Los días soleados habían sido intercambiados por densas nubes que se extendían por todo el pueblo como una cortina triste y apagada. La tormenta no me había dejado descansar, pues la lluvia impactando incansablemente en el tejado y en la ventana se habían encargado de eso. Antes de que sonara el despertador, ya estaba más que preparada para ir al instituto; para protegerme lo máximo del frío, me había puesto unos vaqueros altos, un jersey granate ancho, la cazadora de Alex y un gorro de lana negro por si no era suficiente. También escribí a Christian para quedar esta tarde y hablar del tema que teníamos pendiente.
Alex no apareció por el instituto en todo el día. Le escribí varios mensajes y lo llamé, pero su móvil estaba apagado. Eso o estaba pasando de mí, cosa que después de la conversación que tuvimos anoche, lo vi poco probable. Debía haber pasado algo grave para faltar y encima no contestar al teléfono... Britt había estado pasando de mí en todo momento. Yo también la esquivaba. No me apetecía tener otra discusión con ella porque mi mente estaba demasiado ocupada en Alex y Christian.
Ahora mismo me encontraba conduciendo hacia el lugar donde había quedado con Christian. Se trataba del parque que fue testigo de nuestro primer beso. Ahora mismo la lluvia hacía de la zona un lugar desolado donde no se podía jugar. Esperé la llegada de Christian en el coche con la música a todo volumen. Mis dedos se aferraron nerviosos al volante como si fuera una especie de talismán que me protegía del dolor.
Llamé a Alex otra vez.
Apagado o fuera de cobertura...
Me puse el gorro, los guantes y la bufanda antes de salir del coche y correr bajo el torrente de agua hasta llegar al hombre del paraguas negro que estaba de pie frente al banco donde nos besamos hacía años.
—Te estás mojando —dijo, inexpresivo—. Ven.
Tiró de mi brazo y me colocó bajo el refugio del paraguas.
—Gracias —dije, temblando—. Tenemos que hablar.
Christian me miró impasible a los ojos.
—Sé que llevamos poco tiempo juntos y que tú has hecho todo lo posible para hacerme feliz. Y créeme que durante un tiempo he sido la mujer más feliz del mundo, pero...
—Estás con Alex —dijo por mí.
Asentí, despacio, sin apartar la mirada de sus ojos.
—Espero que sepas lo que estás haciendo —la expresión de su rostro me asustó—. Alex no te merece. Es un inmaduro que solo te ha hecho sufrir. ¿Acaso va a ser diferente ahora?
—Sé que se ha portado mal, pero...
—¡No hay ningún pero, Chloe! —su grito me sobresaltó—. ¿Ya has olvidado las fotos que colgó por todo el instituto para reírse de ti?
—Alex no hizo esas fotos —repliqué.
—Y tú eres tan ingenua que le crees —escupió.
—Puedes pensar lo que te dé la gana —musité. Christian me observó con el ceño fruncido—. No conoces a Alex como yo. Y siento mucho el daño que te he hecho, pero tú sabías muy bien donde te metías cuando te ofreciste a ayudarme a olvidarlo. Lamentablemente para ti, no ha sido así. Sé que no me excusa de todo lo que he hecho..., pero quiero intentarlo con Alex. No quiero hacerte perder más el tiempo. Mereces estar con alguien que realmente te quiera.
Abrió la boca para replicar, pero se vio interrumpido por el sonido de mi teléfono. Christian puso los ojos en blanco. En la pantalla apareció el nombre de Alex y su fotografía.
Giré sobre mis talones para responder a la llamada.
—Alex, ¿dónde te habías metido? Estaba preocupada...
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Mi mejor error
RomanceChloe Davis es la chica más popular del instituto. Todo en su vida es perfecto, está controlado. Hasta que en el último curso aparece un chico nuevo; Alex Wilson, tan borde y arrogante como guapo e irresistible, que pondrá todo su mundo patas arrib...