Yo lo tengo claro: a veces puedo ser mi peor enemiga. Puede que el Síndrome del impostor no me detenga (no ahora que tengo el turbo de una moto y pienso comerme el mundo a bocados), pero sí me hace dudar o tiñe algunas mañanas de gris. Te sientes como una patata y te preguntas si lo que haces tiene sentido. Luego hablan de ti y no te reconoces. O temes no estar a la altura de tu propia imagen.
Llevo tiempo queriendo hablar de este tema, pero nunca se me ocurre qué decir. Y hoy quiero intentarlo.
Este año he empezado una agenda nueva. Aparte de porque soy una enamorada del material del oficina, escuché hablar de una propuesta muy interesante y quise llevarla a la práctica. Y así la he convertido en un pequeño diario donde apunto todas mis victorias, por pequeñas que sean, y el avance de mis mil proyectos. Y aunque hay semanas que me han quedado muy vacías (aunque enseguida he completado esos huecos con dibujos), me reconforta un montón luego pasar las páginas y ver todo lo que he conseguido.
Solemos fijarnos mucho en los desastres, en nuestros errores y todo lo malo que llega para tumbarnos y robarnos lo bueno. Y entre tantas nubes oscuras, las motas de color desaparecen con mucha facilidad. Con esta agenda quiero remarcar esos pequeños puntos para darles toda la luz que se merecen.
Pues esas nubes, esas sombras, llegan una mañana y son tan reales como el sol. Se alimentan de nuestra energía y ganas de hacer cosas.
Al final acabas acostumbrándote a vivir con estos miedos. Es eso o dejar que te devoren. Pero es frustrante, peor que vivir en una película de terror en la que sabes que hay un monstruo que te persigue. Porque en este caso el monstruo está dentro de mi cabeza y duerme en mi estómago.
Así que para luchar contra él, no me ha quedado otra que forjar las únicas armas que funcionan contra este tipo de sombras. Y por eso anoto mis pequeños logros en una agenda, escribo lo que me apetece e intento no forzarme pero tampoco me rindo. Porque hay días en los que no me apetece darlo todo, pero si no lo intento entonces sé que a la mañana siguiente será más difícil. Y en algo como la escritura (o el dibujo) lo más importante es que primero me guste a mí. Y si no lo disfruto, difícilmente le gustará a los demás.
También sé que hay muchos problemas que vienen de fuera, el mundo es así de jodido, pero para el Síndrome y el resto de agobios no hay nada mejor que una espada muy grande. O una metralleta.
Y una vez te has armado hasta los dientes...
Eso no quiere decir que vayan a desaparecer, pero así te deshaces de ellos una buena temporada. Y las mañanas que amanecen turbias acaban por dar días más que decentes.
Y eso, nunca olvidéis de la importancia de hacer lo que os gusta y que a los bloqueos se les espanta con los puños. Tampoco de descansar ni de beber mucha agua.
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Consejos para escribir
Aléatoire¡Hola! Soy Celia Añó, dibujante y escritora de fantasía. Aquí os cuento mi experiencia en el largo camino de la escritura, mucha motivación, trucos, errores en historias y cómo aprender a publicar tus propios libros.