajería por excelencia. Pulsé sobre su nombre. Nuestro último mensaje, el día anterior. Y su última conexión, hacía veinte minutos.
* * * *
Me encontraba en el gimnasio. Había cumplido mi hora y media de ejercicios, y ya llevaba más de dos horas, con el ceño fruncido, la mirada perdida y mi cabeza ocupada y a punto de estallar.
Mats no me había llamado, ni mandado un mensaje a pocos minutos de que finalizara el entrenamiento con su nuevo equipo. Donde se había encontrado, inevitablemente, con Joshua, el mismo que jugaba con mis emociones como quería. ¿Cómo era posible echarlo de menos ahora, querer, simplemente, verlo?
Agarré mi botella de agua y bebí un trago para luego secarme el sudor con una toalla.
Me levanté de la máquina que trabajaba mis piernas y me tuve que obligar de nuevo a dejar el móvil en la bolsa y no hurgar más en la herida de camino al vestuario.
Tras una ducha rápida, salí del gimnasio para llamar a un taxi. Ya con aquel aparato en mis manos, volví a entrar en WhatsApp, donde Mats seguía sin dar señales de vida y donde abría ahora mi conversación con Joshua.
"Vas a estar en casa? Necesito ropa"
Esperé paciente unos segundos.
"Estaba de camino, aparco por aquí cerca y espero a que acabes"
Lo leí y releí, y algo dentro de mí me dijo que aquello que Joshua decía no estaba bien, que mi intención no era estar enfadada con él y no verle nunca más. Que no lo quería como novio, pero sí lo quería... así sin, más.
"No hace falta, voy más tarde"
"Kate, coge la ropa, esperaré en el coche a que salgas"
¿Esperaré a que salgas? ¿Desde cuando no teníamos permitido respirar el mismo aire? Rodé los ojos.
Monté en el taxi y le expuse al conductor mi dirección, la misma que dejaría de ser mía en cuestión de tiempo.
Una vez giró la calle que conducía a la zona donde se encontraban las casas de casi todos los jugadores del Bayern Múnich, un familiar BMW color rojo apareció en el retrovisor. Lo miré y lo volví a mirar. Joshua conducía aquel coche, quién si no, pues mi sonrisa lo afirmaba.
Bajé del taxi y lo observé aparcar frente al que todavía era nuestro garaje. Con una seña, señaló la puerta, luego a él mismo, y luego al interior de su coche. Pude leerle la mente, "entra, esperaré aquí".
Metí la mano en mi bolsa, donde sabía que mis llaves no se encontraban. Me dirigí al coche y Joshua bajó la ventanilla.
-Josh, ¿tienes... llaves?
Pude verlo tragar saliva al escuchar mi voz, lo mismo que me ocurrió a mí al decir su nombre salir de mi boca de nuevo.