Aparqué en el lugar más cercano a la puerta del Säbener Straße que encontré. Bajé del coche y allí visualicé el coche de Mats. Sonreí. ¿Lo había conducido hasta ahí Josh? Seguramente sí, al chico nunca se le había dado bien aparcar, para qué mentir, lo hacía de pena, y ese coche no estaba muy bien aparcado que se diga...
Mandé un WhatsApp a Mats que me contestó a los pocos segundos. Al parecer, los chicos se encontraban todavía en el gimnasio de aquellos los campos de entrenamiento.
Al entrar, saludé a la recepcionista, que me identificó al instante y me dirigí al pasillo que llevaba al gimnasio.
Una vez me acerqué lo suficiente, pude escuchar una voz familiar. No era Mats, ni Josh, sino Lewandowski. Podía diferenciar la risa del polaco entre cientas más.
Por suerte, la puerta del gimnasio estaba abierta. Ahora, la risa de Robert se juntaba con la de Josh y... ¿Neuer? Efectivamente, el portero también se encontraba allí.
Pese a estar abierta, llamé a la puerta. Los chicos me miraron, alarmados, y sonrieron a ver que se trataba de mí. Mats me saludó desde el otro lado, sentado en una máquina que ejercitaba la espalda. Saludé a los chicos y me acerqué a él para darle un beso.
-¿Qué tal la sesion? -Preguntó fijo en mí-
-Muy bien. -Respondí de lo más sonriente-
El moreno asintió y ahora fue él quien juntó nuestros labios para luego sentarme sobre sus piernas y rodear mi cintura con sus manos.
-¡Pues no, graciosos! -Respondió Robert como una risa burlona a una pregunta que no escuché- Me lo curré, y además, a ella le encantó.
Josh y Neuer rieron tras su respuesta mientras Robert los miraba a punto de golpear a cada uno. Sonriente, los miré. ¿De qué estarían hablando y por qué Mats no tenía nada que decir?
-Cuéntanos lo que vas a hacer tú, Manuel, ¿vas a ser tan cutre en tu pedida de mano como Robert?
-¡No fui cutre, gilipollas! -Insistió el polaco- Llené la habitación de rosas y además le regalé un coche de su color favorito, junto con las llaves de mi casa. -Recordó, nostálgico-
Josh volvió a reír a carcajadas y Manuel se mostró algo más avergonzado por la pregunta del chico. Así que estaban hablando de pedidas de mano y bodas... interesante, pensé a la vez que Mats depositaba un beso sobre mi hombro. Lo miré, nos sonreímos y atendimos a la respuesta de Manuel.
-Se lo voy a pedir mientras cenamos, esta noche en un restaurante. He contratado una banda de música para que toque nuestra canción. -Explicó, ignorando la risa de Joshua- Además, tengo algo hablado con los del restaurante que todavía no sé cómo va a salir...
Robert aplaudió al portero mientras que el más joven de los chicos reía apoyado en una de las máquinas. Mats, reía por la reacción del chico.
-¿De qué te ríes? -Preguntó Manuel, algo molesto- No todo el mundo es tan poco romántico como tú.
Ahora era Robert quien reía a carcajadas y avivaba más el fuego.
-Eso, envidioso, nosotros no tenemos la culpa de que seas un soso y que ninguna chica te soporte.
Automáticamente, los ojos de los tres chicos se dirigieron a mí. Arqueé una ceja y miré al chico, quien todavía reía. ¿Esperaban que dijera algo? ¿Delante de Mats y Josh? Bien...
-Se muere de ganas porque alguien le pida matrimonio cenando en un restaurante o regalándole un coche de su color favorito. -Bromeé-
Al instante, me arrepentí de aquello. Escondí mis labios y Josh arrugó la frente mientras me miraba. Los chicos, ignorantes de aquello, se rieron. Con el fin de imitar las pedidas de mano que los chicos habían comentado, olvidé completamente que Josh me pidió matrimonio cenando en un restaurante. ¿Cómo coño no me había acordado antes de soltar aquello?
-Qué cruel... -Susurró una voz algo grave en mi oído, que provocó en mí un escalofrío-
Josh, tras aquello, se mostró más serio de lo normal. Culpable de remover los malos recuerdos de aquella noche en la conciencia de Josh, traté de establecer contacto visual con el chico y pedirle perdón de alguna manera. Sin embargo, algo peor iba a suceder.
-¿Y tú, Mats? -Preguntó Manuel-
Tragué saliva y el moreno, abrazado a mi cintura, se tensó.
-Sin que Kate nos escuche... -bromeó- ¿tienes pensado algo?
En ese instante, Josh se levantó de aquella máquina donde estaba sentado, y se dirigió a la puerta bajo la atenta mirada de, al parecer, solo Robert y yo. Pues Manuel, ni siquiera se había percatado del enfado del chico. Maldije en mi cabeza y me interesé en la respuesta del moreno.
-No he pensado nada todavía.
Su voz, cerca de mi oído, me retumbó por dentro. ¿Todavía?
Manuel asintió y, entonces, se percató de que Robert se encontraba en la puerta, haciendo gestos hacia el pasillo, y que Kimmich ya no se encontraba allí. El portero se acercó al polaco y hablaron algo entre ellos.
-¿Nos vamos? -Pregunto Mats, sacándome de mis pensamientos-
-Sí, cuando quieras.
Su sonrisa acompañó a la mía, y volvió a besarme. Agarró mis piernas y, con una mano en su espalda, me levantó de allí para dirigirnos a la puerta, donde Manuel y Robert ya no se encontraban. Abrazada a su cuello y entre risas, salimos del gimnasio y el defensa me llevó al vestuario donde guardaba su ropa.
Lo observé mientras se ponía unos vaqueros y un jersey gris que le quedaba de maravilla. Amenazó con tirarme uno de sus calcetines si no dejaba de mirarlo de aquella manera mientras se cambiaba, y respondí con una risa burlona mientras ahora se ponía unas cómodas deportivas Adidas de color marrón.
Una vez salimos de allí, planeamos lo que quedaba de noche.
-Vamos a cenar y luego, si te apetece, vemos la peli que querías en el cine.
Asentí a sus palabras y separamos nuestras manos, entrelazadas, para entrar en nuestros coches.
-¿Dónde vamos a cenar? -Pregunté abriendo mi Audi desde la distancia-
-Donde quieras. -Respondio Mats, indiferente- Hay un restaurante aquí cerca que está bastante bien, segun me han dicho.
Acepté su propuesta y, con una sonrisa pícara, dije una última cosa antes de entrar en mi coche.
-Vale, pero no me pidas matrimonio.
Mats arqueó una ceja y luego rió.
-Bueno, ya veremos.
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