¡Cómo, cómo no y como no motivarse!

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Hoy me he levantado con un humor estupendo. Seguramente sea porque terminaba los exámenes, pero el asunto es que he estado toda la mañana bastante animada. Y, claro, una cosa ha llevado a otra y he acabado dándole vueltas al tema de la motivación.

La motivación es algo así como esa fuente de gasolina mágica que alimenta tu motor con la pontencia de tropecientos pegasos, dándote la energía necesaria para alcanzar la cima... o despeñarte. Sí, es estupenda, pero al igual que las sales minerales, es tan malo su déficit como su exceso.

Llevo ya nueve minutos con esta birria de introducción. Por un lado porque estoy terriblemente espesa, pero también porque esto de controlar el tiempo se me da de pena. Sin embargo, tengo algo más de maña para "administrar" la motivación y es de eso lo de lo que voy a hablar: de la motivación buena, la mala, cómo usarlas para superar tus metas y evitar caer al abismo del autodesprecio.

Antes de nada, ¿sabíais que hay dos tipos de motivación? (No, no me lo estoy inventando, me lo ha chivado una psicóloga)
LAS MOTIVACIONES

1-La motivación extrínsica

Esta es cuando a un niño le decimos; "¡Ey! Si me apruebas todo y me sacas algún diez te compro la play station". Esta motivación no depende de nosotros, sino del premio (o castigo) que obtendremos directa (o indirectamente) al superar nuestro objetivo. Vamos, que si después de leer este artículo decidierais votar, compartirlo o comentar lo mucho que os ha gustado, me estaríais motivando extrínsicamente a escribir más.

2-La motivación intrínseca

En este caso, es nuestro propio niño el que toma la decisión; "¡Whoau! ¡Me encantaría sacar un diez! Voy a ver si lo apruebo todo y soy el más listo de clase". Aquí no hay ningún premio. Sí, sacar un diez tiene sus beneficios y ventajas, pero no es una recompensa directa. Y, como me comenta mi querida psicóloga, en la mayoría de los casos en esta motivación más que lograr el objetivo lo que busca es llevarlo a cabo. Siendo más preciosos, este niño querría sacar el diez porque le encanta el temario, es su asignatura favorita, así que, ¿por qué no ir a por la máxima nota?

La motivación extrínseca es hacer un fanart de tu serie favorita para buscar el apoyo y la valoración de otros fans. La motivación intrínseca sería dibujar por el simple placer de hacerlo.

Como casi cualquier ser humano, de alguna manera he probado ambas motivaciones a lo largo de mi vida (Y me apuesto una coliflor a que vosotros también las habéis usado). Y puedo asegurar con total rotundidad que la motivación intrínseca es mucho mejor la extrínseca. Y no solo lo digo yo: también la psicología.

DEFECTOS Y BENEFICIOS DE LA MOTIVACIÓN EXTRÍNSECA

Con la motivación extrínseca pueden suceder muchas cosas. Por ejemplo: el premio no te atrae. A nuestro niño le encantaría tener una play station, pero en vez de estudiar y conseguirla puede irse a casa de su amigo a jugar. O resulta que el nada motivador camino para conseguir la play es aburrido a más no poder y no compensa el premio.

En el momento en el que el objetivo se hace demasiado difícil, el premio no nos convence o la fuente de motivación se detiene; en ese momento nos quedamos detenidos en medio del camino sin gasolina. Y a la mínima viene la grúa a llevarnos a la casilla de salida.

No estoy diciendo que esta motivación sea mala. De alguna manera yo, por ejemplo, la uso a diario al compartir mis microcuentos, artículos y dibujos en internet, pero intento no depender de ella. Es fantabuloso subir un dibujo y tener respuestas, favs o retuits. Pero también es muy desmoralizador enseñar algo de lo que estás orgullosísimo y ver que no le importa a nadie. Es entonces cuando piensas que lo que haces no vale la pena, que tú no vales la pena o, ya directamente, que nunca conseguirás nada.

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