Consejos para escribir terror「WHM」

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Este febrero las brujas caminan por las calles, las abejas persiguen a los murciélagos y los fantasmas susurran advertencias al despertar. Es el Women in Horror Month, un mes dedicado a esas mujeres que consiguen ponernos la piel de gallina y escarban en nuestras entrañas con unas pocas palabras. La entrada de hoy está dedicada a ellas... y escrita por sus manos.

Yo lo reconozco sin vergüenza: adoro leer terror, pero se me da fatal escribirlo. Así que he pedido a tres escritoras que nos cuenten qué es para ellas escribir el terror y qué consejos nos darían. Tomad nota, porque las tres tienen mucho que contar.

Ellas son Nieves Mories, autora de La chica descalza en la colina de arándanos y Agnus Dei, Laura Tejada, autora de Bestias durmientes, y Marina Tena, autora de Legado de plumas y varios relatos de terror.

Ellas son Nieves Mories, autora de La chica descalza en la colina de arándanos y Agnus Dei, Laura Tejada, autora de Bestias durmientes, y Marina Tena, autora de Legado de plumas y varios relatos de terror

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¿Has tenido alguna vez un sueño de esos que te dejan hecha polvo todo el día? Son vívidos, son aterradores. Ni siquiera pueden ser calificados como pesadillas: son algo peor. Te persiguen durante el resto del día, no te los quitas de encima, porque se te han quedado pegados a la piel hasta que ellos solos deciden irse. A la vez, un extraño consuelo te acompaña; no era real. Has despertado y todo está en orden.

Recrear esa mezcla de sentimientos es lo que me atrae de la literatura de terror. No es por sadismo ni por diversión (aunque reconozco que, a veces, tiene su punto juguetón). El terror, además, tiene una cualidad increíble: la de poder colarse en cualquier parte. Desde lo más cotidiano a lo más fantástico, ahí está el miedo, la impotencia, el dolor. Se puede abordar desde mil ángulos, renovándolo cada una de esas veces. Hay rincones oscuros esperando en todas partes.

Te contaría lo de vomitar todo lo que encuentro en mis rincones oscuros, pero eso queda entre mis demonios y yo.

Cualquiera puede escribir una historia de terror. Coge uno de los muchos esquemas que hay por ahí, construye un argumento más o menos consistente (tampoco hace falta que lo sea mucho, seguro que a todas nos viene a la cabeza una novela que no sabemos por qué ha triunfado si no tiene ni pies ni cabeza), añade unos litros de sangre y ya lo tienes, ¿verdad?

La respuesta obvia es sí, claro.

La respuesta larga y complicada es... no. Por supuesto que no. Si crees que escribir algo que aterrorice es tan fácil, estás muy equivocada. Pregúntale a Kathe Koja si se sentó en su escritorio con un guion convencional a escribir Cero. Seguro que, si es una persona educada, conseguirás arrancarle una sonrisa un poco triste. Si no es tan educada... bueno, yo no lo sería.

La estructura de la novela de terror no debería ser convencional. El punto de partida para generar malestar tiene que estar ahí: no en lo que cuentas, sino en cómo lo cuentas. Esto es importante. En Agnus Dei con lo primero con lo que jugué fue con la secuenciación de la trama. Si vas a escribir una historia tramposa y desconcertante, no puedes abordarla como a la lista de la compra.

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