Capítulo 16

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Hoy era el primer partido de la temporada y los nervios estaban a flor de piel. Hacía demasiado tiempo que no salíamos a bailar delante de todo el instituto. Habrá quienes piensan que es fácil, pero a la hora de la verdad es complicado coordinar los pasos y mantener el ritmo de la música al mismo tiempo que cientos de personas están pendientes de cada paso que das.

Desde los vestuarios de las chicas se escuchaban los gritos y aplausos de aquellas personas que habían venido a ver a su equipo ganar. Debía de haber más de un centenar de personas allá fuera, esperando ansiosas a que comenzara el partido.

Respiré hondo para calmar mi corazón acelerado y terminé de recogerme el cabello en una coleta alta. Pese a que Britt no iba a bailar con nosotras esta noche, se había ofrecido a ayudar con el maquillaje. Vestía el uniforme de animadora para apoyar moralmente al resto del equipo, cosa que necesitábamos, pues mientras que mis chicas se preparaban, no podían dejar de temblar y de equivocarse con el maquillaje. Al ser la capitana, caía en mí la responsabilidad de tranquilizar a mi equipo antes de salir al campo, darles esperanzas y apoyo para que tuvieran confianza en sí mismos. Y eso era exactamente lo que pensaba hacer.

—¡Chicas! —di una palmada para llamar la atención. Todas ellas hicieron un corro a mi alrededor. No sabía exactamente qué decir para animarlas si yo estaba igual o peor que ellas—. Sé que ahora mismo estamos todas muy nerviosas, aunque no tenemos por qué estarlo. No hemos ensayado mucho los nuevos pasos, eso es cierto, pero ha sido más que suficiente porque somos unas animadoras de primera —vitorearon un sonoro «Sí»—. Brittany no saldrá esta noche con nosotras, pero estará ahí, apoyándonos como siempre, al igual que toda la gente que hay allá fuera. ¡Demostremos quienes son los mejores!

—¡Sí! —gritaron todos al unísono.

—Ahora, terminad de arreglarse.

Las chicas volvieron a sus puestos.

Matías se acercó a mí.

—¿Al final qué vamos a hacer con el salto final?

—Todavía no os sale muy bien. Dejémoslo para el próximo partido, ¿vale? Así tenéis más tiempo para perfeccionarlo para que quede espectacular.

—Está bien —sonrió.

Mi padre entró a los vestuarios y me buscó entre las chicas. Cuando sus ojos se posaron en mí, su sonrisa se ensanchó y abrió los brazos para que lo abrazara.

—¿Qué haces aquí? —pregunté junto a su pecho.

—Solo quería desearte suerte.

—Gracias. Ahora seguro que todo sale genial.

Me dio un beso en la frente.

—Voy a coger sitio. Nos vemos fuera.

—Hasta ahora.

Nada más terminar de maquillarme, cogí los pompones que había dejado anteriormente en mi taquilla. Llené los pulmones de aire para intentar calmar todas las emociones que se habían apoderado de mi cuerpo. Cuando llegó la hora, me miré por última vez en el espejo para asegurarme que todo estaba bien y después miré a mis chicas. Todas estábamos preparadas para salir a escena.

Tal y como imaginaba, había en las gradas una multitud de personas coreando el nombre del equipo. La luna hacía horas que había salido, brillante y solitaria, en lo más alto del oscuro cielo. El campo estaba iluminado por enormes focos blancos, y los jugadores estaban practicando antes de empezar el partido. Las animadoras bailábamos al ritmo de la música que tocaba la orquesta del instituto.

Escudriñé cada rostro que había en las gradas con la esperanza de encontrar a Christian. Al primero que encontré fue a mi padre, que sonrió y levantó los pulgares para darme apoyo. Luego hallé a Alex. Me guiñó un ojo cuando se dio cuenta de que lo estaba mirando. Yo me ruboricé y aparté la mirada.

Mi mejor errorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora