Capítulo 46 -Lo inesperado

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La espera se hacía eterna. Llevábamos al rededor de media hora sentadas en nuestros asientos, tomándonos miles de fotos y un par de cervezas por mi parte para amenizar la espera.

Charlaba con Anna de lo más animada a solo veinte minutos del comienzo del partido cuando noté cómo alguien se sentaba a mi lado. Miré a Anna en primer lugar y la polaca me señaló con un movimiento de cejas mi lado izquierdo. Sin más, me giré.

-Hola. -Dije llamando su atención- ¿Eres...?

Ni siquiera hacía falta preguntarlo. Cuando levantó sus ojos del móvil y me miró a la cara, lo reconocí al instante. Aquel chico moreno y con barba era idéntico a Mats.

-Jonas Hummels. -Exclamó el chico-

Exacto. El hermano pequeño de Mats.

Nos saludamos con dos besos, pues él también me reconoció al mirarme, y charlamos durante unos pocos minutos. En poco tiempo, Anna, yo y Jonas nos encontrábamos riendo tras una broma del chico.

-Tengo algo para ti. -Exclamé agarrando mi bolso, un poco más grande de lo normal aquella noche-

Saqué la camiseta del chico del bolso y entonces Jonas la miró entusiasmado. Debido a que venía preparado para aquello, se quitó la chaqueta que llevaba encima de una camiseta blanca y se puso la camiseta de su hermano.

-¡Team Hummels! -Gritó entre risas- Y Team Lewandowski. -Añadió mirando a Anna-

Los tres reímos y entonces dos amigos del chico llegaron a donde nos encontrábamos. Nada más sentarse, el himno que ya reconocía como el de la Champions League sonó y pronto los jugadores saltaron al terreno de juego.

En ese momento, pude decir que me sentí como una auténtica fan de aquel equipo, el Bayern de Múnich. Anna, pese al estado en que se encontraba, se levantó del asiento y comenzó a aplaudir y gritar el nombre de su marido cuando este pisó el verde.

Al ver a Mats, no pude más que esbozar una sonrisa y aplaudir mientras su hermano y los amigos de este se encargaban de gritar y mandar señales de apoyo al defensa.

Al comienzo del partido, pude disfrutar una vez más de aquella gran cantidad de fans del club que apoyaban al equipo desde la grada. Apenas se escuchaba gritar y animar a los fans del equipo blanco, lo que hacía que nuestro equipo estuviera mucho más animado que el equipo visitante.

Pronto, llegó el primer gol. Arturo Vidal, de un cabezazo, metía el balón en las redes de la portería.

Jonas y sus amigos lo calificaban de golazo, mientras que Anna se limitaba a aplaudir de alegría y aprovechar el momento para grabar un vídeo para su Instagram. Por mi parte, grité el gol como nunca antes lo había hecho. Mats desde su posición, celebraba el gol con sus compañeros.

Con mi mirada fija en él, pude ver cómo miraba hacia nosotros en el momento de celebrar el gol. Me buscó con la mirada y alzó su puño en alto a la vez que me miraba, a mí y a Jonas, su hermano. Lo imité y le mandé un beso por mi parte. El moreno como respuesta simuló un corazón con sus manos durante unos breves segundos.

-¡Te quiero! -Grité e imité su gesto-

Jonas, Anna, y casi todas las chicas que acompañaban a sus chicos esa noche me miraron con ternura y yo me sonrojé. Incluso pude ver cómo Joshua sonreía de camino al centro de campo.

Al parecer, me esperaba una gran noche, en gran compañía y por qué no, repleta de goles y alegrías.

* * * *

-¿Tú crees? -Pregunté alarmada-

Jonas asintió con la cabeza y yo me llevé las manos a la cabeza.

-¿Por qué no pide el cambio?

El hermano pequeño de Mats negó con la cabeza con rostro de preocupación.

-¡Joder! -Grite yo-

Las palabras de Jonas me alarmaron. Al parecer, Mats sentía molestias en uno de sus tobillos, lo que le hacía llegar tarde a los encuentros con el balón y, sobre todo, perjudicaba al equipo a la hora de cubrir a los tres delanteros con los que el Real Madrid contaba.

-Se ha debido dar un golpe, según él, ni hoy ni ayer le dolía y los médicos del club le dieron el visto bueno hace un par de días. -Comentó Jonas-

Bufé y me crucé de brazos obviando por el momento que el moreno ni siquiera me había comentado que su tobillos estaba tocado y que le podía dar problemas aquella noche.

Tras aquella advertencia por parte de Jonas, me fijé aún más en el moreno caminando por el terreno de juego.

Cuando uno de los extremos del Real Madrid echaba a correr, el moreno daba todo de sí para alcanzarle, pero ni siquiera llegaba a cubrir el espacio antes de que el jugador pasara el balón.

Pronto, las críticas se hicieron notar en el campo y las gradas. Jonas se quejaba de que su hermano no pidiera el cambio, incluso le hacía gestos con sus manos cuando parecía que Mats nos miraba.

Observé cómo uno de los defensas del club, Jerome Boateng, charlaba con Mats. El moreno señaló disimuladamente su tobillo y Boateng asintió y miró al banquillo. Entonces, con un uno a uno en el marcador y solo diez jugadores de nuestro equipo en el campo, Mats pidió el cambio.

Algunos de los que nos rodeaban gritaban que ya era hora e incluso criticaban el partido del defensa. Impotente, apreté los puños y observé cómo Mats se marchaba del césped mientras su hermano y sus amigos lo apoyaban.

Anna pasó su mano por mi espalda y me abrazó.

-No te preocupes, todavía quedan noventa minutos más. Ellos son capaces de todo, ya verás.

Asentí a sus palabras y pensé en aquello. ¿Y si Mats no podía recuperarse para aquel importante partido? ¿Y si Mats se tuviera que quedar en casa y no pudiera jugarlo? Solo se pensarlo y llena de impotencia, traté de aguantar mis ganas de llorar a toda costa.

Observé cómo Mats se sentaba en el banquillo y algunos médicos se acercaban a él cargados con botiquines. Allí sentado y rodeado de compañeros, atentos al partido y de médicos que analizaban el grado de aquello. Pese a aquello, lo notaba completamente solo y por un momento me imaginé ahí, junto a él.

Pronto, el tobillo del moreno fue cubierto de todo tipo de vendas y a los pocos minutos, abandonó el banquillo para meterse en el vestuario.

Sin pensarlo dos veces, me levanté de mi asiento y miré a Anna.

-¿Crees que me dejarán pasar? -Pregunté colgando mi bolso al hombro-

Anna me miró confusa y Jonas se levantó también.

-¿Al vestuario? -Preguntó- No... no lo sé, no creo.

-¿No? -Pregunté-

Asentí a sus palabras y la polaca agarró mi mano.

-¿Dónde vas? Ya casi va a terminar el partido, no creo que te dejen...

Jonas puso su mano en mi hombro y ambas le miramos.

-Voy con ella. -Exclamó-

Entonces, ahora Anna sonrió y asintió con la cabeza sin decir nada. Besé su mejilla y la prometí vernos más tarde.

¿Dejar a Mats solo en ese momento, cuando más me necesitaba? No se me ocurriría jamás, y se veía que a su hermano pequeño, tampoco.

Lo que necesitas (Mats Hummels)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora