A la mañana siguiente me preparé para el entrenamiento. Metí dentro del macuto unos pantalones cortos y una camiseta, y el champú y el gel para ducharme después. Hoy iba a ser un día bastante duro, pues íbamos a estar casi todo el día ensayando para mejorar las acrobacias, saltos y demás para que la actuación fuera todavía más sorprendente, y para eso necesitábamos dedicarle todo el tiempo posible.
Me colgué el bolso sobre el hombro y salí de la habitación.
—¿A qué hora termina el entrenamiento? —me preguntó mi padre mientras bajaba las escaleras. Tenía el pelo mojado por la reciente ducha.
—No lo sé. Creo que para las seis ya habremos acabado.
—Recuerda que estás castigada...
—¿Cómo voy a olvidarme si no dejas de repetírmelo?
Le di un beso en la mejilla.
—Nos vemos luego.
Salí por la puerta y caminé calle abajo donde Christian me esperaba para llevarme al entrenamiento. El castigo también incluía indirectamente a los chicos, por eso le había dicho que me esperara a un par de casas de distancia y así me aseguraba que mi padre no nos viera.
Christian, vestido con un vaquero ajustado con rotura en las rodillas y una camiseta blanca estaba montado en su moto. Me subí a su espalda y me coloqué el casco que me ofreció con cuidado de no estropear la coleta que llevaba. Rodeé su cintura y puso rumbo al instituto.
Mis compañeros ya estaban preparados en el centro del gimnasio, esperándome para empezar con el entrenamiento mientras estiraban. Localicé a Sarah entre ellos. Hice un gesto con la mano para saludarla y ella me saludó del mismo modo.
—Quédate por las gradas —dije a Christian.
—De acuerdo —sonrió.
Me incliné para besarlo. Después me dirigí a los vestuarios para cambiarme y comenzar cuanto antes. Cuando regresé, lo primero que hice fue comprobar la asistencia. Solo faltaba una persona.
—¿Alguien sabe dónde se ha metido Brittany? —pregunté en voz alta. Nadie contestó—. ¿Cuántos ensayos se ha perdido ya?
—Cinco o seis —respondió Amanda.
Suspiré, frustrada.
—No puede seguir faltando a los entrenamientos, y menos cuando queda tan poco para el partido. Mañana hablaré con ella y si no me da ningún justificante, lo mejor será echarla por el bien del equipo. No podemos permitirnos más retrasos...
Todos asintieron.
No quería llegar a ese extremo porque Brittany era una de las mejores bailarinas, además de ser la más veterana. Pero por muy buena que fuera, no podíamos seguir permitiendo que nos retrasara estando el partido tan cerca.
Después de un duro y muy intenso ensayo, por fin habíamos acabado. Debido al hueco que había dejado Britt nos vimos en la obligación de crear nuevos pasos de baile para cubrirla. Pero con la ayuda de Sarah y de las nuevas chicas fue fácil adaptar los nuevos pasos a la coreografía original, haciendo que esta fuera todavía más espectacular. Estaba deseando que llegara el partido de lacrosse y poder mostrarlo al mundo.
Christian no dejó de mirarme mientras ensayaba, y cada vez que tenía la oportunidad, yo también lo miraba. Aunque eso solo agravó el sentimiento de culpa; saber que lo utilizaba para olvidarme de otra persona hacía que me sintiera la peor persona del mundo, por mucho que hubiera sido idea suya.
—¿Qué os ha pasado al principio? —me preguntó cuándo llegamos a su moto. Me pasó el casco—. Parecíais un poco perdidos...
—Una compañera nos ha fallado. Otra vez. Hemos tenido que cambiar algunas cosas. Mañana hablaré con ella. No me gustaría tener que echarla pero...
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Mi mejor error
RomanceChloe Davis es la chica más popular del instituto. Todo en su vida es perfecto, está controlado. Hasta que en el último curso aparece un chico nuevo; Alex Wilson, tan borde y arrogante como guapo e irresistible, que pondrá todo su mundo patas arrib...