Por más que intenté apartar la mirada no pude hacerlo, pues estaba perdida en el mar de sus ojos. Un mar profundo y lleno de rabia y arrogancia capaz de hacerme sentir un insignificante pececillo desorientado en mitad del océano. Ni siquiera sabía cómo conseguía que me sintiera tan pequeña cuando me miraba de esa forma. Tampoco podía dejar que lo supiera porque segura que lo utilizaría para humillarme...
—Deja que abra el coche, Alex.
—Te lo volveré a repetir: ¿A qué ha venido lo de antes?
—Un ensayo de animadoras —me encogí de hombros con total indiferencia.
Sus ojos descendieron hasta mis labios durante un segundo donde el tiempo pareció detenerse. Imaginé que acababa de recordar el desagradable beso que nos habíamos dado hacía apenas un par de horas. De hecho, para mí no había sido tan desagradable como me gustaría que hubiera sido.
—¿Pretendías molestarme con tu numerito? —preguntó.
—¿Y por qué iba a querer yo molestarte?
—Quizás porque te gusto...
Dio un paso hacia mí e instintivamente retrocedí hasta sentir el frío metal del coche en la espalda. Tragué saliva. Sus ojos se habían vuelto más claros por el sol y su respiración agitada.
—¿Y qué te ha llevado a pensar eso? —pregunté, reuniendo todo el valor del que fui capaz y lo empleé para avanzar hacia él, pues no pensaba dejarme intimidar.
Alex se quedó quieto mientras yo me acercaba. Era tan alto que tuve que alzar la cabeza para poder mirarle a los ojos.
—Por el beso que me has dado antes —afirmó.
Me crucé de brazos a la altura del pecho
—El beso no ha significado nada para mí...
Había estado durante tanto tiempo mintiendo a la gente que me había convertido en una mentirosa profesional. Incluso yo llegué a creerme a mí misma al principio.
—No te creo —susurró, inclinándose levemente hacia mí.
—Como has dicho, soy una desesperada que necesita tener un rabo entre las piernas para sentirse superior a los demás. Lo que no entiendo es que si querías follarme hasta que no pudiera moverme, ¿por qué has reaccionado de esa manera después de besarnos? A lo mejor es porque soy yo quién te gusta a ti y por eso te molesta que tenga a mejores que tú haciendo cola para estar conmigo...
Tensó la mandíbula y me fulminó con la mirada.
Sonreí, satisfecha.
—Ahora, si me disculpas, tengo cosas que hacer.
Conseguí entrar en el coche y solté todo el aire que había estado reteniendo sin darme cuenta. Introduje la llave en la toma de contacto y conduje hasta casa.
Apagué el motor y me apeé del coche. Cuando alcé la mirada, encontré a Brett sentado en el porche de mi casa. Puse los ojos en blanco. No tenía ganas de hablar con él ahora mismo, lo único que me apetecía hacer era acostarme en la cama y dejar que el día acabase.
—Te estaba esperando —se puso en pie y se frotó las manos en un gesto nervioso. Solía hacerlo cada vez que los nervios tomaban el control de su cuerpo—. Quiero hablar contigo.
—Yo no quiero hablar contigo.
Pasé por su lado y subí los dos escalones del porche.
—Chloe, si alguna vez te he importado lo más mínimo, te ruego que hables conmigo. Por favor.
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Mi mejor error
RomanceChloe Davis es la chica más popular del instituto. Todo en su vida es perfecto, está controlado. Hasta que en el último curso aparece un chico nuevo; Alex Wilson, tan borde y arrogante como guapo e irresistible, que pondrá todo su mundo patas arrib...