Capítulo 12

14.3K 558 73
                                    

Sarah aparcó el coche a una manzana de la fraternidad donde se celebraba la fiesta. Al principio, saber que íbamos a ir a una fiesta universitaria no me había parecido una buena idea, más que nada porque dos estudiantes de último curso del instituto no pintaban nada en una fiesta de ese tipo, a pesar de haber sido invitadas por un amigo de Sarah. Pero me había asegurado que esta noche iba a olvidarme de Alex, y estaba dispuesta a hacer cualquier cosa para intentarlo. Incluso ir a una fiesta donde no conocía a nadie.

Seguí la espalda de mi amiga hasta el interior de la enorme casa, sorprendida ante la cantidad de personas reunidas en el minúsculo espacio, todas ellas bebiendo y hablando sin parar, siempre y cuando no estuvieran besándose. Se había habilitado la pista de baile en una habitación situada frente al salón, donde los altavoces colgados de las paredes hacían sonar la música electrónica que pinchaba el disc-jockey sobre una especie de tarima improvisada con varias mesas.

Cuanto más me adentraba a la fiesta, más me concienciaba de que había sido una mala idea venir, pues la gente parecía estar en un rollo completamente diferente al mío. No obstante, forcé una sonrisa y me comporté como si esta fuera la noche más importante de mi vida.

—Voy a por bebidas —me dijo Sarah al oído antes de adentrarse entre cuerpos sudorosos para llegar a la cocina, situada al final de la casa.

Deambulé por la casa en busca de algún lugar donde poder sentarme. Hallé un sofá vacío en el salón. Mientras esperaba a Sarah, estudié minuciosamente el lugar donde me encontraba, esperando sacar algo bueno; vi a personas bailando pegados, a otros besándose y a otros bebiendo. Todos ellos parecían estar divirtiéndose, sumergidos bajo la influencia de una canción con mucho ritmo la cual no conocía pero que tampoco me gustaba. Estaban absortos a todo lo que pasaba a su alrededor.

Según decían, una fiesta es una buena forma para distraerse después de una larga e intensa semana de estudio y entrenando a más no poder, aunque yo me sentía fuera de lugar. No me gustaba salir de fiesta. Prefería mil veces quedarme en casa viendo alguna película con amigos o con mi padre, quedar en alguna cafetería donde poder pasar la tarde tranquilamente.

De pronto una pareja se dejó caer a mi lado, besándose tan apasionadamente que parecía que fueran a mantener relaciones sexuales en cualquier momento, sin importarles que hubiera gente a su alrededor que pudieran verlos. El chico metió la mano por debajo de la camiseta de la chica mientras le sobaba las tetas. Ella encantada. Y durante una milésima de segundo imaginé que ellos eran Brittany y Alex...

No quería pensar en ellos de ese modo.

¿Cuánto más iba a tardar Sarah en traer las bebidas?

Quise marcharme cuando vi a un hombre que se acercaba a mí con dos vasos rojos entre las manos. No sabía si realmente venía hacía aquí, pero cuando sus ojos se posaron en los míos y sonrió, lo supe; desde el sofá pude apreciar que tenía la barba recortada y un buen físico: espalda ancha, brazos grandes, y por la forma en la que la camiseta se ajustaba a su cuerpo supe que debajo había unos buenos abdominales. Por la tenue luz no logré ver muy bien su rostro, pero algo dentro de mí me decía que era guapo.

Se sentó a mi lado y me tendió uno de los vasos.

—Gracias, pero mi amiga ha ido a por bebida.

—Lo sé. Una chica rubia me ha pedido que te trajera esto.

Miré hacia los lados con la esperanza de encontrar a Sarah y que me explicara por qué había mandado a un tío bueno para traerme la bebida.

Volvió a ofrecerme el vaso. Esta vez lo acepté a pesar de que no me gustara la cerveza.

Mi mejor errorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora