Adiós, 2019

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Cae el telón de un nuevo año y todavía tengo la sensación de que acabamos de estrenarlo. 2019 ha pasado volando. Hace unos días lo tenía nuevecito en mis manos y ya se ha esfumado. Aunque has sido muy especial para mí, sinceramente, creo que no te echaré de menos.

2019 ha sido el año del ESTRÉS, de hacer malabares para compaginar todas mis vidas y de sentir que me ahogo en una piscina muy chiquitina

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2019 ha sido el año del ESTRÉS, de hacer malabares para compaginar todas mis vidas y de sentir que me ahogo en una piscina muy chiquitina. Me ha faltado tiempo, días con más horas y una escoba voladora. He aprendido a organizarme a la fuerza, poniéndome límites y fechas (que no siempre he podido cumplir) para alcanzar mis objetivos. No he podido cumplirlos todos, pero estoy satisfecha.

Sin quererlo ni proponerlo, este es el año donde he pasado a escribir profesionalmente. Ha sido un cambio gradual, sigiloso como una rata a medianoche. Sin darme cuenta, he dejado de escribir para mí a hacerlo con intención de publicar. Y, bueno, ¡no ha ido nada mal! Aunque he escrito pocos relatos, todos han tenido un final feliz. He participado en varias antologías (La matanza del cerdo, Una última luna, El hilo rojo, Animal, animalis, animali, Empotradoras...) y mis primeros libros han salido a la luz. Aracnefobia, Mágica Pirimpella, Los muertos te están buscando y Corre, Renina, corre ya corretean, se pierden o tejen telarañas. ¡Y hay quienes dicen que están muy chulos!

Entrar en este mundillo es una aventura tras otra

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Entrar en este mundillo es una aventura tras otra. Como todo, también tiene su lado oscuro, pero yo quiero quedarme con las pequeñas ilusiones: las reseñas, que Aracnefobia ganara el Premio Baskerville a mejor novela corta, las presentaciones de libros. No os quiero engañar, publicar tiene mucho trabajo (corregir en época de exámenes ha sido una PESADILLA), pero al final merece la pena si nos lo curramos.

¡Y he viajado! A Sant Jordi, al festival Celsius, la Hispacon y una pequeña charla en la feria del libro de Valencia. Sigo desvirtualizando a más escritoras y he disfrutado de grandes momentos con amigas del gremio. Quien dijo que escribir era un trabajo solitario se equivoca.

 Quien dijo que escribir era un trabajo solitario se equivoca

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