-¿Esa no era Cathy?
Asentí con la cabeza y la polaca se quedó boquiabierta.
-¿A qué viene?
Esa misma pregunta era la que yo me hacía.
-No lo sé, viene a ver a Mats, la he escuchado. -Dije nerviosa-
Anna torció el gesto, preocupada y se sentó en una silla tras un gesto de dolor. Pensativa, me senté frente a ella.
-He estado hablado con él en el vestuario.
Anna me miró interesada.
-Me ha dicho que... no quiere que volvamos a estar tan distanciados.
La polaca esbozó una sonrisa y yo hice lo mismo. Con aquello, todo estaba dicho.
-Vi a Robert entrar en el túnel para llamar a Mats, ¿interrumpió algo? -Preguntó entre risas-
Algo sonrojada, negué con la cabeza.
-¿No? -Preguntó a la vez que miraba-
-Dos minutos antes, quizás...
Anna soltó una carcajada y yo reí.
-Siempre tan oportuno. -Exclamó-
Asentí a sus palabras. No era la primera vez que ocurría algo de ese estilo en lo que yo y Robert estábamos involucrados.
Tras unos minutos, el camarero nos trajo dos zumos y algo de picar.
-¿Y con Joshua...?
-Muy bien. -Respondí al instante-
Anna volvió a sonreír. Y con esa simple sonrisa supe que aquello estaba siendo correcto. Valoraba la opinión de Anna más que la de cualquier persona.
-Muchos creen que habéis vuelto.
Asentí a aquello y no supe bien qué responder, pero sí sabía a quien Anna se refería.
-Queremos tener buena relación y... nada más.
Bebí un trago de mi zumo y Anna hizo lo mismo.
-Es lo mejor que podrías hacer.
-Lo sé, Joshua es demasiado bueno y no se merece nada de lo que ha pasado estos días. -Añadí decidida-
Anna asentía a la vez que alternaba su mirada entre la puerta de entrada, a mi espalda, y mis ojos.
-Además, hoy hemos estado...
Con un movimiento de cejas, supe que debía dejar de hablar. Volví a beber otro trago y Anna agarró su móvil. Pocos segundos después, Cathy pasó por nuestro lado.
Mordí mi labio inferior evitando reírme y Anna me miró.
-¿No tiene nada mejor que hacer? -Susurré entre risas-
-Divorciarse de su marido. -Respondió Anna-
-Y vender su casa. -Añadí yo-
Ahora Anna y yo reíamos mientras la poca gente que estaba a nuestro al rededor nos miraba y Cathy hablaba con la camarera.
Al rato, la rubia volvió sobre sus pasos con un café en sus manos y sin dirigir una mirada a nuestra mesa, pese a pasar por al lado de nosotras.