Hay mañanas en las que me digo: "Hoy haré esto. Y esto. Y esto otro. Y cuando termine, estas ocho cosas más. Y esta también". Lo curioso es que, al sentarme en la silla y enfrentarme a la tonelada de cosas que me he propuesto, me cuesta horrores ponerme con ellas. Me apetece, quiero hacerlas, pero entre las distracciones, la pereza y mil excusas más, puedo tardar una hora antes de ponerme con ellas.
Y luego, sin embargo, comoson cosas que me gustan, una vez me pongo con ellas ya no puedo parar hasta terminarlas.
No sé si a vosotros os pasará también esto, pero a una parte vuestra (las células) le sucede un tanto de lo mismo.
Dentro de nuestras células tenemos una infinidad de sustancias a las que llamaré sustratos. Estos sustratos pueden convertirse en otra cosa (Productos), que pueden ser muy diferentes o una simple modificación de los sustratos. Pasar de un lado a otro necesita la energía equivalente a subir una pequeña montaña.
Esta pequeña montaña:
Su cima es la conocida como energía de activación. Que viene a significar más o menos lo siguiente: llegar hasta ella es como escalar una empinada montaña (Que dependiendo puede ser más o menos alta), con tu mochila a cuestas y sin tiempo para descansar. Cuando por fin alcanzas la cima, jadeando, deshidratado, muerto de sed, de hambre y cansancio, has superado lo más difícil: ahora solo tienes que bajar corriendo y habrás llegado al otro lado.
Al escribir o hacer cualquier otra actividad pasa un tanto de lo mismo. Empezar cuesta: estás subiendo una montaña sin ganas o distraído o con la mente en otro lado. Y, claro, el ascenso se va haciendo tan interminable que a los dos minutos preferimos abrir una pestaña y ver qué se está cociendo en twitter. Al hacerlo, has bajado de la montaña y regresado a la casilla de salida. Y vuelta a empezar: escalas, te pierdes, te distraes y empiezas de nuevo. Y así durante un buen rato hasta que das con ella: la energía de activación. A partir de este momento es cuando por fin tu mente está centrada en lo que estás haciendo. Hilas las palabras, estás concentrado estudiando o te has metido en tu dibujo de tal manera que ya pueden bombardearte la casa que tú de ahí no te mueves.
Quizás os ha pasado, quizás no, quizás parece que os esté hablando en chino o puede que ya lo supierais. Pero si has llegado hasta aquí, quizás te interese cómo sacarle provecho a tu energía de activación.
Primero de todo: la energía de activación es algo que siempre estará ahí. Igual que una montaña. No puedes destruirla (No, no me destruyáis montañas que os veo) ni quedarte esperando a una falla tectónica o un terremoto para que desaparezca. Es algo que te tocará escalar siempre. Y al igual que las montañas, ¿a que no es lo mismo subir hasta un pico sin entrenamiento que hacerlo todas las semanas? Repetir una acción todos los días o implantar algo de rutina no solo evita que nos oxidemos, sino que consigue que cada vez se nos sea más sencillo ponernos con algo. No es lo mismo repasar todos los días que empollar el examen la víspera. No es lo mismo escribir un poco cada mañana que intentar escribir una novela entera en un día.
Estas montañas siempre serán diferente de una persona a otra. Ni nos motiva lo mismo ni tenemos las mismas facilidades. E incluso dentro de nosotros pueden existir diferentes montañas. Según cuánto nos guste algo o nuestro estado de ánimo, nos es más sencillo lograrlo o no. Entrenar para alcanzar la energía de activación es algo que podemos conseguir todos, pero si vamos a lo loco solo conseguiremos perder el tiempo: por mucho que todos los días nos propongamos hacer algo, si perdemos media hora en ponernos a ello tampoco servirá de mucho. Mi truco definitivo para derrotar a la energía de activación es saber sus condiciones.
En otras palabras, si sabes que tienes que hacerlo o es algo que te gusta mucho, ¿por qué porras nos cuesta tanto ponernos a ello?
¿Distracciones? ¡Fuera todo lo que distraiga!
¿Estás desmotivado porque sientes que todo lo que haces es una mierda? Busca antiguos logros o mira atrás para ver cuánto has mejorado,
¿Lo que estás haciendo es una mierda? ¡Pues cambia! Nunca hay un único método: busca lo que realmente se te da bien y consigas buenos resultados.
Hace un par de días descubrí un atajo para alcanzar mi energía de activación. Y lo hice gracias a mi hermana: fue ella quien monitorizando mi escritura se dio cuenta que me cuesta mucho ponerme con las primeras doscientas palabras. Muchísimo, tanto que siempre acabo dibujando o demorando el momento de seguir con ellas. No obstante, al superar ese bloqueo, es cuando sigo escribiendo con ganas. Y ya no paro hasta que no me queda más remedio.
Que suele ser al cabo de un rato porque he perdido casi todo mi tiempo libre en alcanzar la energía de activación.
Esta es mi montaña: superar las primeras líneas y atrapar el hilo de lo que estoy escribendo, ¿cuál es la vuestra?
Por suerte para nuestro metabolismo, nuestras células son muy listas y han descubierto una manera de reducir la energía de activación gracias a las enzimas:
Que lo que hacen es, nada más ni nada menos, que aplastar la montaña hasta convertirla en una tranquila y relajada ladera por la que cruzar sin contratiempos. Como todavía no he dado con la enzima de los escritores, me despido por ahora en esta entrada.
¡Un saludo y espero que os haya gustado!
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Consejos para escribir
Random¡Hola! Soy Celia Añó, dibujante y escritora de fantasía. Aquí os cuento mi experiencia en el largo camino de la escritura, mucha motivación, trucos, errores en historias y cómo aprender a publicar tus propios libros.